La autoestima se define como el aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo. En gran medida, viene determinada por la relación que los demás mantengan contigo, por la percepción que los demás tengan de ti y por cómo se sienten estando a tu lado; pero a pesar de que esto sea así, es posible el establecimiento de una autoestima saludable dejando a un lado la importancia de las opiniones de otros.

Los especialistas afirman que la autoestima se construye desde el nacimiento a través de un proceso de asimilación e interiorización, pero puede sufrir modificaciones a lo largo de la vida ya que es, en su mayoría, un producto de la imagen que los otros dan sobre nosotros y del valor que otorgamos a esta valoración ajena.

Siendo la infancia una etapa decisiva en la formación de las personas, la autoestima tiene un papel fundamental en el desarrollo de la personalidad de los niños, y que dependiendo de su calidad, tendrá mejores o peores repercusiones en la vida adulta.

Los niños que se sienten bien con ellos mismos son capaces de manejar mejor los conflictos y de resistir a las presiones negativas. Tienden a sonreír con mayor facilidad y a disfrutar de la vida. Estos niños son realistas y, por lo general, optimistas.

La estabilidad emocional y la felicidad en los niños es directamente proporcional a la autoestima que tienen. Durante la infancia se determina la personalidad y el bienestar integral en la vida adulta. Por esta razón, la relación de los padres con los hijos es de vital importancia para el desarrollo de una buena autoestima en los pequeños. Ese vínculo que debe crearse debe ser fuerte y sólido para que el niño mantenga una autoestima elevada y pueda afrontar las vicisitudes de la vida con seguridad y confianza.

¿Cómo podemos, como padres, aumentar la autoestima de nuestros hijos? Aquí hay algunas sugerencias:

-Explícale que no es bueno depender de la aprobación de los demás, sino confiar en sí mismo: La aceptación y felicidad más importante es la personal.

-Refuerza con optimismo y felicidad cada uno de sus logros y buenas conductas: Tu felicidad también es la suya.

-Enseña a tu hijo a resolver sus propios problemas y a aprender de sus errores: El pequeño puede ver así que los desaciertos pueden convertirse en aprendizaje.

-Ayúdale a crear una imagen positiva de sí mismo y a ser asertivo o marcar límites razonables

-Critica la acción, no a la persona: señalar algún error de manera destructiva puede perjudicarlo; procura que las críticas sean constructivas, evitando etiquetas e insultos.

-Motívalo a descubrir sus pasiones e intereses: muéstrale que confías en su capacidad, así lo impulsarás a perseguir el éxito, haciéndole saber que en cada revés en el camino estarás para apoyarlo.

-No lo compare con otras personas: al contrario, realza los rasgos y características que lo hacen especial y único.

-Recuérdale cuánto amor sientes por él: no des por sentado que lo sabe, demuéstraselo.

-Afianza tu propia autoestima: La mejor enseñanza se da con el ejemplo.

Si sospechas que tu hijo tiene una baja autoestima, considera consultar con un especialista. Consejeros familiares e infantiles pueden detectar el problema que está impidiendo que el niño se sienta bien consigo mismo. Los terapeutas también pueden ser de gran apoyo para ayudar a los pequeños a aprender a verse personalmente y al mundo de manera más positiva.

Si se plantan temprano las semillas de una autoestima saludable una hierba mala de la baja autoestima no tendrá ninguna oportunidad de crecer. Al educar desde la inteligencia emocional y con disciplina positiva, sin duda se podrán tener resultados deseados a largo plazo.

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