La llegada del alcalde de San Salvador a Washington fue un acontecimiento político y comunitario en una región que es el hogar de medio millón de salvadoreños —la segunda comunidad más grande, después de Los Angeles, fuera de su país. Y el alcalde Nayib Bukele recordó ese dato migratorio con sus luces y sus sombras.

“¿Qué pasa con un país que expulsa a su gente más trabajadora, más emprendedora, más ambiciosa positivamente hablando?”, se preguntó Bukele durante una entrevista con El Tiempo Latino que incluyó una visita a la sede de The Washington Post. “Estamos expulsando a nuestra fuerza productiva más emprendedora que, en muchas ocasiones, se arriesga a cruzar un río para venirse a Estados Unidos a trabajar”.

Bukele llegó al área invitado por Fredy Díaz, el presidente y productor del Festival Salvadoreñísimo de la Independencia. Y aprovechó su presencia en el festival para darse un baño de multitudes —no dejó de elogiar la masiva presencia cuscatleca en la edición número 11 del festival— y además para conversar con las autoridades locales presentes, como la alcaldesa de Brentwood, Rocío Tremino López quien hizo historia el año pasado al convertirse en la primera latina (y salvadoreña) en llegar a la alcaldía de esa jurisdicción del condado de Prince George’s.

Departió Bukele también con el ejecutivo de Montgomery, Isiah Leggett con quien luego subiría al escenario para recibir, de manos del alcalde de Gaithersburg, Jud Ashman, las llaves de la Ciudad. El alcalde Ashman leyó también una proclama en la que esa jurisdicción de Maryland instauraba el 11 de septiembre como Nayib Bukele Day.

Bukele se había entrevistado el viernes 9 de septiembre con la alcaldesa de Washington, DC, Muriel Bowser, y había sido recibido por la directora de la Oficina de Asuntos Latinos de la Alcaldesa, la salvadoreña Jackie Reyes.

Toda una agenda de contacto con la realidad política local estadounidense y la realidad de la diáspora salvadoreña sobre la que el alcalde de San Salvador no dejó de hablar en el tiempo que pasó con nosotros.

“¿Cómo sería El Salvador si toda esta fuerza productiva la tuviéramos allá?”, se preguntó Bukele. “Estamos obligados a proteger sus derechos migratorios, pero lo que nos interesa como país en El Salvador es que toda esta gente tenga la oportunidad de regresar a El Salvador y aplicar todo ese emprendedurismo en su propio país”.

Si esto se consigue, dice Bukele, El Salvador saldría más fortalecido que con la migración masiva. Y no se trata, explica, de que todos los inmigrantes tengan que regresar al país, “muchos lo desean y muchos lo hacen”, pero al menos que puedan mantener un camino de ida y vuelta para el beneficio mutuo.

No entiende Bukele cuando escucha esa cantinela de boca de algunos políticos y expertos cuando dicen que el tener a más de tres millones de salvadoreños fuera del país “sostiene a la economía”, por las remesas. “Yo siempre he dicho que es todo lo contrario, porque si alguien vive en Estados Unidos y envía una remesa pues lógicamente va a enviar una fracción de lo que gana ya que tiene que vivir aquí… Si los salvadoreños envían $3.5 mil millones a El Salvador realmente están produciendo 50 mil o 60 mil millones de dóalres en las economías en las que están… Salvando las diferencias de las economías, es obvio que este sector productivo estaría produciendo mucho más en su país”.

La conversación siguió sobre su generación y la posibilidad de que ejerza un “cambio positivo” en El Salvador. Y sobre la posibilidad de aspirar a la presidencia. El alcalde Bukele lo considera una aspiración honrosa pero difícil en este momento. “Hay mucho que hacer en San Salvador”, dijo. Palabra de alcalde.

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