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Ha pasado más de un mes desde que se llevó a cabo la “March of Women” donde más de 500 mil personas participaron en esa protesta en la capital. Entre esa multitud me encontraba con una amiga, felices las dos de ser parte de un momento histórico y sin precedentes, exigiendo el respeto no sólo para las mujeres sino para cada ser humano que habita el planeta. Yo, utilicé un sombrero color rosa y mi amiga se disfrazó de “Mujer Maravilla”. Ahora, para conmemorar el “Día Internacional de la Mujer”, el 8 de marzo, se ha planeado “Un Día Sin Mujeres”, y ya estoy lista para seguir en la lucha por las batallas que libramos hoy y en apoyo a las futuras generaciones. Exigimos un salario justo e igualitario cuando se trata de la misma posición y obligaciones, un alto a la discriminación, al acoso sexual y a la violencia doméstica. También pedimos que nuestros cuerpos no sean motivo de luchas y debates. Buscamos, entre otras reivindicaciones, que se respeten los derechos civiles y humanos de todas las personas.

Recuerdo que cuando tenía nueve años, puse sin querer mi mano sobre el burro de planchar. Mi madre Rosario, sin percatarse, colocó la plancha sobre algunos de mis dedos. Como era de esperarse, lloré y grité a más no poder. Quizás aquel suceso me inculcó cierto temor por las labores del hogar y en lugar de ayudar en los quehaceres domésticos, me refugiaba en la lectura. Encontré muy interesante leer las biografías sobre las mujeres que habían alcanzado sus metas y me inspiraron a conseguir las mías propias. Recuerdo muy bien que entre las primeras que me impactaron durante mi niñez, y que hoy lo siguen haciendo están Frida Kahlo, Benazir Bhutto, pasando por actrices como Dolores del Río, María Félix hasta Marilyn Monroe. Y claro, otras mujeres en la política como Margaret Thatcher y Hillary Clinton. Al conocerlas a través de sus historias personales, me fui dando cuenta que debía aprender a ser fuerte y segura. Pero ante todo para sentirme en paz y feliz conmigo misma, tenía que encontrar el camino hacia la independencia. La única forma era estudiando, trabajando y no dándome por vencida.

Hoy en día, sigo aprendiendo de mujeres fuertes de este siglo, y ellas son, las mujeres inmigrantes. Estas valiosas mujeres son el estandarte de lucha y perseverancia por salir adelante junto con su familia. Cada mujer que viene a Estados Unidos, tiene una historia interesante e impresionante que contar. El motivo que las hizo abandonar su país y a su gente, por todo lo que sufrieron por llegar a su destino y ahora lo que hacen por salir adelante. Cada una de ellas me ayuda a valorar y a no quejarme por tonterías, a sentir la unidad y la solidaridad que existe en las personas. Sí, hemos avanzado. A nuestras antecesoras las quemaron, las asesinaron y maltrataron por el simple hecho de ser mujeres que decían lo que pensaban y sentían. Hoy, seguimos luchando por los derechos alcanzados pero no es suficiente. Como dicen, es increíble que aún hoy en día tengamos que seguir luchando por lo que ya nos corresponde por el simple hecho de formar parte de la sociedad. Este 8 de marzo usemos el color rojo en solidaridad y apoyemos a todas las mujeres. También podemos donar cualquier cantidad de dinero a organizaciones y asociaciones sin fines de lucro que ofrecen apoyo a las mujeres y a los LGTB.

Venceremos el miedo, resistiremos al odio, a la injusticia y a cualquier otro

obstáculo que llegue a presentarse y todo, con el amor y la unión de las mujeres.

@IvonneAleZan, ivonne@eltiempolatino.com

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