El buen periodismo es siempre personal. Al menos así hemos vivido y estamos viviendo el periodismo que hacemos en El Tiempo Latino. En 1991, hace 25 años, un emprendedor estadounidense de origen cubano decidió solucionar una disputa entre hispanos comprando un periódico que se encontraba en graves problemas.
El empresario Armando Chapelli —que se ganaba la vida con su propia compañía y no necesitaba meterse “en estos líos”— aceptó el reto porque, como me diría pocos años después, “ayudar al progreso de la comunidad latina y servir de puente de entendimiento con la comunidad anglo es algo que siempre me obsesionó y la prensa era mi pasión y pensé que era una manera de llevar a cabo mi idea”. Y así lo hizo.
El 22 de marzo de 1991 se publica la primera edición del semanario El Tiempo Latino. Nuestro logo —que a lo largo de los años se iría transformando— consistía entonces en unas letras en blanco y negro ligeramente inclinadas. Las dos noticias principales de nuestra primera página inaugural estaban escritas por nuestro primer director, Carlos M. Cabán, y nuestro primer reportero, Santiago Távara. Cabán relataba, en el artículo titulado “Continúa la insurgencia contra Saddam”, las tensiones en Irak que desembocarían meses más tarde en la primera Guerra del Golfo durante la presidencia de Bush padre. El artículo de Távara —a una columna en la derecha— se titulaba “Leonzo admite uso de fondos de Latin Investment” y relataba un fraude financiero que afectó a cientos de familias latinas en el área metropolitana de Washington. Hoy Cabán trabaja para ESPN y Távara, quien regresaría a El Tiempo Latino en 2013, trabaja ahora para el Censo mientras prepara un libro.
Es importante reseñar dónde están hoy quienes un día fueron parte de El Tiempo Latino porque esta compañía siempre se ha caracterizado por ayudar a crecer a quienes por aquí han pasado. La nuestra también es una historia personal y comunitaria. Quienes en su día fueron empleados de El Tiempo Latino —muchos de ellos consiguieron gracias a la empresa su residencia y luego su nacionalidad estadounidense— trabajan hoy en sitios tan diversos como The Washington Post, Univisión, el Banco Mundial, Uno de nuestros ex distribuidores cuenta hoy con un gimnasio y consiguió el título mundial en una conferencia de kick-boxing, otro ha escrito un libro de memorias y otros, gracias a su trabajo en El Tiempo Latino, han podido traer a sus familias y educar a sus hijos aquí.
En mayo de 1991, poco más de un mes después de nuestra fundación, tuvieron lugar los disturbios de la Mt Pleasant en Washington. Cientos de inmigrantes protestaron en las calles y se generaron disturbios violentos como respuesta al disparo de un policía de DC contra un salvadoreño durante la celebración del Cinco de Mayo.
Nuestro “Publisher”, Chapelli, así como nuestra cobertura gráfica y escrita fueron parte de las voces que ofrecieron la perspectiva latina a esta grave crisis. La alcaldesa de DC, en ese entonces, Sharon Pratt Kelly, estableció el estado de emergencia y el toque de queda en la ciudad que no se levantaría hasta el 9 de mayo. Al final, más de 200 personas fueron arrestadas, hubo 50 heridos —la mayoría enre la fuerza policial—, se destrozaron más de 60 vehículos de la policía y 21 buses del transporte público. Se estimó que unos 30 negocios habían sido saqueados produciéndose cientos de miles de dólares en daños. Como resultado de estos disturbios, DC generó políticas más inclusivas y se abrió la participación de la comunidad Latina en la vida pública del Distrito. En ese ambiente nació El Tiempo Latino que, a lo largo de 25 años, se convirtió en uno de los medios de prensa latina más reconocidos del país.
En aquellos inicios estuvo Zulema Tijero, quien hoy es nuestra directora de ventas. Tijero ha sido testigo en estos 25 años del crecimiento demográfico hispano en la región.
