El pasado domingo, Kim Gustafson se paró con su traje de chef en las escaleras de Blüprint Chocolatiers a observar la multitud de personas protestando frente de la calle.

Desde que el propietario del Old Town Alexandria en Virginia alquiló los dos pisos superiores del edificio al nacionalista Richard Spencer y su Instituto de Políticas Nacionales, ella y su esposo han tenido que encargarse de comunicar que su tienda de chocolates, inaugurada hace 22 meses, no guarda relación con los inquilinos de arriba.

La baranda frente a su negocio está llena de lazos rojos, el color que los manifestantes han adoptado. Tal como otros dueños de negocios en la calle King, tuvo que colocar un afiche en su ventana que dice: “Todos son bienvenidos”. Y es algo que ella cumple: le ofreció una taza de café a Spencer cuando entró a presentarse personalmente.

Pero el Día de San Valentín se aproximaba y Gustafson se preocupaba que la presencia de su nuevo vecino, así como las protestas semanales que se han estado formando, pudieran alejar a sus clientes.

“Uno puede prepararse para problemas eléctricos o para el crecimiento lento de un negocio, pero no para esto”, dijo.

Richard Spencer, miembro del movimiento blanco nacionalista.



Richard Spencer, miembro del movimiento blanco nacionalista.

Spencer se dio a conocer a nivel nacional cuando, durante la campaña presidencial, declaró que Donald Trump era el líder de su movimiento (luego Trump repudió su filosofía). En la convención de su Instituto de Políticas Nacionales el mes pasado, Spencer hizo un llamado de “Hail Trump” que los asistentes respondieron con el saludo Nazi.

Una disputa que involucraba el negocio de su madre en Whitefish, Montana, donde Spencer vive mitad de tiempo, resultó en amenazas a residentes judíos del pueblo. Y durante una entrevista en Washington el día de la toma de posesión, Spencer fue atacado por una persona vestida de negro que se encontraba protestando en contra de Trump.

Es por esto que cuando el mes pasado la revista Atlantic reportó que Spencer había alquilado un espacio en 1001 King Street, con la intención de crear una oficina para el movimiento de extrema derecha, los residentes de Alexandria se movilizaron al lugar – y la familia Gustafsons empezó a preocuparse por sus ventas.

En las afueras del edificio se están coordinando protestas todos los domingos dirigidos por al menos tres grupos diferentes. Los manifestantes han tratado de difundir la información de que los Gustafsons no están afiliados con Spencer, y algunos incluso entran a comprar chocolates antes o después de las protestas.

Los miembros del Ayuntamiento de la ciudad han emitido declaraciones acerca de la inclusión, nombrando a Alexandria una “zona libre de odio”. El vocero del gobierno, Craig Fifer, dijo que en efecto “se han recibido muchas llamadas y comentarios” acerca de Spencer, pero no tienen el poder de involucrarse en un alquiler de una edificio privado.

El dueño del edificio, Mahwash Wasiq, no respondió a la solicitud de comentarios que se hicieron través de emails y llamadas. Spencer no ha contestado las llamadas a su puerta, no ha respondido a mensajes que se le han dejado y contestó a una llamada que se le hizo con un mensaje de texto diciendo que “no estaba disponible”.

En la manifestación del pasado domingo, en la cual participaron acerca de 50 personas, se escucharon cantos y se mostraron señales con mensajes como “El odio no es un valor de esta comunidad” y “Virginia es casa de inmigrantes desde 1607”. Muchas personas que pasaban en carro tocaban sus cornetas en apoyo a la protesta.

“El concepto general de la supremacía blanca es ofensiva y es incluso ilegal”, dijo Jonathan Kral, organizador de algunas de las protestas de la nueva organización de base de Alexandria.

David Hoover, parroquiano de la Iglesia de Cristo que se encuentra cerca del lugar, dijo que nadie los podrá silenciar, aún cuando la iglesia no ha fijado un posición oficial.

“Los episcopalianos están llamados en su bautismo a enfrentarse al mal en el mundo. El silencio implica consentimiento y yo quiero levantar mi voz ante el racismo”, dijo. “Creemos que cuestionar a las personas negras y judías es, en términos religiosos, un pecado”.

Adam Roberts, miembro del Old Town Indivisible, dijo que “la supremacía blanca” que Spencer busca encubrir es ofensiva a un pueblo que se enorgullece de su diversidad de razas, religión y etnias.

“Entiendo totalmente que él tiene un derecho constitucional a la libre expresión – soló quiero que se sepa que no estamos de acuerdo con su comportamiento e ideas. Queremos que sepa que no es bienvenido”, dijo Robert. “No estoy interesado en cuáles son sus objetivos a largo plazo, si no en que los miembros de mi comunidad se sientan seguros y aceptados”.

Resulta que los Gustafsons no tienen de qué preocuparse. El Día de San Valentín “se agotaron todos nuestros chocolates a las 12:30 p.m.”, dijo Kim Gustafson en una entrevista. “Estamos produciendo chocolates como locos para cumplir con la demanda”

Gustafson dijo que en su negocio ha tenido “un apoyo estupendo, no solo de los vecinos de Old Town si no de toda la comunidad”. Eso incluye residentes de Whitefish, el pequeño pueblo de Montana en la frontera con Canadá, de donde han recibido cartas, correos electrónicos y mensajes de texto en apoyo a la tienda de chocolates luego de conocerse la noticia de Spencer (a partir de este otoño se podrán ordenar los chocolates a través de Internet).

“Esperamos que las personas que pasen por Old Town Alexandria nos visiten”, escribió Bruce Gustafson en un mensaje a los residentes de Whitefish que comentaron en el blog de la tienda. “Tenemos 6.649 chocolates calientes a punto de llegar”.

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