Cuando Sonia Correa recibe en la organización de servicios legales Mil Mujeres, en DC, a una inmigrante que ha sido víctima de violencia doméstica, entiende muy bien los temores, dudas y preocupaciones a las que estas mujeres se enfrentan.
Hace 15 años Correa vivió una pesadilla con su agresor: el hombre con el que se casó “para toda la vida”. El abuso se materializó en golpes que la pusieron al borde de la muerte. Sin embargo, la inmigrante mexicana, oriunda de Jalisco, pudo romper con el círculo de la violencia y después de tres años de casada se divorció.
El pasado de horror y miedo quedó atrás en California. Pero su testimonio prevalece.
“Yo he pasado por muchas cosas, pero con la ayuda de Dios y los ángeles que ha puesto a mi alrededor he podido salir adelante”, contó la mujer que vive en Virginia con sus tres hijos de 16, 15 y 12 años.
Uno de esos ángeles –dice— fue la cónsul de protección del consulado de México, Rocío Vásquez, quien en 2009 la contactó con Mil Mujeres y consiguió que revisaran su caso para que Correa pudiera obtener un Visa U.
En los últimos cinco años la Sección Consular de México ha tratado junto con Mil Mujeres más de 500 casos de asistencia de visas U. “Casi todos fueron exitosos”, dijo Vásquez. “El de Sonia es el que más nos impresiona, porque ella es una mujer que se ha superado y ahora se pone al servicio de los demás”, añadió.
Ahora Correa, junto al equipo de Mil Mujeres, asiste legalmente a los inmigrantes que sufren de abuso doméstico, asalto sexual o que son víctimas de crímenes violenyos. “Al día vemos un promedio de 30 personas”, expresó.
Fundado en 2007, Mil Mujeres se ha convertido en uno de los recursos legales clave en el área metropolitana. Al año proveen información legal a más de 15.000 personas y asisten individualmente a un promedio de 600 personas de manera personalizada.
“Nosotros ganamos los casos en 99 por ciento de las Visas U”, expresó Correa.
El abogado Mark Haufrect, cofundador de Mil Mujeres instó a otras víctimas a buscar ayuda. “Deben denunciar los casos”, dijo.
Para obtener una Visa U es indispensabe que haya un reporte policial. Para más información sobre Mil Mujeres llamar al 202-808-3311 o visitar milmujeres.org.
Más sobre Sonia Correa
A los 16 años Sonia Correa se casó con el príncipe azul que terminó siendo, como ella afirma, el monstruo del cuento.
Nacida en Jalisco, México, la jovencita de ese entonces emigró a Estados Unidos con su esposo a los meses de casada. “Todo estaba bien cuando vivíamos en México, pero las cosas cambiaron cuando nos vinimos a este país”, contó.
El hogar que había soñado se tornó poco a poco en una pesadilla. “Todo es un proceso, primero las palabras ofensivas, luego los empujones y después los golpes y amenazas”, contó Correa recientemente a El Tiempo Latino.
La pareja vivía en California. “Mi esposo era una persona de mucho dinero y poder. Yo me sentía que no tenía salida”, manifestó. “Siempre me amenazaba con quitarme a mis hijos y yo le creía”, añadió.
Sin embargo, tras una golpiza que la llevó al hospital y casi le cuesta la vida, empezó el cambio para Correa. “Me había golpeado tanto que me rompió la mandíbula y hasta él penso que yo me iba a morir”, recordó.
Pero Correo no se dejó vencer. Resistió y comenzó a dar los pasos para salir del círculo de la violencia.
“Yo dije basta, no puedo más. Esa no era un vida para mí y mis hijos”, expresó.
No fue fácil. De un día para otro, Correa se vio desamparada, sin casa, ni dinero. “Fui ‘homeless’ Tuve que vivir con mis hijos en mi carro porque mi esposo se había encargado de hacer las cosas de tal manera para que yo saliera de la casa y dejarme sin nada”, expresó.
Hoy, 14 años después, Correa le sonríe a la vida y dedica la mayor parte de su día a ayudar a mujeres que son víctimas de la violencia en el hogar. Trabaja en la organización Mil Mujeres en DC, que desde 2007 ha asistido legalmente a miles de inmigrantes que sufren violencia doméstica y asalto sexual.
“Eso quedó en el pasado. Ahora veo un futuro optimista”, dijo al señalar que su misión es educar a las mujeres y ayudarles a encontrar los recursos para que puedan superarse.
“Hoy hay más apoyo legal para las víctimas”, enfatizó.
Antes de las Visas U
Cuando Correa se divorció aún no existían las Visas U, que se otorgan desde 2008 a las personas que son víctimas de crímenes violentos y que reportan los casos y cooperan con las autoridades en la investigación del crimen.
Por años Correa buscó en California ayuda legal sin éxito. “Pagué miles de dólares sin ningún resultado”, dijo. No había una ley que la amparara para poder obtener sus documentos migratorios.
Hasta 2008, los inmigrantes que habían sufrido abuso sólo podían ampararse bajo el Acta de Violencia contra la Mujer (VAWA). La víctima podía obtener un estatus migratorio siempre y cuando hubiera estado casada con el agresor y éste fuera un ciudadano estadounidense o residente permanente. “Mi esposo no estaba bajo esta categoría por lo que nunca pude acceder a mis papales”, relató.
Años después, al mudarse a Washington DC, Correa conoció a la cónsul de protección de la Sección Consular de México, Rocío Vásquez. Ella se enteró de la situación que había vivido la mexicana y la derivó con Mil Mujeres. La organización inició el proceso de la solicitud de Visa U para Correa en 2009 cuando se expedían las primeras visas de este tipo.
“Fue un proceso largo porque habían pasado varios años”, dijo. “Había que remover todo. Los reportes policiales y las certificaciones que aseguraban que ocurrió la violencia”, dijo.
En 2012, Correa obtuvo su residencia permanente y desde meses antes con su permiso de trabajo se incorporó oficialmente al equipo de Mil Mujeres. “Desde que ellos vieron mi caso yo serví de voluntaria”, manifestó.
Superación
Recientemente, durante una conferencia de prensa el cofundador de Mil Mujeres, el abogado Mark Haufrect, se refirió a Correa como un ejemplo de inspiración.
“Nosotros nos sentimos orgullosos de Sonia. Ella es una de las personas clave en nuestra organización y un ejemplo de superación”, dijo Haufrect.
Correa siempre quiso ser abogada y en Mil Mujeres trabaja de cerca con cada caso. Actualmente estudia para obtener una certificación del Board of Immigration Appeal para ejercer funciones de asesoría legal. Correa hoy es optimista. Su testimonio es un vivo ejemplo de que se puede superar la violencia y salir adelante.