BLACKSBURG, Va.- En el pasillo de la Blacksburg Middle School una cartulina amarilla con el dibujo de un panda llorando, recordaba el domingo 14 de febrero a Nicole Lovell, la adolescente de 13 años cuyo cuerpo fue encontrado acuchillado, tres días después de su desaparición. “Nicole tú has tocado muchos corazones”, “te extrañamos”, y “nunca te olvidaremos”, decían las frases en el cártel hecho a mano pegado en la pared.



Al lado, otra cartulina, de color negro, con el nombre de la menor ocupando casi todo el espacio escrito con letras amarillas y naranjas, mostraban un pandita, flores y corazones. Cuatro jovencitas habían escrito “se fue pero nunca la olvidaremos”.

El pueblo de Blacksburg, localizado en las montañas de Virginia en el Valle New River, a unas cuatro horas de Washington DC, experimenta una vez más el dolor de la tragedia.

Esta comunidad —de 43.985 habitantes, 3,5% de ellos hispanos— vivió en abril de 2007 la peor masacre ocurrida en un campus universitario de Estados Unidos, cuando el estudiante Seung-Hui-Cho, de Virginia Tech, ingresó armado a los salones de clases de esa casa de estudios y mató a 32 personas, entre ellos dos estudiantes hispanos. Luego se suicidó.

La herida vuelve a abrirse con una mezcla de incredubilidad y enojo que se suman al dolor. Lo que empezó con la búsqueda de una adolescente, desaparecida el 27 de enero, se tornó en un hecho sangriento con detalles espeluznantes que ponen otra vez los ojos sobre Virginia Tech, el orgullo e ícono de Blacksburg.

Dos estudiantes de esa universidad fueron arrestados por la muerte de Nicole Lovell. David Eisenhauer, de 18 años, está acusado de secuestro y asesinato en primer grado y Natalie Keepers, de 19, está acusada de complicidad y de ayudar a esconder un cadáver. Ambos estaban cursando su primer año de ingeniería.

Los motivos del crimen aún están bajo investigación, pero se sabe que la adolescente había conocido a Eisenhauer a través de las redes sociales y que le había contado a una niña que “él era su novio” y soñaba con fugarse con él.

“No dejemos que la violencia nos defina”

La comunidad y estudiantes lidian con la tragedia y la connotación negativa del pueblo y el campus que se proyecta en los medios. Después de 2007, otros incidentes violentos en Virginia Tech hicieron titulares a nivel nacional. En enero de 2009 un estudiante internacional de China asesinó a una compañera en un café del campus, por no responder a sus intenciones románticas.

En 2011, el oficial Deriek Crouse de la Policía de Virginia Tech fue asesinado por un disparo que ejecutó un individuo que se le acercó mientras el agente estaba estacionado en el campus. El hombre, que no era estudiante de la universidad, había robado un vehículo. Luego, al ser interceptado por otro oficial, se suicidó.

En febrero de 2014, la tragedia enlutó nuevamente al campus. Samanata Shrestha, quien estudiaba biología, fue asesinada. Su compañera de estudios y pareja sentimental Jessica Michelle Ewing fue sentenciada a 80 años por el crimen.

“No vamos a dejar que esta violencia nos defina”, dijo en una conferencia de prensa el jefe de la Policía de Blacksburg, Anthony Wilson, tras que se halló el cadáver de Nicole Lovell en Carolina del Norte, a unas 80 millas de su casa.

Una semana después, el domingo 7, en la iglesia North Star, que reúne a un gran número de universitarios, dedicaron el tiempo para orar por la familia de Nicole Lovell, la comunidad y los estudiantes de Virginia Tech.

“La atmósfera no es muy buena. Hay una mezcla de emociones, como enojo contra los estudiantes”, expresó Alma Vela, de Fairfax, quien cursa su segundo año de ingeniería civil.

Las autoridades luchan por erradicar la connotación negativa. El alcalde de la ciudad, Ron Rordan dijo que se debaría destacar la forma cómo Blacksburg se sobrepone a estas tragedias. “La historia que debería ser noticia, y lo que hace única a nuestra comunidad, es cómo Blacksburg se une y responde a los trágicos eventos. Nuestros ciudadanos se cuidan y miran unos por otros”, declaró el alcalde al Roanoke Times.

El lunes 8, estudiantes de Virginia Tech y miembros de la comunidad, organizaron una vigilia en memoria de la adolescente. Lo hicieron en la Main Street, una calle que traza la línea entre el campus y el pueblo, en donde residentes comparten mesas en los restaurantes con los estudiantes de la universidad.

Ese día estaba presente la madre de Nicole, Tammy Week, quien a través de una declaración escrita aseguró a los estudiantes que su angustia no estaba relacionada con la universidad y sus estudiantes como tal.

“Quiero poner en claro que no tengo ningún resentimiento contra la comunidad de Virginia Tech ni la Policía de Blacksburg. Sólo contra las dos personas que arrancaron a mi bebé de nuestras vidas”, decía la declaración.

• Virginia Tech, orgullo de Blacksburg

Al caminar por las calles del pueblo, comer en un restaurante o hacer compras, es fácil sentir el orgullo que los residente tienen por la universidad y sus estudiantes. Blacksburg, es la ciudad de los “Hokies”, como se llama a la mascota de Virginia Tech, de color naranja y marrón. Stickers en los autos, banderines en las casas, restaurantes y establecimientos, son comunes. En una gasolinera cualquiera se encuentra, desde vasos hasta gorras y camisetas de los “Hokies”.

Los 30.000 estudiantes del campus son la mayoría de los habitantes del pueblo. Y el centro universitario representa la fuente de trabajo más grande del ayuntamiento, con 15.000 empleos según estimados de 2014.

“No se puede generalizar”

La estudiante Jessica Spiers escribió en su blog “Lo que pasó aquí recientemente no es lo que un “Hokie” significa. Dos personas no pueden representar a una comunidad diversa y única de 30.000 estudiantes”, dijo.

• Hay muchas cosas buenas

Pocos se percatan sobre los logros de Virginia Tech, dicen los estudiantes. En medio del dolor por la muerte de Lovell, un equipo de investigadores de Virginia Tech —estudiantes dirigidos por el profesor Marc Edwards— fueron llamados a formar parte del equipo nacional que investiga la solución al agua contaminada en Flint, Michigan. Este equipo de investigadores fue el primero en probar que el agua contenía altos niveles de plomo.

En 2015 la universidad probó por primera vez en una carretera (la 395 en el Norte de Virginia) su auto sin conductor, un invento revolucionario.

Ese mismo año en agosto, Tech ocupó el segundo lugar en la lista de estudiantes más felices en el país, según Princeton Review.

Como siempre lo han hecho, el campus y la comunidad, prevalecerán y juntos superarán una vez más el dolor de la tragedia.

milagros@eltiempolatino.com

últimas noticias


Sucesos

El caso de Hickman's Family Farms

MS-13: "Te unís o te morís"


Política

La representante Tricia Cotham deja el Partido Demócrata para unirse al Republicano


Nacional

En Florida preparan ley contra los periodistas y medios de comunicación