Óscar Amaya, en su restaurant El Rancho Migueleño en Arlington, VA, muestra su placa de reconocimiento por su concurso en la fundación hace 15 años de la Cámara de Comercio Salvadoreña Americana, el jueves 15 de diciembre de 2016.



Tomás Guevara para ETL

Óscar Amaya, en su restaurant El Rancho Migueleño en Arlington, VA, muestra su placa de reconocimiento por su concurso en la fundación hace 15 años de la Cámara de Comercio Salvadoreña Americana, el jueves 15 de diciembre de 2016.

Nació en San Miguel el 18 de diciembre de 1962, estudió en el Instituto Nacional Agrícola de Comacarán en esa ciudad del oriente salvadoreño, sirvió en el Ejército durante la guerra civil de El Salvador, hasta que en 1984 se marchó rumbo a México para entrar a Estados Unidos por la frontera.

Es el salvadoreño Óscar Amaya, un reconocido empresario y activista de la comunidad del área, quien hoy en día está de plácemes, no sólo por su cumpleaños número 54, sino por los 15 años que acaba de cumplir la Cámara de Comercio Salvadoreña Americana, organización de la cual es uno de sus fundadores.

“Trabajando para conseguir para los frijoles”, dijo Amaya a El Tiempo Latino, el miércoles 14 de diciembre mientras trabajaba en su popular restaurante El Rancho Migueleño en la Columbia Pike de Arlington, Virginia.

Amaya fue uno de los homenajeados en la Gala Anual de la Cámara de Comercio Salvadoreña, organización que él cofundó en 2001 con un grupo de salvadoreños que tuvieron esa inquietud para protegerse del “hostigamiento de los gobiernos locales y el gobierno federal”, recordó Amaya.

“Me siento totalmente contento y emocionado por lo difícil que es mantener una organización como ésta que nos representa al sector empresarial”, expresó sensiblemente emocionado.

“En aquel entonces habían algunos negocios latinos como restaurantes y discotecas que eran hostigados por las agencias encargadas de controlar la venta y consumo de bebidas alcohólicas”, añadió Amaya.

Recuerda el empresario que sus compatriotas y colegas lo llamaban a diario para contarle de esos “abusos” y como fue una práctica que se volvió costumbre decidieron defenderse juntos.

“No estábamos en desacuerdo con las inspecciones cuando eran de rutina, el problema era que las hacían en unas horas inconvenientes, los sábados en la noche, con los locales llenos de gente y empezamos a incomodarnos”, relató el migueleño.

Fue entonces cuando Amaya se reunió con Elmer Arias y “coincidimos en que la única manera de defendernos era con la unión”.

“Convocamos a Isaías Pérez del Restaurante Las Vegas en Alexandria, Herber Palma, un joven entusiasta y empresario fuerte en ese tiempo, Carlos Aragón y otros empresarios como Rafael Parada y Edgar González y al abogado Manuel Leiva, hijo de salvadoreños”, subrayó Amaya.

Tildó de muy productiva esa primera reunión porque comenzaron a darle forma al grupo y luego eligieron el primer presidente, siendo Amaya el favorecido ante Arias y otro aspirante.

“Fue una tarea bien difícil porque para ese tiempo era poca la experiencia, pero como en este mundo nadie nace aprendido y si le echas ganas con la ayuda de Dios y algunos amigos verdaderos se puede salir adelante y triunfar en cualquier circunstancia”, afirmó.

La Cámara después tomó un gran auge y aceptación de toda la comunidad, no sólo de los salvadoreños, sino de empresarios estadounidenses, cuyos clientes eran en su mayoría de esa comunidad.

Mencionó a muchos de quienes los ayudaron en el proyecto, entre ellos algunos políticos como Jim Graham, quien era concejal en DC.

Durante la entrevista, Amaya recordó también sus tiempos en el Ejército de El Salvador, su participación en la guerra, todo lo que sufrió en su viaje por la frontera de México rumbo a los Estados Unidos, su afiliación con el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y su vigente activismo comunitario en el área en el que continúa activo.

“Ya hemos cumplido muchas etapas, nacimos, crecimos, hemos servido a nuestros semejantes y seguiremos hacia delante hasta que el cuerpo aguante”, anticipó.

Aseguró “que en la unión está la fuerza” y que es la única manera para ser parte de la solución y no del problema “porque así somos más fuertes” y la gente les puede prestar más atención.

“Siempre llamo a la unificación de las fuerzas, empresariales, sociales y económicas, radicadas en el DMV (DC, MD y VA) porque así podemos hacer la diferencia y nosotros como diáspora salvadoreña debemos unirnos y trabajar juntos de la mano y no nos critiquemos porque como seres humanos no estamos exentos de equivocarnos”, concluyó Amaya, un eterno activista de su comunidad.

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