LIMUSINA. Las jóvenes y los jóvenes que participaron en la gran fiesta de quinceañeras en Langley Park se disponen a subirse a una limusina autobús.



Sarah L. Voisin/THE WASHINGTON

LIMUSINA. Las jóvenes y los jóvenes que participaron en la gran fiesta de quinceañeras en Langley Park se disponen a subirse a una limusina autobús.

Al ritmo de la música y en muchos casos con la liturgia más novedosa de la Iglesia Católica, la tradición de la Quinceañera, viejo rito azteca que marca el paso de las jóvenes de la infancia a la juventud, florece y mueve millones de dólares en Estados Unidos.

Los aztecas marcaban con un ritual especial el paso de la niña a la edad adulta, y esta tradición, adoptada por los conquistadores españoles y la Iglesia Católica, sigue siendo hoy una de las fechas más importantes para las familias americanas.

Una tradición no escrita establecía que las quinceañeras actuales celebraran su fiesta ataviadas con un traje de color rosa, pero “las chicas ahora quieren algunos cambios, y en lugar del clásico vestido rosa de pronto quieren uno blanco, o de otros colores”, afirma Leslie García, una hondureña que trabaja en una tienda especializada en ropa para ceremonias como las de las quinceañereas.

ALEGRIA.María López Garcia y otras 12 jovencitas participaron en Mis Quince Años, un programa que tuvo lugar en el Centro Comunitario de Langley Park en Prince George’s, Maryland



Sarah L. Voisin/THE WASHINGTON

ALEGRIA.María López Garcia y otras 12 jovencitas participaron en Mis Quince Años, un programa que tuvo lugar en el Centro Comunitario de Langley Park en Prince George’s, Maryland

“Cada vez se celebra más esta fiesta y las niñas tienen la ilusión de que tendrán su gran ceremonia cuando lleguen a ser quinceañeras”, añade.

Hace poco, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos aprobó una liturgia específica para esta celebración, durante la cual se presenta a la joven ante la comunidad parroquial ya como persona adulta y recibe una bendición que incluye ­—según el texto de los obispos— “el compromiso de la quinceañera con Dios y con la virgen María para vivir su vida de acuerdo con las enseñanzas de Cristo”.

En muchas parroquias, el ritual de presentación de la joven incluye un cortejo, formado por una niña mucho más joven que lleva una almohadilla en forma de corazón con una coronita, y un niño que porta en otra almohadilla una réplica de zapatos de tacón.

El momento cumbre de la celebración tiene lugar cuando la quinceañera se cambia de zapatos. El padre, si está presente, es quien le quita sus zapatos de tacón bajo y le pone los de taco alto: la niña que entró con calzado de infancia sale caminando como mujer joven.

La fiesta no se limita a los católicos en Estados Unidos, sino que es común a otras iglesias cristianas.

La celebración se hizo popular en Estados Unidos primero durante la década de 1930 y en ocasiones se ha combinado con la costumbre estadounidense de ”sweet sixteen”, que celebra el decimosexto aniversario de la muchacha, también con el sentido de ”presentación en sociedad” de la joven.

”Hay muchas celebraciones de quinceañeras”, afirma Oscar Cañas, un salvadoreño que dirige una tienda en la que se puede contratar la música que animará la fiesta, así como los vestidos que lucirán las jóvenes.

Los precios de los vestidos oscilan entre los $200 hasta los $1.000, y una fiesta puede costar entre $8.000 y $20.000, explicó.

“Está el vestido de la quinceañera misma, después los de sus acompañantes, que a veces, según la tradición, son 14 jovencitas que recuerdan cada uno de los años vividos por la del cumpleaños. Y están los vestidos de las mamás, y los trajes de los papás, y la bebida, y la música, la comida, las flores…”

“Es tremendoî”, agrega al insistir en que “el gasto es enorme” y las preparaciones duran meses.

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