El fin de la pesadilla llegó para Andrea Bocángel, la madre boliviana, residente en Virginia, que tras cuatro años de una búsqueda desesperada se reencontró con su niño, Mario Andrés Olguín —ahora de 8 años— a quien el padre se llevó de manera ilegal a México en julio de 2011.
“Ha sido un reencuentro milagroso, luego de tantos años de tormento, falsas esperanzas y hasta una serie de complicaciones para poder traerlo, aún habiéndolo hallado en México”, expresó Bocángel a El Tiempo Latino, el martes 9 de junio, durante una conversación en la casa que ocupa en una zona del área metropolitana (por seguridad no se hace pública su ubicación).
En septiembre de 2011, El Tiempo Latino publicó su historia en portada bajo el título “Desesperada por su hijo”. Hoy Bocángel vuelve a ser primera plana en este periódico, pero esta vez en positivo, abrazando a su niño, al que no veía desde que tenía cuatro años.
“No puedo explicar la felicidad que tengo de volver a abrazar a mi hijo, besarlo, cuidarlo y tenerlo en casa”, sonrió Bocángel mientras que Mario Andrés le hablaba al oído, retándola a jugar a la carrera de autos. “Mami yo te voy a ganar” la susurraba y luego le daba un abrazo.
Madre e hijo regresaron de México hace tres semanas y ésta es una de las primeras entrevistas que Bocángel otorga a un medio de comunicación, después que Univisión se hizo eco de la historia.
El drama de la desaparición y el reencuentro del niño con su madre parecen de película: intriga, peligro, amenazas y —según asegura Bocángel— intervención divina. “Dios me envió ángeles que me ayudaron”, dijo.
Mario Andrés desapareció el 29 de julio de 2011 cuando durante una visita regular —ordenada por un juez— su padre, Mario Eloy Olguín, originario de México, se lo llevó y nunca lo trajo de regreso. La pareja se había divorciado y Bocángel contaba con la custodia del niño.
Desde entonces empezó la búsqueda desesperada de Mario Andrés. A los pocos días de desaparecido, familiares del ex esposo dijeron que éste se había llevado al niño a San Luis Potosí, en México.
La Policía de Fairfax emitió una orden de arresto para el padre y el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados activó la alerta a nivel nacional e internacional. “El FBI intervino y también el Interpol, pero no hallaban a mi hijo”, señaló la madre. “Era como si la tierra se los hubiera tragado. Por años no supe nada de ellos”, contó Bocángel.
La luz llegó a la vida de la madre cuando un mensaje anónimo a través de Facebook la alertó de la ubicación del niño en Querétaro, México, el pasado febrero. A partir de entonces vivió otra odisea.
Angustioso reencuentro en México
En octubre de 2014, Andrea Bocángel abrió una página de Facebook bajo el nombre “Mario Andrés Olguín Missing Children”, en la cual publicó el volante del Centro Nacional de Niños Desaparecidos y Explotados. Éste mostraba la foto del niño y el captor: su padre Mario Eloy Olguín.
“Tenía la esperanza de que alguien lo hubiera visto y me diera algún tipo de información. También pensé que si mi niño tenía 8 años tal vez entrara a las redes sociales y algún día me pudiera encontrar”, relató.
En febrero un mensaje anónimo le delvolvió la vida. “La persona decía que sabía dónde estaba mi hijo. Y me dio la dirección de la escuela donde estudiaba”, señaló.
Bocángel quería salir corriendo en búsqueda de su niño pero al mismo tiempo tenía dudas y temor: podría ser el propio esposo, o algún inescrupuloso que quería tomar ventaja. “Antes, detectives privados se aprovecharon de la situación, ofreciéndose a buscar a mi niño sin hacer nada ”, contó.
“Reporté a la Policía y al Centro de Menores Desaparecidos”, dijo. Los mensajes continuaron. “Confié en esta persona, sé que fue un ángel que Dios me envió”, apuntó.
El proceso del reencuentro y el regreso del niño a EE.UU. tomó meses tras complicados procedimientos legales. “Lo más importante era que las autoridades de México aseguran a mi hijo para que su padre no huyera, volviéndoselo a llevar a otro lugar”, dijo Bocángel.
Ya había pasado antes. En 2013 las autoridades de México le dijeron que habían localizado a su hijo y que Bocángel tenía que presentarse de inmediato en la corte. “Mi familia voló al lugar, pero no halló nada. Las autoridades habían localizado a mi niño pero no lo habían ‘asegurado’ y otra vez el hombre (ex eposo) se lo llevó, sin dejar rastro”, contó. “Fue desgarrador. Lo teníamos cerca, pero de nuevo desapareció”, añadió.
Esta vez, instituciones y agencias del orden actuaron coordinadamente y el 16 de abril tomaron custodia del niño. Ingresaron a la escuela y lo ubicaron en un hogar para menores. “En todo momento él pensó que estaba en un hotel para niños”, contó la mamá.
Bocángel viajó a México acompañada de su madre y el 19 de abril —después de cuatro años — pudo abrazar y besar a su hijo. Al instante que el niño la vio, corrió a sus brazos. “Me dijo ‘mami te habías tardado mucho para encontrarme’. Fue un momento maravilloso”, recordó.
La odisea no terminó allí. El padre de Mario Andrés inició la batalla legal. Sometió un recurso de amparo y luego una apelación al fallo de la jueza que permitía a Bocángel trarse al niño, bajo el Convenio de La Haya. El proceso se atrasó. “El caso se dilató semanas. Y lo más difícil era que mi hijo tenía que quedarse en la casa hogar hasta que la corte resolviera”, dijo Bocángel.
Ambos padres visitaban al niño. “Se me rompía el corazón cuando lo tenía que dejar, contó.
Finalmente una jueza desestimó la apelación y Bocángel salió con su niño a EE.UU. antes que Olguín llevara el caso a otra instancia mayor. Los momentos de la salida fueron drámaticos (detalles en la versión online). Por fin en territorio estadounidense, Bocángel pudo respirar.
“Todavía hay cierto temor, este hombre amenazó a la jueza y dijo que está dispuesto a cruzar el país ilegalmente para llevarse nuevamente a mi hijo”, contó. “Yo no quería que las cosas terminaran así, por el bienestar del niño.
Quería que llegáramos a un acuerdo para que mi hijo mantuviera contacto con su papá, pero no se puede”, dijo Bocángel, quien en medio de esta situación está a punto de dar a luz a su segundo hijo.
“Ya quiero ver a mi hermanito”, dijo Mario Andrés.
Bocángel abrirá una fundación para guiar a las madres que pasan por lo mismo que ella experimentó.