A mí me lo contó quien luego le daría un ejemplar de El Tiempo Latino al precandidato presidencial republicano. Pero en el video en youtube, con rockera banda sonora, se ve el helicóptero TRUMP aterrizando en el aeropuerto regional de Hagerstown, Maryland, el domingo, 24 de abril.
Una multitud levanta teléfonos y carteles al tiempo que jalea al aspirante a candidato presidencial republicano cuando éste desciende del aparato —gorra blanca con el eslogan bordado: Make America Great Again, y una banderita estadounidense en la solapa.
Y Donald Trump, ante un micrófono, lee una hoja de papel blanco.
Explica Trump a su audiencia que en Maryland los trabajos en el sector de la manufactura han caído un 40 por ciento desde 2001. Y cuando parecía que Trump iba a leer su discurso, arroja a un lado el papel —cuya única función era leer la negativa estadística laboral— y arremete, en inglés fragmentado y contundente, contra “China y todos esos países” donde se van los trabajos y menciona México, hace una pausa, y exclama: “We are going to build the wall”, y las masas aplauden y gritan.
Cuando abandonó el micrófono, bajó de la tarima y descendió a la altura de sus seguidores, se concentró Trump en firmar cuanto objeto le entregaban: gorras, carteles, un libro… Y la puertorriqueña Jo-Ann Chase y su esposo Clay Chase le pusieron delante a Trump la edición de El Tiempo Latino que abría con este titular: “Así pagará México por el muro”. La portada del 8 de abril de nuestro periódico la encabezaba un artículo de Bob Woodward y Robert Costa, de The Washington Post, junto a un perfil del matrimonio Chase, firmado por mi, con este titular: “Por qué una latina apoya a Trump”.
El texto de Woodward y Costa explicaba el memorandum que Trump acababa de enviarle al Post en el que se explicaba cómo el muro fronterizo del futuro presidente Trump se pagaría presionando al gobierno de México con medidas que congelarían parte de las remesas que ese país recibe de los inmigrantes.
“La amenaza se retiraría cuando el gobierno de México acepte hacer un pago de entre $5.000 millones y $10.000 millones para la construcción del muro, escribió Trump”, según se lee en el artículo.
En mi artículo sobre Jo-Ann y Clay Chase, contrastaba a esta pareja de profesionales y con larga experiencia política en diferentes cargos en el Partido Republicano, con los análisis demográficos que perfilan a los seguidores de Trump, como varones blancos, religiosos no evangélicos y de bajos ingresos.
Contó Jo-Ann que cuando le dió El Tiempo Latino, Trump “se sintió cómodo con el periódico escrito en español”. El esposo de Jo-Ann, Clay, defiende la necesidad de un candidato como Trump quien, como él, no siente temor por el español: “(Para aprender más español) yo ahora estoy estudiando con Rosetta Stone”, dijo Clay Chase. “Y lo escucho cada día en las calles del área”.
“Yo le dije a Trump que mi esposo se postuló a Delegado Nacional en Virginia”, expresó Jo-Ann y añadió que Trump preguntó interesado sobre “cómo está ese proceso”.
“Le dijimos que estábamos trabajando para ver si mi esposo era elegido en la Convención de Virginia”, dijo Jo-Ann Chase
Ante el entusiasmo de Clay y Jo-Ann, Trump autografió El Tiempo Latino y se lo devolvió a Jo-Ann Chase para quien el precandidato republicano representa “el outsider, el independiente al que no pueden comprar los intereses especiales”. ¿Racista? “Trump es el candidato de todas las razas, de todas las nacionalidades, no es racista… Es cierto que la manera en que ha hablado hacia la inmigración no es políticamente correcta, pero eso le ha traído la atención de los votantes”, dijo Jo-Ann Chase a El Tiempo Latino en el artículo sobre el que Trump estampó su firma en Maryland. Y el matrimonio Chase aseguró, al enviarle a El Tiempo Latino las fotos donde Trump contempla nuestro periódico, que el precandidato lidera “un movimiento” para la gente y para “remover” las estructuras del GOP. El partido que se encuentra corriendo en círculos para intentar salir del laberinto Trump. Porque los republicanos lo han intentado todo: aceptarlo como un elemento exótico en los debates, negarlo como anti-republicano, aliarse en coalición fallida (Cruz-Kasich) y gastar más de $70 millones en anuncios de TV anti-Trump para ver la popularidad del precandidato subir a las nubes y más allá.
El martes, 26 de abril, el “movimiento Trump” volvió a llevarse por delante las primarias del noreste del país. Los republicanos de Pensilvania, Maryland, Delaware, Connecticut y Rhode Island le dieron a Trump una victoria incuestionable que infla sus velas hacia la convención republicana del mes de julio en Cleveland.
La crisis parece servida.