En el Malcolm X Park en Columbia Heights, bajo un sol de justicia, los jóvenes del DC Cosmos se entrenan en su pasión: el fútbol.
“Gracias al fútbol estos jóvenes aprenden a superar su agresividad (pandillera) y a trabajar juntos”, dijo Josué Salmerón, director de Collaborative Solutions for Communities, una organización no lucrativa del Distrito que utiliza el fútbol como una herramienta educativa y de superación personal.
Al otro lado del Potomac, en Arlington, Virginia, Edu-Futuro trabaja con el Sistema de Escuelas Públicas de Arlington para apoyar a los estudiantes latinos de bajos recursos.
El programa estrella de Edu-Futuro es el “Robotics Club” y el enriquecimiento en las áreas de robótica y STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) que comenzó hace dos años en la Gusnton Middle School.
“Muchos de estos estudiantes nunca se imaginaron, y sus padres tampoco, que podrían avanzar en sus estudios y llegar a la universidad”, dijo Jorge Figueredo quien lidera Edu-Futuro.
Edu-Futuro acaba de recibir $50.000 del BID para ampliar su programa a otras “middle schools” en Arlington y Fairfax. La misma cantidad fue asignada al DC Cosmos para desarrollarse como un club de fútbol, poder viajar a torneos y ampliar su programa de mentoría para jóvenes en riesgo.
Durante las últimas seis décadas, el Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) ha proporcionado miles de millones de dólares en préstamos y donaciones a lo largo y ancho de Latinoamérica.
Pero desde finales de los años 90 del siglo pasado, el banco —con sede en Washington, DC— comenzó a desarrollar un programa de apoyo con microinversiones de varios miles de dólares a una serie de organizaciones no lucrativas de base comunitaria en el Distrito.
Este año, el BID decidió consolidar esas ayudas en cinco donaciones más grandes al tiempo que ampliaba el proceso a organizaciones latinas y caribeñas presentes en el área metropolitana de Washington, un reflejo de la manera en que las comunidades se han diseminado por toda la región hacia el norte de Virginia y Maryland.
Si uno se pasea por el Malcolm X Park en Columbia Heights cualquier tarde de la semana este verano, puede ver a grupos de jóvenes latinos en edades comprendidas entre los 14 y los 19 años corriendo en las diferentes esplanadas del parque.
No importa que la temperatura ronde los 100 grados, estos jóvenes se enfocan en sus carreras, en su preparación física, animándose los unos a los otros para correr más rápido, para hacer un último esfuerzo. Buscan así mejorar su forma física, conseguir mayor fortaleza para la competición.
Algunos de estos jóvenes tienen un duro pasado. Algunos han estado involucrados con pandillas rivales como la MS13 y Barrio 18. Una rivalidad que en América Central y en la región de Washington provoca una enorme violencia e incluso la muerte de muchos, según dijo Josué Salmerón, director en la organización Collaborative Solutions for Communities (CSC).
“Resuta muy duro”, explicó Salmerón. “Trabajamos con muchachos que viven una hostilidad que no entienden porque se trata de un fenómeno de odio multigeneracional que han heredado”.
Collaborative Solutions for Communities (CSC) es una organización no lucrativa del Distrito que organiza un programa de apoyo a los jóvenes después del horario escolar desde el año 2006. Este programa tiene como objetivo apoyar a los jóvenes latinos y lo hace por medio de actividades deportivas centradas en un equipo de fútbol, el DC Cosmos. En este club de fútbol, miembros de pandillas rivales se convierten en compañeros de equipo en la cancha.
“Gracias al fútbol, estos jóvenes aprenden a superar ciertos elementos de su agresiva rivalidad, como prestar atención al territorio al que pertenecen otros compañeros o lo que ellos representan, porque lo que más quieren es jugar juntos el deporte que más les gusta”, indicó Salmerón.
Brayan Campos tiene 17 años, dijo que llegó de El Salvador hace cuatro años y al poco tiempo se metió en las pandillas.
“La verdad es que me metí en todo esto de las pandillas, pero poco después me pregunté a mi mismo a dónde me iba a llevar todo esto”, reflexionó Campos.
Esa pregunta que se hizo Campos, unido a su talento y pasión por el fútbol le llevó a contactar con CSC y a unirse al DC Cosmos donde no solamente consigue entrenamiento en el deporte, sino también ayuda de sus mentores sobre cómo solucionar sus problemas ante la frustración y la ira para evitar así las consecuencias negativas.
“(En CSC) nos ayudan a pensar las cosas mejor y a no hacer ciertas cosas porque sí”, dijo Campos.
“Los jóvenes que quieren jugar al fútbol en el DC Cosmos tienen que dejar la vida pandillera, la vida loca”, comentó Salmerón.
