Una mañana más Manuel amontona hojas secas y limpia el jardin trasero de una casa en Takoma Park, Maryland. Este joven guatemalteco de 18 años llegó al área en 2015 después de huir de su país al ser víctima de sucesivas amenzas de muerte por parte de las pandillas. Aquí utilizaremos solo su segundo nombre para protegerlo y no revelar su identidad. Para Manuel, la jardinería es un trabajo más de los muchos que debe hacer. También trabaja seis días a la semana en la cocina de un restaurante de DC.

“Voy a las cuatro de la tarde y termino a las 11 de la noche, llego a casa a la una de la noche”, contó Manuel que estudia el décimo grado en el High Point High School en Beltsville, en el condado de Prince George’s. El día empieza temprano para Manuel. “Me levanto a las 6:30 de la mañana, voy a la escuela y salgo corriendo para ir a trabajar. Duermo unas 5 horas al día o 4 si pierdo el bus”, dijo.

Manuel y su hermana rentan un pequeño estudio en la parte trasera de una modesta casa en Beltsville. Los dos van a la misma escuela y trabajan el resto del día. Los hermanos guatemaltecos viven solos. La familia que los patrocinó para que pudieran salir del centro de detención para indocumentados no pueden pagarles alojamiento, ropa ni alimentos. “¿Quién nos va a mantener? Nadie. La verdad es que tenemos que trabajar para sobrevivir. No es fácil”, expresó.

La historia de Manuel y su hermana es muy similar a la de miles de jóvenes centroamericanos recién llegados a la región de Washington.

Una mañana reciente, una docena de adolescentes se sientan en círculos en la escuela High Point. No hablan inglés o su capacidad para expresarse en inglés es muy limitada. La mayoría de ellos llegaron a Estados Unidos hace menos de un año, algunos viven con familias, otros con amigos de la familia, otros viven solos. La profesora Elizabeth Hood les pregunta a los estudiantes qué es lo que más les gusta de este país. Muchos responden que lo que más les gusta son los salarios altos y los trabajos.

“Muchos de nuestros estudiantes trabajan de ocho a diez horas después de la escuela para poder mantener a sus familias en sus países, pero también necesitan el dinero para pagar los trámites legales que les cuesta la solicitud de asilo en Estados Unidos”, dijo Hood.

Hay otra razón por la que se sienten afortunados de ganar el salario mínimo lavando platos y atendiendo mesas en restaurantes: la pobreza.

“Muchos de nuestros estudiantes dependen de la comida que proporcionamos en el desayuno y el almuerzo”, apuntó la profesora.

Sandy Jimenez, la directora de High Point, habló de las presiones de estos jóvenes: carencias de todo tipo y falta de acceso a la salud.

“Muchas veces son los padres los que les presionan para que traigan comida a la mesa, que cuiden de los más pequeños y que sean parte de la viabilidad económica de la familia”, dijo Jiménez. “Y muchos padres no entienden el poder de la educación”.

Muchos de estos estudiantes, como Manuel, necesitan el dinero además porque deben miles de dólares a los coyotes que los trajeron. Y el anuncio de nuevas redadas crea más ansiedades por el dinero.

“Muchos estudiantes dejan la escuela porque temen que si son deportados tienen que ganar el dinero cuanto antes porque en su país no van a poder ganar lo suficiente para pagar sus deudas”, dijo la profesora Hood quien añadió que estos jóvenes sufren una presión excesiva. El nivel de fracaso escolar entre adolescents centroamericanos recién llegados que estudian en las escuelas de Maryland es mayor que el de cualquier otro grupo, según expresaron Hood y Jiménez.

Pero Manuel aseguró que él no fracasará. Dijo que se sintió feliz cuando recibió su primer pago. Sonrió. Se siente un poco avergonzado por el estado de sus dientes. Nunca ha podido pagar el dentista, pero está determinado a seguir con su educación.

“Quiero graduarme y con la ayuda de Dios ir a la universidad”, dijo Manuel.

Manuel acaba de saber que su petición de asilo ha sido aceptada. Ahora, el joven espera que lleguen las vacaciones de verano para poder trabajar meas, tal vez 6 ó 7 días por semana, tal vez trabajar en varios sitios o en más turnos cocinando o limpiando. Manuel dijo que se siente agradecido por la oportunidad

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