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Washington, DC.- Andrea Ceballos se vistió desde muy temprano el sábado 2 de mayo con la pantaloneta negra, zapatillas de colores y camiseta blanca con el número 18102.

CÁNCER. En marzo de 2014, Andrea terminaba sus quimioterapias.



Alfredo Duarte Pereira para ETL

CÁNCER. En marzo de 2014, Andrea terminaba sus quimioterapias.

La argentina, residente en Burke, Virginia, estaba lista para correr. No sería una carrera usual, sino una llena de color (literalmente) y de celebración por la salud y vida. Hacía apenas un año que

GALA. La familia junta en julio de 2014, durante la boda de unos amigos.



GALA. La familia junta en julio de 2014, durante la boda de unos amigos.

esta madre vencía la batalla contra el cáncer al seno.

Ceballos cumplía ese sábado un deseo de hace varios años: participar en el Color Run, una divertida carrera donde no importa quién llegue primero sino quién termina con más polvos de colores en la ropa, rostro, pestañas y cabello.

Ella cumplió su misión. Sus hijas, Camila de 17 años y Julieta de 24, la acompañaron en las tres millas que hicieron en el estadio RFK de Washington, DC. Las tres terminaron pintadas de pies a cabeza. “Fue una experiencia muy linda y divertida hasta tenía pintura en los dedos de mis pies”, añadió con una sonrisa.

Al principio Andrea iba al trote de esta reportera, caminando junto a un grupo del equipo de El Tiempo Latino. Sin embargo, en sus ojos se veían las ansias de “alzar vuelo” y probarse a sí misma que podría ir con rapidez, sientiéndose libre. Para ella ésta era más que una carrera de colores. Era una carrera por la vida, en la que le decía al cáncer —que la atacó hace año y medio— que no la había doblegado.

Al confundirse con la multitud multicolor y recibir en el camino “pistoladas” de pintura en polvo, Andrea no podía más que agradecer a Dios. “Fue una carrera muy significativa para mí. Me siento saludable y en buena forma”, dijo y exclamó “¡corrí con la misma rapidez de mis hijas!. Les seguí el ritmo y juntas llegamos a la meta”.

Era como si con cada paso que Andrea daba hacia adelante dejara atrás las imágenes oscuras del tiempo que peleó con el cáncer. En los peores momentos de los efectos de la quimioterapia, habían días que no tenía la fuerza mínima nisiquiera para sostener una taza de té o pelar un mango.

“Mis energías se me iban de una manera increíble. Fue un tiempo muy difiícil”, dijo.

A Andrea el mundo se le detuvo por instantes la tarde del martes 22 de octubre de 2013, cuando escuchó el inesperado diagnóstico: “carcinoma ductal invasivo moderadamente diferenciado”. En pocas palabras, cáncer al seno.

Nadie está preparado para recibir una noticia como tal. Menos ella, quien siempre había sido muy meticulosa con sus mamografías, chequeos y cuidado de salud. Apenas tres meses antes del diagnóstico se había realizado su mamograma anual y todo había arrojado negativo.

“Siempre fui una mujer sana, lo más fuerte que me tiró a la cama era una gripe. Por lo que no podía creer lo que me estaba pasando”, expresó la primera vez que compartió, paso a paso, su experiencia durante una conversación con El Tiempo Latino. (Vea “Dios me dio otra oportunidad de vida”, publicado el 4 de abril de 2014)

El cáncer la golpeó y marcó un antes y después en su vida. Pero no se dejó vencer, aún cuando estaba en pleno tratamiento, ella seguía trabajando, dando clases a niños de 3 y 4 años en un pre escolar privado.

Hoy, 19 meses después de haberse sometido al intensivo proceso de quimioterapias, cirugías y radiaciones, su cuerpo responde bien. No hay rastros de cáncer y todos sus niveles son óptimos. El chequeo más reciente lo tuvo una semana antes de la carrera.

“Me dijeron que estoy muy bien”, sonrió. Andrea se ajusta a su nueva vida y a los cambios que se le acercan. En septiembre se casa su hijo Martin, de 23 años y en agosto, Camila se va a la universidad. Por eso The Color Run cobró un sentido especial. “Siempre quise hacer esta carrera con mi familia. Incluso un año antes del cáncer me quise inscribir pero sólo había un espacio y Camila quedaba afuera por eso no corrí”, contó.

Fundado en 2011, The Color Run es “la carrera de 5K más feliz del planeta”, señalan sus organizadores. Se realiza en ciudades de casi todos los estados y en más de 50 países. En Washington se lleva a cabo casi siempre en mayo.

“El próximo año espero venir nuevamente”, aseguró Andrea.

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