Washington, DC.- Uno a uno fueron entrando los abuelitos al salón de uso
múltiple del edificio de viviendas Casa Iris, en el noroeste de DC.
“Hello, how are you?”, dijo con una sonrisa Carlos Flores, un carismático boliviano de 84 años.
En minutos, ese lunes de enero por la noche el salón se fue llenando con algunos de los residentes del edificio, diseñado para personas de la tercera edad.
Los ancianos se sentaron en las mesas alrededor y entre conversaciones, Flores le preguntó a otra residente, Felicia Betanza “¿repasaste la lección?. “No pude”, le contestó.
Al instante ingresó la familia Orozco, padre, madre y dos hijos adolescentes, quienes desde septiembre de 2014 tienen una cita con los abuelitos de Casa Iris cada lunes de 6 a 8pm para enseñarles inglés y computación.
Los Orozco, originarios de La Libertad, El Salvador, son voluntarios y han tomado la labor como un compromiso misionero.
Durante una visita al complejo, ubicado en la calle 12 en el noroeste de DC, en la primera semana de enero, El Tiempo Latino compartió con la familia y los activos estudiantes.
“Nos encanta estar con los abuelitos y ser útiles para ellos, enseñándoles algo práctico”, expresó la madre Evelyn Orozco.
Ronald padre es el maestro de inglés; Ronald Jr., de 19 años, es el instructor de computación. Evelyn y su hija Thannia son las asistentes y quienes aprovechan los minutos para ir a visitar a los ancianos que se encuentran en sus apartamentos.
La familia dice que invita a sus amigos para que sean voluntarios. De hecho ese lunes, una jovencita de 19 años, se les unió, Alma Vela.
“Los abuelitos son lindos. Yo les ayudé a unos a abrir una cuenta de correo electrónico”, dijo Vela, quien se sentó a conversar con doña Carmen.
Los esposos Jorge y María Hernández, quienes tienen 40 años de casados y son de El Salvador, son alumnos.
“Es increíble que a esta edad recién estoy aprendiendo el inglés. Se me hace muy difícil”, manifestó Jorge Hernández, quien vive en Estados Unidos más de 40 años.
“El problema es que uno se ha dedicado tanto tiempo a trabajar y trabajar, dejando de lado el inglés”, dijo al agregar con una sonrisa “pero nunca es tarde”.
Orozco aplica su propio método de enseñanza. “El maestro es bastante práctico y enseña de una manera que se deja entender”, dijo Flores, quien al ingresar al aula saludó a El Tiempo Latino en inglés.
Ese lunes, la dinámica de la clase fue distinta. “Hoy vamos a celebrar juntos el inicio del año y realizaremos algo diferente”, les advirtió Ronald Orozco Sr.
La familia dirigió unas dinámicas de juegos y los abuelitos tomaron el micrófono para cantar al estilo de karaoke.
Felicia Benzata lució su voz. También el mexicano Eduardo González, quien no sólo cantó sino que tocó la guitarra al punto de no querer soltarla.
El coordinador de la clase y eventos en Casa Iris, Mario Franco comentó que ese día sólo había unos pocos abuelitos.
“La mayoría está con gripe o en cama. Usualmente son más de 20 en la clase”, apuntó Franco.
A Franco le nació el amor hacia los abuelitos desde que empezó a trabajar en un “nursing home” (tipo asilo), en Virginia. Varias veces se ganó el reconocimiento de Empleado del Mes.
En 2013, Franco se unió a Casa Iris como coordinador de eventos. “La idea es mantener activos a los abuelitos. Los llevamos de paseo, coordinamos diferentes clases como la de nutrición y ésta de inglés y computación. Además tenemos un huerto casero que los mismos abuelitos cuidan”, agregó.
“Los lunes tenemos estas clases, los martes toman una clase para preparar alimentos frescos; los segundos miércoles de cada mes reciben productos del Banco de Alimento, y los viernes son de película”, expresó Franco.
Casa Iris es un proyecto de vivienda a bajo costo del National Hispanic Council on Aging (NHCOA), entidad que se enfoca en los temas cruciales que afectan a los latinos mayores, incluido el de vivienda.
El edificio cuenta con 40 unidades. El 60 por ciento de las personas que viven allí son hispanos, el 40 por ciento, afroamericanos, dijo una asistente de NHCOA.
Los abuelitos pagan un monto mensual asequible, dependiendo de sus ingresos económicos.
“Unos viven solos, otros con sus cónyuges”, dijo Franco, quien felicitó el trabajo voluntario de los Orozco. “Ellos han enseñado bastante a los abuelitos y los abuelitos los quieren mucho”, dijo.
Los Orozco, quienes son cristianos, toman la labor como un trabajo misionero. “Queremos vivir lo práctico del evangelio: servir con amor sin un beneficio propio”, dijo Evelyn. La familia realiza otros proyectos. Hace unos meses viajó a El Salvador, llevando ropa, juguetes y comida a poblados necesitados.
En Casa Iris, no enseñan Biblia, pero sí lo básico del inglés y del manejo de una computadora. Para muchos abuelitos su meta es saber usar el Facebook y así relacionarse con sus familiares.