SAN JOSE LAS FLORES, El Salvador – En una época diferente, Oscar Galvez Serrano hubiese abandonado la casa de techo de hojalata de su madre en las montañas de Centroamérica y se dispondría a ir a los Estados Unidos.
A pesar de haber sido deportado en marzo, Galvez dice que intentaría rápidamente regresar para reencontrarse en Sherman, Texas, con su hijo de 11 años, sus hermanos y sus sobrinos. Hubiera conseguido otro trabajo – obrero, jardinero o lavaplatos. Pero ahora hay algo distinto que amenaza las decisiones de los inmigrantes de Centroamérica: el Presidente Donald Trump.
Las personas que migran solían pensar que si llegaban a los Estados Unidos legalmente podían quedarse. “Ya no tienen ese pensamiento”, dijo Galvez de 36 años. “Todavía espero que pueda regresar, solo que no sé cuando”.
Trump ha atribuido la caída de aprehensiones a inmigrantes en la frontera de los Estados Unidos y México a su postura firma frente a los inmigrantes ilegales. En un tuit del mes de marzo dijo “muchos ni siquiera ya intentan venir”. En los primeros meses del año, las autoridades de los Estados Unidos han detenido alrededor de 98 mil personas que se convertirían en inmigrantes, una caída de 40 por ciento con respecto al año pasado.
En El Salvador, país que ha contribuido con decenas de miles de cruces de frontera en los años recientes, las personas que potencialmente migrarían y oficiales han reconocido que menos personas están dirigiéndose a los Estados Unidos. Pero dicen que esta disminución puede ser temporal – y la caída de los números no es tan grande como parece.
La mayor caída en las detenciones de las fronteras es de las personas que migran desde los países del Triángulo Norte – El Salvador, Honduras y Guatemala – de acuerdo a Kevin McAleenan, comisionado del Servicio de Aduana y Protección de Fronteras de los Estados Unidos. En este último abril, 3 mil 400 personas de esos países fueron aprehendidos. El pasado abril el número fue de más de 16 mil.
Después de las elección de Trump, “vimos una caída en el número de cruces de frontera casi inmediata”, dijo McAleenan, añadiendo que las personas que migran creen que las aplicación de las leyes de inmigración se han “fortalecido e intensificado”.
Trump ha prometido deportar millones de inmigrantes ilegales, construir un extenso muro en la frontera, y cortar el financiamiento de las “ciudades santuarios” que se rehusen a cooperar con los esfuerzos federales de deportación. Alguna de las promesas de Trump, incluyendo el muro fronterizo, se mantienen en duda debido a la oposición y batallas presupuestarias en el Congreso.
Pero los salvadoreños dicen que están recibiendo señales de los miembros de sus familias indocumentados en los Estados Unidos, quienes están viviendo con gran miedo a ser deportados. En medio del discurso para una fronteras más fuertes, los coyotes también han alzado sus costos: un viaje que antes costaba 6 mil dólares ahora podría costar 10 mil dólares.
Medir el flujo total de personas que migran es difícil. El número de detenciones en la frontera no muestran toda la realidad, ya que muchas personas que migran evaden las capturas. Sin embargo, empezando en 2014 cientos de miles de familias centroamericanas se dirigieron hacia a frontera huyendo de la violencia y la pobreza.
Muchos se entregaron al Patrullaje Fronterizo, pidiendo asilo debido a las bandas violentas en sus países de origen. Algunas veces a esas personas se les permitió vivir donde eligieran mientras esperaban una fecha lejana para presentarse en la corte, debido a la acumulación de casos en el sistema de inmigración de los Estados Unidos.
En estos días, más personas centroamericanas que migran están decidiendo escabullirse a través de la frontera, un cambio que ha contribuido a la caída en el número de aprehensiones, de acuerdo a oficiales de los Estados Unidos y salvadoreños.
“Esta práctica de entregarse a las autoridades de inmigración se ha disminuido”, dijo en una entrevista Hector Antonio Rodriguez, la cabeza de la agencia de migraciones de El Salvador. “Han perdido la confianza en las autoridades. No hay confianza ahora en que se aplique el asilo como antes”.
