Washington, DC.- A un año y dos meses del asesinato de su hija, Rosa Pineda pudo preguntarle directamente al autor del crimen una interrogante que le ha seguido como sombra: “¿por qué me la mató?, ¿por qué si ella lo amaba?. ¿Dígame por qué no me la devolvió?”, expresó entre llantos Pineda, el martes 28 de octubre, fijando su mirada en el rostro de Caleb Crew, quien no levantaba la cabeza, durante una audiencia en la corte de Fairfax, Virginia.
El día anterior Caleb, de 26 años, sorprendió a esa misma corte al declararse culpable del asesinato de su esposa Andrea Arias-Crew, el 7 de agosto de 2013.
Pese a que no hubo juicio por la declaración de culpable, el juez quiso escuchar los testimonios de la familia de la víctima así como del agresor para evaluar la sentencia que le será impuesta el próximo 9 de enero.
“Yo solo quiero preguntarle a este hombre por qué me la mató. Ella era un niña valiosa y con lo único que no conté fue con que se encontrara con un esposo asesino”, agregó Pineda, quien junto a su hija Lady Arias, viajó la semana anterior desde Colombia para participar en el juicio.
Esa misma pregunta también queda rondando en los familiares de Caleb Crew, amigos y personas cercanas a la pareja, de cinco años de casados y con dos niñas, que en el momento del asesinato tenían 11 meses y 4 años de edad.
Ahora las pequeñas tienen 2 y 6 años y viven en Colombia con su tía y abuela materna, tras que la familia colombiana ganó la batalla de custodia en abril.
Aunque no hay respuesta para la pregunta de Pineda, la falta de acción ante la violencia doméstica y la poca atención a la salud mental son dos temas que afloran en el trágico caso.
•Violencia doméstica
“Este ha sido un caso demasiado triste donde se evidencia las consecuencias fatales de la violencia doméstica”, expresó la psicóloga Claudia Campos al salir de la corte el lunes 27.
Según amigos y familia. En los Crew había un historial de violencia, incluyendo una vez que el ex naval roció aceite de auto en el rostro de Arias-Crew, después de una pelea.
De hecho, el mismo día del asesinato (7 de agosto de 2013) cuando Crew reportó a su esposa como perdida, la pareja había ido a una audiencia en la corte para desestimar un caso de violencia familiar.
Tras salir de la corte, tomados de la mano —según la grabación de vigilancia de la corte—, la pareja se vio en vuelta en otro altercado en un estacionamiento de un banco, que resultó en el asesinato.
“Ya habían señales de que esto podría pasar, pero no se le prestó la atención debida, ni la familia del chico, a quien —según dicen— Andrea les había contado lo que estaba pasando”, dijo Campos.
Andrea Arias-Crew llegó a Estados Unidos hace nueve años desde Colombia con una beca bajo el brazo para estudiar una maestría. Cumplió su sueño americano y se casó con el que llamaba “su príncipe azul”, según contó a El Tiempo Latino en una ocasión anterior su hermana Yeimmy Arias.
“Nosotros veíamos a mi hermana en su página de Facebook muy feliz con su esposo y con sus hijas, pero no sabíamos lo que en verdad ella vivía”, contó Arias.
El silencio es el peor enemigo de la violencia doméstica, expresó Campos, una activista en Washington DC que lucha por frenar este flagelo social.
• Salud mental
Durante la audiencia del martes 28, uno de los hermanos del autor del crimen lo destacó como un hombre que había servido a la nación en Afganistán. Crew perteneció a la marina de guerra.
“Hay secuelas y traumas que los militares viven. Al problema de salud mental nadie les está prestando atención”, señaló Campos.
En su confesión a la policía Crew dijo que el día del homicidio perdió el control y que reaccionó cuando ella lo amenazó con llamar al 911 para que lo arrestaran. “La tumbé hacia la parte de atrás del auto y comencé a estrangularla”, confesó.
En medio de la tragedia, se encuentra las niñas de la pareja. “Están bien en Colombia, tienen un círculo familiar, pero no a sus padres”, lamentó Campos.
El hermano de Crew, Amos Crew, quien quería la custodia de las menores no quiso comentar del caso, pero dijo a El Tiempo Latino que viajará a Colombia para ver a sus sobrinas. “Estoy aprendiendo español”, expresó.
• Hechos
El cuerpo de Arias-Crew fue hallado el 10 de agosto de 2013 en el río Occoquan, Woodbridge, tres días después de que su esposo había reportado a la policía su desaparición.
El cadáver de la mujer de 31 años, originaria de Colombia, tenía la cabeza envuelta con una bolsa negra y llevaba atado en el cuerpo una mochila con piedras y pesas para que el cuerpo no saliera a flote, pero unos pescadores lo encontraron. Esa misma noche, Caleb Crew fue arrestado como sospechoso de asesinato.
• Escalofriante confesión
En una audiencia preliminar la fiscalía hizo escuchar una excalofriante grabación en donde Crew describió con detalles la muerte de su esposa.
“La tumbé hacia la parte de atrás del auto y comencé a estrangularla… mientras la estrangulaba ella me pidió que por favor parara, pero ya en ese punto no me podía detener. Solo le dije adiós”, fueron fragmentos de una grabación de 15 minutos de interrogatorio de la Policía. “Me quité la corbata se la puse en el cuello y terminé el trabajo”, agregó.
Crew dijo que pensó en entregarse a la Policía, pero no lo hizo por temor a que sus hijas, que en ese entoces tenían 1 y 4 años, se quedaran solas. Entonces decidió encubrir el asesinato.
Escondió el cuerpo de su esposa en una zona boscosade Springfield y luego regresó a su casa buscando artículos pesados que pudiera colocar en una mochila que amarró al cuerpo de Andrea para que no saliera a flote, entre ellos dos pesas y piedras. Cuando regresó al bosque recogió el cuerpo y lo tiró desde un puente en Virginia. ¨Solo escuché el ruido al caer, pero no me acerqué para verla otra vez¨, afirmó según la grabación.
El lunes 27 de octubre cuando Crew se declaró culpable ante el juez John Tran, éste le preguntó varias veces si estaba consciente de las consecuencias de su declaración. En la sala se encontraba al lado izquierdo la familia de la víctima y al lado derecho, del acusado.
El juez lo halló culpable al señalar que el asesinato había sido cometido con alevosía y premeditación.
El 9 de enero puede ser sentenciado entre 20 años de prisión a cadena perpetua.