Desde 1990, gracias a los acuerdos de entendimiento conjuntos con Italia y Estados Unidos, España cuenta con una delegación en EE.UU. —ubicada actualmente en la base aeronaval de Patuxent River, en Maryland— y forma parte del PMA 257; programa para la mejora y mantenimiento de los aviones de combate AV8B también conocidos como Harrier.
En estos años, han sido muchos los logros conseguidos, según fuentes militares que destacan la incorporación del radar, las mejoras en el software y el hardware del avión, los adelantos tecnológicos incluidos en la llamada “guerra electrónica” y los sensores de última generación como el Litening Pod, una especie de cámara de alta precisión diurna y nocturna que sirve para guiar bombas de precisión láser. Estos avances, unidos a las nuevas armas como las bombas guiadas por GPS y a las mejoras en el motor y el fuselaje, han convertido a este caza en uno de los mejores aviones de ataque a suelo de precisión del panorama internacional.
Para cuidar de su eficacia y sostenibilidad, un equipo de tres españoles se da relevo cada tres años en la base de Patuxent River. Son el enlace en EE.UU. para el futuro del Harrier en España y El Tiempo Latino —el periódico hispano de The Washington Post— ha hablado con ellos.
El Capitán de Fragata, Carlos Cárdenas, de 50 años —29 de ellos de servicio— es el actual Deputy Program Manager o jefe de la misión española en el programa Harrier. Hasta su llegada a Patuxent River, Cárdenas había ocupado el puesto de Jefe de la Novena Escuadrilla —escuadrón de Harrier de España— en la base aeronaval de Rota (sur de España), volando en un caza hasta días antes de partir hacia Estados Unidos. Para él, como para otros miembros de su equipo, el cambio de funciones ha sido considerable.
“De disfrutar del avión volando a poder apoyarlo de distinta manera… es bonito también. Se acaba de renovar por diez años más el acuerdo vigente y eso significa que el avión seguirá siendo sostenible y continuará siendo relevante, y esto es lo importante”, dijo Cárdenas. “La incorporación aquí ha sido un reto. Manejas otro tipo de asuntos que antes como piloto no tocabas, como contratos, presupuestos…”
Junto a él en la oficina trabajan otros dos españoles, Joaquín de la Hoz y Fernando Grávalos, y dos estadounidenses, Bárbara Kolb y Ron Jolley, cuya labor es principalmente de apoyo al equipo. “Además están Dundee, que es el enlace en Philadelphia en la sección de repuestos, y Freddie en Carolina del Norte, que se encarga de recibir y mandar el material a España”, añade Cárdenas. “Las relaciones cotidianas son estupendas tanto con los americanos como con los italianos. El programa es bueno para todos. Para la Armada española es muy importante formar parte de él. Pertenecer a un programa cooperativo como éste, que se puede considerar un club de élite, proporciona infinidad de ventajas respecto a la gestión autónoma. Además participamos igual que los demás en el acceso a la información, al material y a las mejoras que van sacando los ingenieros”. Cárdenas explicó que, en este sentido, “se respeta el corazón del programa, pero cada país elije si incorpora o no las mejoras que van saliendo en función de sus necesidades o prioridades y de las capacidades presupuestarias en cada momento”
En los años próximos, de forma paulatina, italianos y estadounidenses irán dando de baja el número de aviones Harrier hasta culminar el proceso con la suspensión del programa en 2024. A partir de entonces, si antes no se decide un relevo para el Harrier, España tendrá que afrontar en solitario su mantenimiento, algo difícil de realizar teniendo en cuenta que NAVAIR, Autoridad Naval Americana, a través del PMA 257, abastece de repuestos y proporciona el actual apoyo de ingeniería.
Para el jefe español de la misión es importante tomar esta decisión lo antes posible: “Los americanos y los italianos ya tienen planes para el F35. Ése sería el paso lógico, pero aún no sabemos qué pasará en España”
A diferencia de sus compañeros, que llegaron el pasado verano, El Capitán de Fragata, Carlos Cárdenas lleva ya un año en este destino. “Poder venir a un país extranjero es una gran oportunidad. Una experiencia muy buena a nivel personal y familiar. Los niños pueden aprender inglés y conocer otra cultura. La adaptación quizás ha sido más dura para los mayores porque el pueblo donde vivimos es pequeño”. Está casado con María y tienen cuatro hijos de edades comprendidas entre los 11 y los 23 años. “Dos de ellos, Yago y Gonzalo, están en España cursando sus estudios. La pequeña, María, habla inglés ya perfectamente y el mayor, Carlos, terminó la carrera y ahora está con nosotros. Como nació en USA, mientras yo realizaba el curso de piloto naval de reactores, puede trabajar aquí”, explicó Cárdenas.
