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La escuela y la identidad

Fue casi “amor a primera vista”. Desde que estaba en octavo año, la guatemalteca Daniella Juárez visitó tres escuelas, dos en su área, Centreville, Virginia y la otra, la Bishop Denis J. O’Connell High School, de Arlington. Y no dudó. Ésa era la escuela a la que quería ir, aunque le quedaba lejos de casa.

Hoy, Daniella tiene 17 años, cursa el onceavo grado y es una de las estudiantes voluntarias para los “open house’ de su escuela. Y ostenta con orgullo el título de “Student Ambassador”.

“Por lo general, les muestro el colegio y los acompaño a las aulas cuando se hacen las visitas de observación de clases”, dijo .

Los guías tienen un manual de instrucciones para cada “open house” o tour guiado. Los administrativos les explican cómo deben mostrar el colegio, poniendo énfasis en lo mejor y lo más novedoso de ese año.

Las preguntas más comunes que le hacen los estudiantes son cómo se siente en la escuela, y cómo son los compañeros y los maestros. Los padres también le hacen preguntas, pero más enfocadas a lo académico. Este trabajo forma parte de un programa de voluntariado que los alumnos deben cumplir todos los años y que también les da la opción de visitar diferentes países de América Latina con planes de ayuda y asistencia. “Este año iremos 16 días a Perú para ayudar a construir casas en lugares de bajos recursos”, comentó.

Daniella nació en Guatemala, y llegó al área de Virginia con su familia cuando tenía 4 años. Su papá, hijo de guatemaltecos, había nacido en Falls Chuch, Virginia, pero creció y se educó en Guatemala. Movido por la nostalgia, decidió regresar a la zona donde había nacido. Primero se instalaron en Arlington, después Alexandria, y finalmente, Centreville.

“Lo que me gusta de O’Connell es que los integran y no aíslan a los niños de países extranjeros”, explicó su mamá, Karla, diplomática de la embajada de Guatemala en DC. “Probamos en la escuela pública y la aislaban por ser latina, más allá de que Daniella hablaba perfectamente inglés, francés y español. El uso de un uniforme, sencillo y no costoso, como es el de O’Connell, es una manera de igualar”.

Su madre remarca que en esta escuela los incentivan para que se desarrollen académicamente y les dan una buena preparación para la universidad. Además, como madre, también valora la ayuda emocional y espiritual que reciben los estudiantes.

Daniella siempre fue a instituciones privadas de Arlington. Por lo general, becada por su rendimiento académico. Y cuando tuvo que cambiar para terminar la secundaria, los amigos también jugaron un papel importante. “Cuando fui por primera vez a O’Connell, me hicieron sentir como en casa”, recordó Daniella. “Me gustó mucho el colegio por la familiaridad. Y también por la clase de español”.

Una de las razones por las que la adolescente eligió O’Connell es la diversidad étnica y la tolerancia religiosa. Y remarcó que hay muchas familias latinas con hijos bilingües y otras, que no son católicas. “Además, me gustan las maestras porque están muy involucradas en mi trabajo, y si hay algo que no entiendo me ayudan personalmente”, dijo Daniella.