En un ambiente festivo un equipo de más de 100 voluntarios, incluyendo patrocinadores y amigos del Programa Bolsas de Amor, se reunió a empacar las 800 cajas que serán entregadas este sábado. Por una década Bolsas de Amor ha repartido alimentos a centenares de familias necesitadas del área de la capital nacional.
El área de bodega de la empresa EMD Sales, en Baltimore, acogió al más de un centenar de voluntarios que participaron de esta iniciativa auspiciada por 29 empresas y organizaciones del área metropolitana de Washington. El Tiempo Latino es parte del equipo gestor de este proyecto desde sus inicios.
La presidenta y CEO de EMD Sales, Elda Devarie, quien ideó esta obra, tomó el micrófono para animar a los empacadores para avanzar hacia la meta, y así lo hicieron. En un lapso de 3 horas la misión de llenado de las cajas de productos se había completado, gracias a que muchos de los voluntarios dejaron sus cómodas oficinas durante el día para trabajar en esta causa humanitaria.
“Son 800 cajas llenas de alimentos y de cariño de nuestros voluntarios para toda nuestra gente… poner juntas 800 cajas con 60 libras de alimentos cada una cuesta mucho”, dice Devarie y agrega que “agradecemos a todas las personas que nos ayudan a que esto sea una realidad”.
La empresaria atendió a los medios de comunicación en una atmósfera de ruido por el empacado en una banda de montaje en cadena donde se llenaba cada caja con los productos indicados.
El proyecto ha crecido debido al número de familias a las que se les da esta dotación cada año, por ejemplo el primer año se entregaron 500 cajas mientras que este sábado esa cifra inicial se supera por 300 cajas más. El contenido de las “bolsas” (que en realidad son cajas por la cantidad de productos) también ha ido en crecimiento al punto de que en la actualidad estas incluyen hasta tarjetas de compra entregadas por los patrocinadores.
Mike Delgadillo, de la empresa Boost Mobile, comenta que el proyecto es de gran importancia por dirigirse a la comunidad necesitada razón que ha hecho que su empresa se mantenga como patrocinadora del programa. Para Delgadillo este es su cuarto año de voluntariado en el llenado de las cajas.
“Ha sido un placer siempre poder ayudar a la comunidad. Cada año tratamos de ser uno de los patrocinadores principales, además de donar ponemos a disposición nuestras tiendas para hacer la entrega de las cajas”, comenta Delgadillo.
Ana Navarro Takata, empresaria en el sector de alimentos, en Virginia, agrega que este proyecto, a pesar de demandar una dosis de esfuerzo significativa de los patrocinadores y de los miembros de la comunidad que se suman para realizar esta obra, al final es una satisfacción porque el ambiente es festivo y de alegría por ayudar a una noble causa.
Otra de las voluntarias, Jackie Guerrero, de Amerigroup an Anthem Company, empresa dedicada a la venta de servicios de seguros de salud, comenta que obras como esta iniciada por Elda Devarie ayuda también a poner en perspectiva las necesidades que afrontan muchas familias de bajos ingresos en la región de la capital estadounidense.
Su organización se estrenó este año como parte de este proyecto y pondrán a disposición su local ubicado en Washington DC para recibir a 25 familias que serán receptoras de esta donación.
Los organizadores recopilan la lista de beneficiarios en cooperación con organizaciones o agencias que trabajan en atención de personas de bajos ingresos y que necesitan asistencia alimentaria.
Este año en total se consiguió una dotación de unos 200 mil dólares y los paquetes serán entregados en los 34 puntos establecidos de antemano, con lo que los carros repartidores llegarán en horas escalonadas a cada local para entregar las “Bolsas de Amor”.
“Si fuéramos a cuantificar el esfuerzo de productos estamos cerca de los 200 mil dólares, más recursos que se necesitan para llegar a esos 34 locales donde atenderemos a esas 800 familias”, puntualiza la empresaria Elda Devarie. Pero la organizadora acota que al final del día la alegría que se lleva a las familias con estos productos no puede ser cuantificada y la satisfacción de poner ese grano de arena no tiene precio.