Para Joaquín De La Hoz, Comandante de Intendencia de 47 años, y 26 de servicio, ésta no es su primera misión en el extranjero.
“En 2010 estuve cinco meses en Bosnia-Herzegovina, en el que fue el último relevo de Infantería de Marina de España tras veinte años en la antigua Yugoslavia”, contó De La Hoz.
Su puesto es relativamente reciente en este destino y sus tareas son principalmente financieras y de apoyo logístico. Tras unos meses lidiando con un sistema administrativo totalmente distinto al español, ya dice encontrarse más cómodo.
“Yo diría que este sistema está muy parcelado. El personal tiene unas misiones muy definidas y cada gestión está muy especializada. Tenemos la suerte de contar en el equipo con el apoyo de técnicos americanos como Ron y Bárbara, que llevan mucho tiempo aquí y constituyen la memoria histórica del programa además de dominar los procedimientos”, explicó.
El trato que se dispensa a los militares en Estados Unidos es de las cosas que más llamaron la atención a De La Hoz al llegar.
“Es alucinante. Lo orgullosos que se muestran los americanos de sus militares, de sus insignias… Te dan las gracias por tu servicio”, indicó el comandante De La Hoz. “Produce envidia sana, en España no es así ni mucho menos”.
Como buen economista, De La Hoz incide en la importancia de la reinversión del gasto del programa Harrier en la industria aeronaval española, y el capitán Cárdenas va más allá y añade “el simulador del Harrier es de una empresa española, INDRA, y también se proporciona carga de trabajo a Airbus que gracias al programa mantiene un equipo de especialistas de este avión”
Al preguntarle por su familia, De La Hoz esboza una gran sonrisa: “Ya queda menos para que estén aquí. Mi mujer, Natalia, ha tenido que quedarse en España estos primeros meses por motivos laborales. Tenemos tres hijos: Nico, de 8 años y Joaquín y Marieta, de 12. Buena parte de tomar la decisión de venir aquí fue por ellos, para que aprendan el idioma y conozcan otra cultura”
El tercer miembro del equipo es Fernando Grávalos, Capitán de Corbeta de 39 años, y 19 de servicio. Ha pasado de volar un avión de combate casi a diario, como Segundo Comandante de la Escuadrilla de Harrier, a convertirse en un “class-desk” o asesor técnico del programa.
“Conocía la forma de trabajar porque antes de venir era uno de los puntos de contacto desde allí con el equipo de aquí pero, aún así, he tenido que aprender cosas nuevas como leer la letra pequeña de contratos, negociar con los ingenieros… Es interesante porque ves quién hay detrás de todo y en su mayoría son expertos con muchísima experiencia”, aseguró Grávalos.
A pesar de que se ha adaptado sin problemas, Grávalos explicó que “se echa mucho de menos volar. No sólo la actividad física, sino también sicológicamente. La tensión es distinta. Allí era diaria, al subirte al avión. Aquí es más a medio-largo plazo. Pensamos a cinco, incluso a diez años vista, y se toman decisiones que repercutirán en el programa aunque nosotros ya no estemos”.
El comandante Grávalos mantiene comunicación diaria con Rota (en España) y su trabajo va desde la solución de problemas cotidianos de mantenimiento a la incorporación de las mejoras que se deciden aquí directamente a los aviones de la escuadrilla. “A nivel profesional, mi mayor experiencia está siendo conocer cómo trabajan los ingenieros. Ahora que lo sé puedo afirmar que el Harrier es una de las mejores aeronaves que existen. Y, aunque en el caso de España de momento su uso ha sido disuasorio y no de combate como en USA, también es importante destacar que es capaz de seleccionar un blanco de forma precisa evitando daños colaterales”. En este punto, el capitán Cárdenas especificó que “Si los pilotos de Rota supieran el trabajo que realizan y la experiencia que tienen los ingenieros de aquí, volarían aún más tranquilos”.
La familia de Grávalos está a punto de crecer con la llegada de Amanda, un bebé que nacerá en suelo estadounidense aunque “será cien por cien española”, bromea el comandante. Tiene otra hija, Carlota, de 7 años y vive con su mujer y el hijo de ésta, Desiderio, de 14 años, que cursa primero de High School. “Él es el que mejor se ha adaptado a todos los niveles; social, educativo, y con el idioma. Nos ha sorprendido. Sin duda los niños son los que más partido pueden sacar de la estancia aquí pero también para nosotros está siendo una gran oportunidad”
Al preguntarles a los tres si echaban de menos España la respuesta fue unánime “¡Claro que sí! La familia, los amigos, la gastronomía, la forma de vida… Spain is different”, comentaron con una sonrisa.