La rápida evolución de la MS-13 en El Salvador y Honduras dificulta cualquier estrategia de seguridad para el Triángulo Norte de Centroamérica y para los mismos Estados Unidos que desde hace años tienen en la mira a esta pandilla considerada como la segunda amenaza para la seguridad nacional después del terrorismo.

La Universidad de la Defensa Nacional invitó en días recientes a un grupo de expertos al campus académico y militar en el sur de la capital nacional para presentar un estudio realizado por los investigadores Douglas Farah y Kathryn Babineau titulado: “La rápida evolución de la MS-13 en El Salvador y Honduras: de la amenaza de pandillas al riesgo de primer orden para Centroamérica y los intereses de seguridad en Estados Unidos”.

En el foro participó Thomas Alexander, auxiliar del secretario de Defensa, quien ahondó en la importancia para Estados Unidos de combatir a la MS-13, en especial porque el Departamento de Seguridad Nacional y sus entes operativos calculan que en todo el país hay unos 10 mil pandilleros de esta mara nacida en Los Ángeles, California en la década de 1980.

Alexander explicó que las agencias federales y gobiernos estatales, con sus policías locales han coordinado esfuerzos para la desarticulación de clicas y la captura y enjuiciamiento de jefes de la mara.

Por ejemplo Maryland, tomó la batuta hace más de una década al enjuiciar a los pandilleros de la MS-13 con la ley Racketeer Influenced and Corrupt Organizations, más conocida como RICO.

Solo la corte de Greenbelt, en Maryland, ha enjuiciado a cerca de un centenar de pandilleros de la Mara Salvatrucha. Así se han logrado en esa región severas condenas para cabecillas, lugartenientes y miembros de esta pandilla, con la ayuda de la legislación RICO, ideada en la década de 1970 para combatir a las mafias.

La semana pasada, la Corte Federal de Baltimore, también remitió una reacusación para 24 supuestos pandilleros de la Mara Salvatrucha, a los que la fiscalía busca enjuiciar con la ley RICO, todos están detenidos y acusados con cargos federales.

Mucho por hacer

Thomas Alexander reconoció que aún queda mucho por hacer, en especial cuando el problema en El Salvador y los otros países centroamericanos no tiene una solución fácil en el corto plazo y es un detonante para las migraciones forzadas desde estos países hacia Estados Unidos.

“Hay un estruendo significativo de cambios dentro de la MS-13. Incluso cuando otras pandillas se han fracturado en El Salvador -el caso de Barrio 18, dividida en Sureños y Revolucionarios- la MS-13 ha evolucionado de forma política, militar y económica para desafiar la supervivencia de los estados”, explicó el investigador Douglas Farah.

Este analista encuentra cada vez más consolidadas las relaciones entre la MS-13, con las redes transnacionales del tráfico de drogas y armas hacia y desde Estados Unidos. Entre El Salvador y Honduras se calcula que esta pandilla podría tener cerca de 100 mil miembros activos.

Por su parte la investigadora Ana Arana, invitada al foro, apuntó que la corrupción y otros problemas endémicos de El Salvador, Honduras y otros países de la región siguen paralizando cualquier esfuerzo para hacer frente a los problemas de seguridad.

Las evaluaciones periódicas sobre el accionar de las pandillas en los tres países que conforman el llamado Triángulo Norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) dejan claro que aunque de un país a otro la MS-13 tiene diferentes estrategias de operación, son las extorsiones, el asesinato y el control de territorios una modalidad compartida. La organización ha desarrollado capacidades para neutralizar y hasta en casos derrotar las operaciones encaminadas por los estados centroamericanos para enfrentarlas.

Perspectiva social

Por su parte, el analista Steven Dudley, del observatorio, InSight Crime, ahondó en una perspectiva más social del problema de las pandillas, pues a su criterio, la visualización del fenómeno solo desde la perspectiva de la criminalidad y las consecuentes estrategias de combate enfocadas bajo esa premisa han llevado a los países a una triste espiral de violencia y de ciclos repetitivos por combatirlas con las mismas fórmulas que gobiernos predecesores han intentado y fracasado.

“Lo que une y está detrás de la pandilla es una comunidad que se fortalece con esas acciones criminales, pero lo que hay en el fondo es un grupo social”, explica Dudley, quien dice que las posibles vías de solución del problema pueden venir de intervenir con más certeza en las comunidades, no solo con el aparato punitivo del estado, pero también con otras asistencias que creen comunidades donde el movimiento pandillero pierda fuerza.

Los ponentes también criticaron que Estados Unidos sigue enfocado en México, Venezuela y Colombia, a los que destina mayor cooperación y asistencia en su política hacia el Hemisferio Occidental. Opinaron que a la velocidad que evoluciona la Mara Salvatrucha en El Salvador y Honduras, la potencia de norte debería reorientar esfuerzos para este problema que cada día asfixia a los poderes locales en estos países.

“La evolución de la MS-13 plantea un desafío que podría debilitar en gran medida la seguridad de la frontera sur de los EEUU. La amenaza es al menos tan compleja y real como la que plantean los carteles de la droga en México y estructuras criminales en los Estados Unidos”, consigna el informe.

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