Rhode Island— Las cuadrillas de emergencia y los residentes se esforzaban el domingo 10 de febrero por despejar las carreteras y aceras después de la colosal tormenta que se desencadenó sobre el nordeste de Estados Unidos. La precipitación arrojó hasta casi un metro (3 pies) de nieve y desató ráfagas de viento que dejaron sin electricidad a cientos de miles de personas.
Los trabajadores municipales desde Nueva York hasta Boston trabajaron desde la noche del sábado al domingo en comunidades cubiertas de nieve, donde algunos automovilistas debieron ser rescatados después de pasar horas atascados en la oscuridad.
El presidente Barack Obama declaró el estado de emergencia para Connecticut, medida que permitirá la asistencia federal para acciones de restauración, en tanto que las empresas de electricidad auguraron que tras la tormenta algunos usuarios podrían quedarse sin energía varios días por la tormenta en Nueva Inglaterra.
“Nunca habíamos visto nada igual”, dijo Steven Bellone, funcionario del condado de Suffolk, Long Island, donde cayeron unos 75 centímetros (2,5 pies) de nieve.
Unos 345.000 hogares y negocios permanecían sin electricidad el domingo por la mañana, de los 650.000 que la perdieron inicialmente. Algunos distritos escolares anunciaron que cerrarán el lunes, lo cual complicará a los padres el regreso a sus trabajos aunque dará otro día de diversión a los chicos.
Por lo menos se atribuyeron 11 muertes a la tormenta, incluida la de un niño de 11 años en Boston que se asfixió con monóxido de carbono mientras estaba sentado en el interior de un automóvil en marcha mientras su padre paleaba nieve el sábado por la mañana. Las autoridades emitieron diversas advertencias de seguridad tras la muerte del menor y la intoxicación de otras personas con monóxido de carbono.
Las carreteras en el nordeste estaban intransitables y el sábado en algunos lugares la nieve cubrió los vehículos. Algunas zonas tuvieron tanta acumulación que los residentes no podían abrir las puertas.
“Es como levantar cemento”, se lamentó Michael Levesque, que paleaba nieve en Quincy, Massachusetts, para una empresa de jardinería.
En Providence, donde había acumulaciones de hasta 1,50 metros (5 pies) y los postes de las líneas telefónicas cubiertos de hielo se caían por el peso, Jason Harrison trabajó durante casi tres horas para despejar la entrada a la cochera y el camino hacia la puerta de su casa, no obstante, le quedaba mucho por hacer.
El gobernador del estado de Rhode Island, Lincoln Chafee, advirtió que aunque la nieve cesó, el peligro no ha pasado. “La gente debe tomar seriamente esta tormenta, aun después de terminada. Si alguien tiene alguna debilidad cardíaca, que tenga cuidado al palear la nieve”.
Con vientos huracanados de más de 125 kilómetros (80 millas) por hora en algunos sitios, la tormenta azotó el corredor densamente poblado de la carretera interestatal 95 entre la ciudad de Nueva York y Maine. La ciudad de Milford, en Connecticut, recibió 95 centímetros (38 pulgadas) de nieve, y Portland, en Maine, 81 centímetros (31,9 pulgadas), superando un récord de 1979. Varias comunidades en Nueva York y Nueva Inglaterra recibieron más de 60 centímetros (2 pies).
Sin embargo, la tormenta no fue tan severa como muchos temían por los pronósticos de clima, ni tan terrible como la tempestad de nieve de 1978, a la que los habitantes de Nueva Inglaterra han utilizado por mucho tiempo como la referencia para otros temporales.
“Si consideramos la severidad de la tormenta, la cantidad de nieve y la intensidad de los vientos, nos fue bastante bien”, dijo el gobernador de Massachusetts, Deval Patrick, en entrevista grabada para el programa “Face the Nation” de la CBS.