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Melissa Altamirano llegó a El Tiempo Latino porque quería hablar de su madre, Claudina Molina. Quería que el mundo supiera de la historia, del ejemplo de una inmigrante boliviana que dejó huella en otros seres humanos, que ayudó a estudiantes latinos a progresar, que mejoró la vida de las personas mayores que cuidaba con profesionalidad pero, sobre todo, con amor.

Melissa Altamirano se sentó frente a mi, olvidándose de la cámara de Alfredo Duarte que la apuntaba con curiosidad y emoción, y lloró recordando a su madre. Y abrazó su espíritu. El video que grabó en El Tiempo Latino es un homenaje a un ser humano, mamá Claudina, en el que no hay una sola brizna de rencor hacia el hombre que la mató.

A los pocos privilegiados que pudimos escucharla nos tensó las cuerdas del corazón. El día que Melissa habló de su mamá, el tiempo se paró. Y todos los que la escuchamos aprendimos del amor y fuimos mejores.

Claudina Molina fue la tercera víctima mortal de un hombre que disparó a varias personas, el 6 de mayo pasado, en los condados de Montgomery y Prince George’s, en Maryland. El funeral tuvo lugar el 17 de mayo y fue una emocional muestra de amor hacia una persona querida en la comunidad. Molina tenía 65 años.

Había llegado a este país con dos hijos pequeños, su titulación de enfermería y muchos sueños que el tiempo, el esfuerzo y la entrega a los demás le ayudarían a cumplir.

“Mi madre era un ejemplo para todas las mujeres y con sus pacientes siempre les proporcionaba esa ayuda emocional que necesitaban”, señaló Melissa y contó cómo su madre se convirtió en una segunda madre y consejera para muchos de sus compañeros de escuela.

Melissa recuerda que la última mañana que vio a su madre ésta le dijo “Meli te quiero”.

“Y por alguna razón yo no le dije te quiero”, recordó con pesar Melissa.

“Estamos tan ocupados que nos olvidamos de decir algo tan simple, pero tan esencial como te quiero… ese día en el trabajo vi en el internet que habían matado a alguien en el Montgomery Mall. No le tomé cuidado. Pero algo en mi corazón me decía que algo no estaba bien. Al día siguiente era el día de las Madres y después del trabajo fui a buscar el regalo de mi mamá, pero ese día me sentía perdida, me sentía rara y me fui a la casa sin comprar nada… me dio una desesperación de ver a mi madre. Llegué a la casa y estaban los detectives esperándome”.

Fue el peor día en la vida de Melissa: “Me tardé cuatro horas en llamar a mi hermano para decírselo”.

“Ése día aprendí que uno nunca sabe cuándo se va a ir y aprendí que vivimos en una sociedad que nos está consumiendo y que estamos perdiendo la esencia de lo que es la vida”, dijo.

Melissa aún no lo puede creer: “Hablo con ella y le digo: ¿por qué te fuiste tan pronto?”

Ahora quiere hacer lo que a su mamá le hubiera gustado que hiciera. Seguir adelante.

“Cada día me digo que tengo un plan, sé que tengo que hacer lo mejor que puedo y estoy tratando… tengo que agradecer a mi empresa porque sin su ayuda nunca hubiera podido despedir a mi mamá como ella se merece… y a todas esas personas que han estado ahí apoyándome”.

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