Washington, DC.- A las 11 de la mañana del martes 8, un grupo de abuelitas aprendía a armar una pulsera con perlas y piedras de colores. Seguían las instrucciones de otra abuelita, la panameña Teresa López.

En otro salón, la dominicana Daysi Batista apretaba las teclas de la computadora para escribir una carta. A sus más de 60 años, Batista está aprendiendo a usar la computadora.

Al salir del pasillo la enfermera Nancy Ojeda le medía la presión a Carmen Mazariego, quien sufre de hipertensión. “Si es que mi presión me sale alta es porque ayer no me tomé la pastilla”, dijo al sonreir la abuelita colombiana.

A unos pasos, alrededor de 20 abuelitos escribían en su cuaderno las palabras que pronunciaba el maestro de inglés Robert Brown, que les estaba tomando un dictado.

“Repita por favor ‘teacher’” expresó Margaret Coronado. El maestro repitió la palabra una vez más “delivery”.

Minutos después el mismo salón de las clases de inglés se convirtió en el espacio donde los abuelitos hacen sus ejercicios. Siguiendo un video, Leonel Guzmán levantaba los brazos al ritmo del instructor en la imagen. Algunos hacían sus ejercicios parados, otros sentados.

Así es Vida Senior Centers, en la sede principal, de Calvert Street en el noroeste de DC. La organización, antes conocida como Educational Organization for United Latin Americans (EOFULA), sirve desde 1969 a los adultos mayores, 95 por ciento de ellos de origen hispano.

La otra sede de Vida es el edificio de 36 apartamentos en Brightwood Street. Un tercer local —que pertenece al Gobierno, pero que administra Vida— es Hottie Homes Senior Wellness en Kennedy Street. En los tres centros, Vida Senior Centers asiste a alrededor de 850 adultos ancianos durante todo el año.

•Cubriendo las necesidades

“Para muchos de nuestros abuelitos que viven solos, nosotros somos su hogar, su refugio, un sitio donde pueden recibir un plato de comida balanceado y sobretodo en donde sus vidas cobran sentido”, manifestó la directora del centro Rosa Pizzi, quien este año reemplazó al fallecido Angel Luis Irene, con el cual el centro se elevó a otro nivel.

“Mi esposo y yo venimos aquí todos los días”, expresó Carmen Mazariego, quien vive en Washington DC desde hace 40 años y cuyo único hijo radica en Los Ángeles. “Aún no me quiere dar nietos”, dijo con una sonrisa.

Entre los programas que Vida Senior Centers tiene se encuentran una lista de clases de aprendizaje y entretenimiento. “Tenemos clases de inglés, computación, club de crochet, de joyería y costura, entre otros” , dijo Pizzi.

• Contra el hambre y depresión

La necesidad de las personas mayores es grande. Muchos de ellos viven en extrema pobreza, dijo Pizzi. “No tienen ni para comer, ni comprarse ropa. Apenas el dinero les alcanza para pagar el alquiler del lugar donde viven”, lamentó.

De hecho de acuerdo a cifras del Instituto de Política Económica, el 70 por ciento de los ancianos de origen latino son “económicamente vulnerables” y el 30 por ciento de los hispanos de edad avanzada enfrentan hambre o insuficiencia alimenticia.“Nosotros nos preocupamos por su alimentación. Tenemos a una nutricionista y una enfermera para controlar su salud”, añadió Pizzi.

El centro sirve como una terapia para los abuelitos. “Constantemente el Departamento de Salud nos deriva a abuelitos que sufren de depresión. Aquí ellos encuentran un sentido a la vida. Se sienten que pueden ser útiles y tienen la atención que necesitan. No están solitos”, manifestó Pizzi.

•Grandes retos

Los retos son grandes en Vida Senior Centers. La organización estira al máximo el $1,4 millón de presupuesto anual. “Ésta es una población que sigue creciendo y que demanda de mayores servicios”, indicó Pizzi.

Las proyecciones de la Oficina del Censo estima que la población hispana de la tercera edad se triplicará en los próximos 20 años y todo indica que para 2050 habrá 13.8 millones de ancianos latinos.

La falta de espacio es una necesidad urgente en la sede principal de Vida. “Necesitamos un salón de multiples propósitos y un espacio que sea de un solo nivel para que los abuelitos no tengan que estar subiendo escaleras o usando el ascensor”, señaló Pizzi.

El espacio de las clases de inglés también es el de las clases de ciudadanía, ejercicios y zumba. Los abuelitos y el personal de Vida colocan y apilan las sillas del lugar constantemente.

Los fondos de las entidades privadas varían. “Queremos comprometer estas donaciones para aumentar los ingresos e implementar todos los cambios que se necesitan”, expresó Pizzi.

El centro necesita de donaciones. Las personas interesadas en realizar una donación deben enviar email rpizzi@vidaseniorcenters.org.

Para más información visitar: vidaseniorcenters.org

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