“Pueden venir a nuestra organización si pertenecen a una pandilla, pero deben dejar todo tipo de actividad pandillera y de proselitismo, de hablar de pandillas o de intentar publicitar a la pandilla, porque nuestra meta es conseguir que abandonen todo lo relacionado con ese mundo y actividades”, añadió Salmerón e indicó que en los últimos 10 años de trabajo más de 500 jóvenes han participado en el programa. Como resultado, datos de CSC indican que la participación de estos jóvenes en las actividades deportivas de la organización han resultado en una disminución en comportamientos de riesgo y en un aumento de la autoestima de estos jóvenes y una mejora en su desempeño académico en la escuela.
“Mejora la asistencia a clase, las calificaciones en las diferentes pruebas… porque monitoremos sus calificaciones”, dijo Salmerón.
El BID en su programa de ayudas acaba de anunciar que el DC Cosmos recibirá $50.000 para desarrollarse como un club de fútbol y comprar uniformes, equipaciones, poder viajar para participar en torneos y expandir su programa de mentoría para jóvenes en riesgo.
“Estos jóvenes se sienten felices porque alguien cree en ellos y creemos que el fútbol puede tener un enorme efecto, profundo, no solo en ellos como individuos, sino también en la comunidad a la que pertenecen”, enfatizó Salmerón.
Al otro lado del río Potomac, en Arlington, Virginia, otro programa de desarrollo orientado hacia la juventud recibió apoyo económico del BID.
Se trata de Edu-Futuro, una organización no lucrativa que trabaja con el Sistema de Escuelas Públicas de Arlington para apoyar a los estudiantes latinos de bajos recursos.
El programa del BID apoya a jóvenes latinos de bajos recursos
Una de las ofertas de la organización Edu-Futuro es un programa de enriquecimiento en las áreas de robótica y STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) que comenzó hace dos años en la Gunston Middle School.
Carlos Benítez, de 13 años, comenzó en el “Robotics club” desde sus inicios en 2014 y aseguró que aprender a trabajar con la tecnología colaborando en equipo con otros jóvenes es “muy divertido”.
“Mi equipo colaboró para construir, todos juntos, un robot”, dijo Benítez. “Cada persona del equipo tenía un trabajo asignado y cada uno hizo lo que debía hacer”.
Y la persona encargada de que todo se ejecutara a la perfección y de que todo el mundo se mantuviera en su puesto enfocados en el trabajo era la mejor amiga de Benítez, Tania Guzmán, una estudiante de 13 años que lideró al equipo.
“La verdad es que al principio todo fue muy difícil porque nos la pasábamos discutiendo porque no sabíamos qué hacer, todo era nuevo”, dijo Guzmán.
Pero parte del proceso de aprendizaje era que los estudiantes aprendieran a encontrar soluciones. Y así lo hicieron. Hasta el punto que consiguieron algunos premios por su trabajo, según explicó Jorge Figueredo quien lidera Edu-Futuro.
“Muchos de estos jóvenes estudiantes nunca se imaginaron, y sus padres tampoco, que podrían avanzar en sus estudios académicos con excelencia e incluso llegar con éxito a la universidad”, dijo Figueredo.
Edu-Futuro comenzó hace 18 años para servir a la comunidad inmigrante de origen boliviano en Arlington, Virginia.
Como parte de las actividades de la organización, niños de la escuela elemental aprendían español en programas después del horario escolar, habilidades en las áreas STEM en “middle school” y habilidades de liderazgo en “ high school”.
Al pasar del tiempo, y en la medida en que la comunidad inmigrante de Arlington se fue transformando y creciendo, y con la llegada de la juventud salvadoreña al área, Edu-Futuro abrió sus puertas a esta nueva realidad.
Figueredo dijo que el ciento por ciento de todos los jóvenes latinos que han participado en las actividades de enriquecimiento académico de Edu-Futuro consiguen graduarse de high school y se matriculan en una universidad. Edu-Futuro consiguió una de las ayudas de $50.000 del programa del BID para poder ampliar su programa del “Robotics Club” a otras middle schools en Arlington y Fairfax.
Como parte de estas ayudas económicas, el BID pondrá a disposición de las organizaciones miembros de su personal que, de manera voluntaria, asesorarán en temas de comunicaciones, desarrollo y gerencia para asegurar el éxito de las diferentes iniciativas. Para el joven apasionado del fútbol, Brayan Campos, de 17 años, el éxito se explica así: “Quiero ser una buena persona, una persona que logre lo que busca, que tal vez pueda llegar a jugar en el DC United”.
Lo que el éxito puede significar para Tania Guzmán, de 13 años, todavía no está claro, pero no le faltan ideas:
“Quiero hacer algo que se relacione con la enseñanza o con los niños porque esas son áreas en las que sé que lo puedo hacer bien”.
Trull es periodista de WAMU 88.5 FM-NPR