“Por los caminos de la ley y el bien, marcha el Regimiento de mi Borinquen”.
Así dice un verso de la Marcha del Regimiento 65 de Infantería, conocido como los borinqueneers.
Creado en 1899, el regimiento formó parte de una unidad segregada de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos que luchó, entre otros conflictos, en la Primera y Segunda Guerra Mundial y en la Guerra de Corea. Su entrega y sacrificio —incluidos los agravios racistas y discriminatorios— forman parte de la historia militar estadounidense.
El 13 de abril, Washington recibió con los brazos abiertos a unos 300 de esos legendarios soldados. Con sus medallas sobre el pecho, sus gorras con referencias a la Guerra de Corea o a la II Guerra Mundial, estos soldados acompañados de familiares abarrotaron con emoción la Sala de la Emancipación del Capitolio para escuchar el homenaje de boca de algunos representantes políticos. Antes de partir hacia Washington, en el aeropuerto de San Juan, el presidente de la Asociación de Retirados del 65 infantería, Javier Morales, dijo a la prensa que “estos veteranos siempre estaban calladitos en sus casas y nunca recibieron ningún reconocimiento. Ahora finalmente se les hace justicia”.
El Presidente de la Cámara Paul Ryan (R-WI), el Líder de la Mayoría del Senado Mitch McConnell (R-KY), el Líder Demócrata del Senado Harry Reid (D-NV), y la Líder Demócrata de la Cámara Nancy Pelosi (D-CA) presentaron la Medalla de Oro del Congreso a representantes de los borinqueneers en Emancipation Hall. Durante la ceremonia, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, expresó personalmente su felicitación al coronel Manuel Siverio y al sargento mayor José Colón con quienes conversó animadamente.
Posteriormente, los veteranos recibieron una réplica de la Medalla y un certificado presentados por la empresa Goya Foods.
“Es un gran honor para Goya formar parte de este día tan especial y tener la oportunidad de presentar a cada uno de los veteranos del Regimiento 65 de Infantería una Medalla de Honor especial por su increíble dedicación y servicio a los Estados Unidos”, dijo Bob Unanue, presidente de Goya Foods. “Siempre tenemos que recordar y reconocer a todos los soldados estadounidenses que lucharon y continúan luchando por la independencia y las libertades que tenemos”.
Delfin Díaz Mández, veterano de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra de Corea, alzó con alegría la réplica de la Medalla que la empresa Goya le otorgó junto a sus compañeros
La entrega de la medalla a Díaz Mández corrió a cargo de su sobrino, Carlos G. Ortíz, vicepresidente de Goya.
“Se ha hecho justicia”, dijo Ángel Acevedo, un veterano de tres guerras. “Hay que estar emocionado porque después de mucho sufrimiento y prejuicio, nos reconocen por tanto tiempo derramando nuestra sangre por la democracia”.
El salón del hotel washingtoniano en la noche de los borinqueneers se abarrotó de nostalgias, de orgullo y de ritmo. El Brass Quintet del Ejército de Estados Unidos interpretó boleros, salsa y sones.
Y no tardaron en ponerse a bailar, entre las mesas de la gala, octogenarios condecorados por sus méritos de guerra. Es lo que ocurre cuando al valor se le añade la sangre caribeña.
Pero hubo también un momento para el reposo del espíritu: sonó el himno de Estados Unidos y sonó La Borinqueña.
Un hombre con su gorra de veterano sujetaba un cuadro en el que se veía el retrato de un soldado y unas fotos con escenas bélicas. “Es mi padre”, dijo. “Yo estoy aquí para honrar su memoria, porque lo que estos hombres han hecho no se debe olvidar nunca”. El hombre se identificó como Dennis Freytes, vicepresidente regional de National Association for Uniformed Services.
“Elocuente, inspiradora y honrosa”, así calificó el Congresista Pedro Pierluisi el reconocimiento del Congreso a los borinqueneers.
“Cuando despedí en San Juan a un grupo que se dirigía a Washington yo dije que los borinqueneers representan lo mejor de Puerto Rico, representan lo mejor de los veteranos de Puerto Rico y les digo que hoy en el Congreso se confirmó”, dijo Pierluisi.
La de los borinqueneers fue la segunda Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos que se concede a hispanos desde la otorgada, de forma póstuma en 1973, al pelotero Roberto Clemente.
En la Guerra de Corea más de 60.000 reservistas voluntarios puertorriqueños lucharon bajo la bandera estadounidense y 6.000 de ellos lo hicieron en el Regimiento 65 de Infantería, el primero en enfrentarse al enemigo coreano y de los últimos en regresar a su país, después de cerca de tres años.
Se calcula que una de cada cuatro bajas de esa guerra fue de puertorriqueños.