Nuestra misión: servir al lector
En la década de los 90 era muy dfícil “vender” nuestro mercado. Pero entramos en el año 2000 al fondo de los Top 25 mercados latinos de la nación y hoy estamos cerca del Top 10. La población latina del área de Washington cuenta actualmente con el mayor poder adquisitivo de todo el país. Nos hemos convertido en la región con la primera comunidad boliviana y con la segunda población salvadoreña después de Los Ángeles, pero la presencia hispanounidense en general es lo que contribuye a nuestra riqueza cultural y económica.
El Tiempo Latino ha estado ahí para contarlo. Cuando Chapelli me “obliga” a tomar las riendas de El Tiempo Latino, en el 2000, me nombra Associate Publisher y Director Editorial —esa es mi función actual. En el 2001, Chapelli trae a Kris Holmes (hoy Gerente General del periódico) para ayudar en el área financiera. En ese momento El Tiempo Latino ofrece a sus empleados cobertura de salud y beneficios, algo no muy habitual para una pequeña empresa como la nuestra.
En 2001 comencé una alianza editorial con The Washington Post. Recuerdo que el primer artículo que publicamos fue una adaptación, en tres entregas, de una dura y hermosa historia escrita por Nurith Aizenman sobre los sacrificios de una madre salvadoreña en Washington para poder pagar la fiesta de Quinceañera de su hija en El Salvador.
El 17 de mayo de 2004 The Washington Post, propiedad de la legendaria familia Graham, compró El Tiempo Latino. Aquéllo validó la importancia de la prensa latina en EEUU.
Lo conseguimos siguiendo dos principios: profesionalismo y un inquebrantable espíritu de servicio comunitario.
En esa etapa fue clave un hombre al que considero un mentor y ejemplo: Chris Ma, entonces vicepresidente de desarrollo empresarial del Post. No fue fácil. No podía ser fácil insertar una estructura como la nuestra —tan diferente en misión, visión y tamaño— en la enormidad de todo un The Washington Post. Pero seguimos adelante. Con nuestra independencia y nuestros mini-presupuestos, seguimos construyendo los puentes de la americanidad. En ese entonces, trajimos a Luz Lazo —hoy reportera para The Washington Post— y a Ana Cubías —hoy en Univisión Houston. Y por unos años contamos con una excelente jefa de redacción, Paula Andaló —curtida en mil batallas que incluía una década en el diario Clarín de Buenos Aires.
Así nos fueron llegando más premios a la excelencia periodística a cada uno de nosotros, pero fundamentalmente a El Tiempo Latino que cuenta con 15 galardones de la Asociación Nacional de Prensa Hispana como el mejor semanario hispano del país. La vida nos trajo otra sorpresa cuando la familia Graham vendió The Washington Post y El Tiempo Latino al dueño de Amazon, Jeff Bezos. A finales de 2014 empezamos una nueva era.
Hoy seguimos contando en el área editorial con dos grandes: Milagros Meléndez-Vela y Miguel Guilarte. Ambos llegaron casi al tiempo que yo. Ambos son premiados cronistas de la realidad hispana en la región de Washington. Su trabajo es multifacético, pero debo destacar la pasión de Meléndez-Vela en temas de inmigración, de salud y de cobertura de la comunidad LGTB. Guilarte —quien escribe de educación y estilo de vida— es uno de los mejores periodistas deportivos que conozco y ha dado voz a las ligas de fútbol aficionado en el área. La fotografía de José Luis Argueta y Alfredo Duarte muestra la excelencia. Duarte ha producido nuestros mejores videos. Ivonne Alemán-Zanatta nos ayuda a incursionar en facebook live.
Contamos con las manos expertas de dos diseñadores gráficos de primer orden: Viviana Rouco y Carlos Alburqueque. Ellos y el departamento de ventas y nuestros colaboradores —desde Jorge Ramos a Desiré Vidal Perea— son el cuerpo y el alma de este periódico. También la colaboración de Armando Trull, uno de los mejores periodistas estadounidenses cuando se trata de reportar la realidad hispana. El trabajo que Trull hizo para El Tiempo Latino, WAMU y Telemundo sobre la violencia en El Salvador y su repercusión en nuestra área recibió un premio Emmy.
Nos definimos por el ejercicio de un periodismo que busca soluciones. Gracias por habernos ayudado a cumplir 25 años