Tiene siete hijos, su esposa está embarazada de gemelas, gerencia un gimnasio, es deportista, entrenador, y por si todo eso fuera poco, educa a sus hijos académicamente bajo la modalidad de escuela en el hogar.
Es Eric Eckenrode, de 47 años y de madre peruana, quien junto a su esposa Nicole lidera el “Team Eckenrode”, en el gimnasio que poseen en Rockville, Maryland, una espaciosa instalación en donde trabajan y educan a sus cuatro niñas y tres niños, el mayor de ellos, Joseph, de 12 años.
“Crecí sin mi padre y hoy veo cómo soy con mis hijos y me convenzo de que me gustaría haber tenido un padre como yo, no es falta de modestia, es como lo siento”, dijo Eckenrode a El Tiempo Latino en una entrevista reciente realizada en Team Eckenrode, “la casa del entrenador independiente”, como llaman al gimnasio por las características de los servicios que ofrecen.
Nacido en California y mudado a Perú cuando tenía dos años, Eckenrode recuerda que pasó “mucho tiempo de su infancia y juventud en los gimnasios”, sufrió las carencias de un oportuno consejo paternal, “especialmente en los momentos difíciles” en los que las malas tentaciones lo acecharon.
“Las experiencias que tenemos en la vida nos inspiran a lo que hacemos después”, destacó Eckenrode quien regresó desde Perú a los 10 años.
“No hablaba nada de inglés. Sufrí de acoso escolar pero eso a mí me ayudó, me hizo más fuerte, empecé a hacer ejercicio, pesas, era fisicoculturista desde que tenía 11 años y a los 15 empecé a competir. Quería ser Mr. América”, contó.
Eckenrode hablaba con la mirada fija en algunos usuarios de su gimnasio, el viernes 5 de junio, y seguramente pensando en el futuro de sus —por ahora— siete hijos, quienes lo esperaban en un salón familiar, especialmente acondicionado para ellos.
“Siempre estaba en el gimnasio, a los 14 años ya estaba trabajando y a los 16 años ya era manager”, continuó hablando sobre sus experiencias como deportista y trabajador desde temprana edad.
Más tarde se tituló como Mr. Maryland a los 19 años y ganó “un montón de competencias” hasta coronarse como Mr. América, de su clase, en 1991.
“Pero eso, el físicoculturismo, es un poco oscuro. Hay quienes pueden decir que es bueno, saludable, pero no es así. Es peligroso”, aseguró.
Luego de alcanzar el éxito, Eckenrode se fue a Las Vegas y vivió tiempos difíciles, dentro del físicoculturismo y en otras facetas de la vida.
“Uno puede perder fácilmente los valores porque allá (Las Vegas) todo el mundo hace lo que quiere y es fácil pervertirse. Gracias a Dios regresé al área en 1996 y mi familia me recibió con los brazos abiertos”, puntualizó.
A esas alturas, ya no quería tener nada que ver con el mundo de los gimnasios hasta que Charlie Hoffmam, su padrastro, le recomendó que recogiera los frutos de lo que había sembrado.
“Yo había sembrado en el gimnasio”, aceptó y explicó que “para no caer en las tentaciones se necesita mucha ayuda de Dios”. Por eso, como buen católico, “fui a misa todos los días a pedir la ayuda para cambiar mi vida. “Yo no sabía cómo hacerlo”.
“Entendí que lo espiritual es igual a lo deportivo. Es disciplina, perseverancia: 24 horas al día. Así cambié mi vida”, expresó.
A los 30 años conoció a Nicole y se casaron en 2002.
“Sabíamos lo que queríamos en nuestras vidas, fue un proceso y nos dimos cuenta que queríamos una ruta más de virtud. No queríamos hacernos daño, queríamos hijos pero para criarlos en un ambiente sano”, expresó este papá, quien ahora se prepara para más horas de desvelo, a partir de agosto, cuando está previsto que su esposa Nicole traiga al mundo a las gemelas Rachel y Rebecca.
Eckenrode dijo que decidió comprar el gimnasio —que estaba a punto de ser adquirido por los grandes consorcios del ramo—, “por la familia y la comunidad”. Lo arregló con sus amigos, hipotecó su casa y hoy es la base económica de su particular hogar.
“Aquí están todos mis amigos de cuando yo era niño. Son entrenadores acá, es una oportunidad para el entrenador personal, todos participamos”, explicó.
“Les enseño a mis hijos que en la vida hay que trabajar en equipo y así lo hacemos en el gimnasio”, dijo Eckenrode.
A su lado se encontraba su esposa Nicole, nacida en Texas y llegada al área a los 8 años. “Disciplina”, exclamó Nicole.
“En una palabra, así es como se resume todo esto. También con amor y diversión, pero la disciplina es lo primero”, agregó la señora Eckenrode a quien el embarazo de gemelas no le impide trabajar en el gimnasio. “Se trata de los niños, de pasarla bien con ellos, quieren aprender y asumimos la enseñanza”, explicó.
Cuenta Nicole que antes de casarse, una de sus compañeras de trabajo le dijo que iba a hacer ‘home schooling’ (escuela en el hogar). “Le pregunté que cómo iba a hacer eso, le dije que se iba a volver loca. Pero ahora veo que sí es posible, que se puede hacer, sólo hay que tener la voluntad”, reconoció.
Consultada si no es mucho trabajo para ella y Eric expresó con una sonrisa que espera “que sus hijos crezcan rápido” para que los ayuden. “Absolutamente”, admitió Nicole. “Con las gemelas vamos a llegar a seis niñas y tres varones, ganan las niñas”, sonrió.
La madre de Eric Eckenrode, la peruana Sara Hakim Vial de Hoffmam, nació en El Callao y vino a Estados Unidos a los 18 años, en 1962.
“Soy una madre abuela muy activa y con las gemelas llegaré a 19 nietos en total”, comentó la señora Hoffman quien admira a su hijo y nuera por la forma de criar y educar a sus hijos.
“Es maravilloso porque me doy cuenta de la diferencia en la educación de los niños, porque los padres a pesar de que están trabajando en el gimnasio y en casa, ellos enseñan, llevan un curriculum de acuerdo a los estatutos de estudios. Es una cosa increíble. Son niños que tienen una disciplina que ya no se ve en estos días’, dijo.
“El mayor de ellos, por ejemplo, empezó a leer a los tres años y ahora que ya tiene doce es un muchacho que está bien educado”, concluyó Hoffmam al destacar la labor de su hijo Eric Eckenrode, un padre que, como pocos hoy, dedica casi todo su tiempo a sus hijos.