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TRISTE. Angélica Jiménez cuida a su hermanita, previa a una marcha migratoria en Washington DC, en septiembre. Su padre fue deportado en 2012.



Milagros Meléndez-Vela/ETL

TRISTE. Angélica Jiménez cuida a su hermanita, previa a una marcha migratoria en Washington DC, en septiembre. Su padre fue deportado en 2012.

Todos los días Kelvin Vanegas, de 16 años, tiene una hora libre al salir de la escuela, luego se va directo a casa para cuidar a sus tres hermanitas, Yardley, de 5 años, Ashley de 6 y Shirley de 8, mientras su madre se va a trabajar a un restaurante en Miami.

El padre de Kelvin fue deportado en 2009 a Nicaragua cuando el jovencito tenía 11 años. Desde entonces su madre Claudia Fonseca, es el único sostén del hogar. “Yo ayudo a mi mamá con mis hermanas”, expresó Kelvin a El Tiempo Latino durante una visita que hizo a Washington, hace unas semanas, con el grupo American Fraternity, pidiendo al presidente Barack Obama un alivio migratorio para los indocumentados.

Su rutina es ayudar a las niñas a hacer las tareas, servirles la comida que preparó mamá, y acostarlas por la noche. “Las mando a lavar los dientes y bañarse para dormir”, dijo durante la plática que interrumpió su hermanita Ashley, hablándole al oído, para pedirle que la llevara al baño.

“Estos son niños a los que se les está robando la niñez a consecuencia de las deportaciones. Asumen un rol de adultos y no tienen tiempo para ellos”, expresó la fundadora de American Fraternity, la nicaragüense Nora Sándigo, quien vive en Miami y es la tutora legal de 817 niños cuyos padres han sido deportados o están en riesgo de deportación.

Sándigo es la tutora legal de Kelvin y sus hermanitas, así como de otros 813 niños, cuyos padres han sido deportados o están en riesgo de serlo.

La activista está en proceso de aumentar ese número con 136 niños más que cruzaron la frontera sin compañía. En la edición del 12 de septiembre, El Tiempo Latino contó su historia en el artículo “Una ‘mamá’ para 817 niños”.

Kelvin dice que extraña a su padre, pero que tiene que ser fuerte por su mamá y sus hermanitas.

“Hace cinco años que no lo veo. No le deseo a nadie lo que mi familia está pasando”, expresó.

Otros casos:

A sus 11 años Angélica Jiménez se ha convertido en la “segunda mamá” de sus cuatro hermanitos menores. Los ayuda en todo, con las tareas, los cambios de ropa, la comida y hasta los regaña cuando se portan mal.

Su padre fue deportado hace dos años a Guatemala cuando su madre estaba embarazada de su quinto bebé. Desde entonces esta niña estadounidense es la segunda cabeza de una familia que reside en Miami, Florida.

Hace unas semanas la menor viajó a Washington DC junto a otros niños cuyos padres también han sido deportados, dejando un vacío en el hogar.

Durante una manifestación frente a la Casa Blanca, Angélica no pudo contener las lágrimas cuando le pidió públicamente al presidente Barack Obama que tome acción para frenar las deportaciones y le otorgue un permiso para reunirse con su padre.

“Mi papá fue deportado y su único crimen fue no tener papeles aquí en los Estados Unidos”, dijo antes de romper en llanto.

Elena Márquez, de 14 años, tampoco pudo contener las lágrimas. Su padre fue deportado en 2012 a Guatemala después de ser detenido por una falta de tránsito. “Por manejar sin licencia”, dijo.

También ella cuida de sus hermanos y ayuda con los quehaceres de la casa para aliviar a su mamá con toda la carga.

“Recuerdo cuando mi padre llamó por teléfono, un día antes de su deportación, y mi madre le dijo que no tenía el dinero para un abogado. Al día siguiente llamó para decirnos adiós. Y lo deportaron”, manifestó la menor sollozando. “Lo extraño”, agregó.

•Consecuencias: 72 mil padres deportados

Ésta es otra consecuencia de las deportaciones de padres: niños que se ven forzados a madurar más rápido y tomar responsabilidades de adultos.

En 2013, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) deportó a más de 72.000 padres con uno o más hijos ciudadanos estadounidenses, según estadísticas de la agencia.

De otro lado, la organización Human Impact Partners estima que al menos 4,5 millones de niños que viven en Estados Unidos tienen una madre o padre que está indocumentado.

“Es una realidad que vemos todos los días. Las deportaciones están robando la niñez de miles de menores”, manifestó a El Tiempo Latino el miércoles 12 de noviembre Nora Sándigo, fundadora de American Fraternity, en Florida.

“Éstos son niños ciudadanos americanos a los cuales se les está violando el derecho de vivir en familia”, expresó Sándigo.

•Ayuda a menores

“El caso de Angélica es bien duro. Esta niña y su familia ha sufrido mucho porque cuando deportaron al padre la madre quedó afectada y su embarazo estaba en peligro. Siendo la mayor, Angélica se estaba llevando la carga, asumiendo un rol de mamá en la familia. Le afectó demasiado en la escuela”, contó Sándigo. “Y nosotros tuvimos que intervenir con ayuda de todo tipo por el bienestar de todos”, dijo.

American Fraternity coordina la asistencia para la familia, tanto económica, emocional y física.


•En Montgomery, MD

En el área metropolitana Luis Cardona, coordinador del Programa de Prevención de Violencia Juvenil del Departamento de Salud del condado de Montgomery, también lidia todos los días con este tipo de casos.

“Las consecuencias no es sólo que los niños tienen que cocinar o cuidar a sus hermanos sino toda una gama de serias secuelas que esta situación arrastra”, expresó.

“Los niños no responden bien en la escuela y muchas veces dejan de estudiar, porque están cansados, deprimidos o quieren trabajar para ayudar”, explicó.

Otra de las consecuencias es que viven un nivel de estrés alto, que después al pasar de los años lo pueden manifestar con diferentes malos hábitos, dijo. “Se pueden meter en drogas, alcohol o simplemente comer en exceso hasta ser obesos”, agregó Cardona.

Cardona, quien fue pandillero en su juventud y se ha dedicado durante más de dos décadas a la prevención de pandillas, dijo que muchos de los jóvenes en maras de 17 ó 18 años dicen que “quieren vivir la vida loca porque cuando eran niños no tuvieron infancia al asumir roles de adultos”.

Éstas son consecuencias extremas, dependiendo de la capacidad del menor y del sistema que los pueda apoyar, dijo.

“Nosotros tenemos que acomodar nuestros programas para los adolescentes que hacen las veces de adultos en su casa”, expresó Cardona. “Cuando jovencitos de 14 ó 15 años nos dicen que no pueden participar de los programas después de la escuela porque tienen que cuidar a sus hermanitos, nosotros les pedimos que vengan porque vamos a proveer cuidado de niños”, señaló.


•Son niños, necesitan amor

Por más roles de adultos que asuman los adolescentes necesitan sentir el abrazo y cariño de los padres o adultos. “Ellos pueden ser muy maternales o paternales con sus hermanos y demás niños pero requieren ser abrazados y del cariño de los mayores. ¡Son niños!”, dijo Sándigo. “Durante el día estos niños están pendientes de sus hermanos pero cuando llega la noche sienten la falta del padre que no está”, añadió.

Elena Márquez lo dice a sus 14 años, “extraño a mi papá, las noches que estaba conmigo y me daba un beso antes de acostarme”.

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