Sin embargo, Rodriguez coincide en que menos inmigrantes están intentando viajar para el norte, dado que han disminuido las detenciones en México – país por el que usualmente pasan las personas que migran a los Estados Unidos. Dijo que esto se da principalmente debido a la fuerte retórica de Trump hacia los inmigrantes ilegales.
“No sabemos cuales leyes han cambiado. Lo que sabemos es lo que nuestros familiares nos cuentan cómo las personas de pie se están yendo”. dijo Manuel Flores de 33 años, un herrero que fue deportado en 2009 y tiene a tres hermanas aún viviendo en los Estados Unidos. “El día que Trump tomó posesión nos dijeron que las cosas cambiaron”.
Dos de sus hermanos han cancelado planes de construir una casa en la ciudad donde viven, San Jose Las Flores, en el norte de El Salvador en donde personas han migrado al norte durante décadas. Flores dijo que sus hermanos no querían arriesgar una gran inversión en una época tan precaria para inmigrantes sin papeles. Uno de ellos renunció al turno de la noche de su trabajo porque no quiere estar manejando cuando haya menos carros en las vías y convertirse en un objetivo más fácil para la policía. Ahora los fines de semana rara vez salen de la casa.
“Muchas personas han congelado sus planes debido al miedo que tiene”, dijo Flores.
La reducción en la inmigración podría ser temporal, según informan los oficiales.
Las personas que migran y sus familias están observando de cerca para ver si la administración de Trump avanza con las deportaciones masivas o lleva acabo su amenaza de procesar a padres por pagar a coyotes para traer a sus hijos a los Estados Unidos. Pero las presiones que hacen que las personas migren no han desaparecido.
“La gente está esperando a ver que pasa”, dijo Brendan Forde, un sacerdote de 73 años que atiende las aldeas rurales en el estado de Chalatenango de El Salvador. “No creo que los deseos hayan cambiado”.
En años recientes, los países del Triángulo Norte han tenido uno de las tasas de homicidio más altas en el mundo, con bandas callejeras, como el MS -13 y Calle 18, batallando por supremacía. Las bandas han exprimido a los residentes con extorsiones.
Desde 2015, cuando hubo más de 19 mil muertes en el Triángulo Norte, las tasas de homicidio han caído en la región. En los primeros cuatro meses del año, el número de homicidios en El Salvador ha caído cerca de 50 por ciento comparado con el mismo período el año pasado, en medio de una campaña del gobierno en contra de las bandas.
Sin embargo, expertos de inmigración y oficiales dicen que miles todavía desean dejar las comunidades peligrosas. Sin embargo, los salvadoreños se están moviendo internamente, y buscando refugios en otros países como México, Costa Rica y Canadá.
“No creo que haya ninguna razón para pensar que el desplazamiento ha disminuido”, dijo Jeanne Rikers, Directora de Investigación de la Fundación Cristosal, organización de recursos humanos en San Salvador.
Un número creciente de migrantes centroamericanos están buscando quedarse en México en vez de continuar su viaje a los Estados Unidos. Entre noviembre de 2016 y marzo de 2017, más de 5 mil centroamericanos llenaron aplicaciones de asilo en México, un aumento de 150 por ciento sobre el mismo periodo de un año antes, de acuerdo a estadísticas del gobierno.
Al mismo tiempo, los centroamericanos están enfrentando un proceso de asilo más estricto en los Estados Unidos, en donde deben demostrar que serían perseguidos si regresaran a sus país, de acuerdo a los abogados y activistas de inmigración. Nuevos lineamientos establecidos en febrero por el Departamento de Seguridad Nacional “indican a los agentes de inmigración y frontera ser aún más exigentes en determinar quienes han establecido suficiente ‘temor demostrable’ para calificar para el asilo”, escribió en un reporte Adriana Beltrán, experta de Centroamérica en la Oficina de Washington en Latinoamérica, un grupo de investigación y activismo.
Alrededor de 10 personas que buscaban asilo solían venir por semana a la oficina de Sandra Guevara en San Salvador para asesoría acerca del proceso de aplicación. Dice que ahora las oficinas reciben alrededor de una persona por semana.
“No es necesariamente que las leyes de los Estados Unidos hayan cambiado. Lo que ha cambiado es la manera en la que las están aplicando”, dijo Guevara, Director Ejecutivo de COIMSAL, organización que ayuda a personas con su migración legal. “Ahora las autoridades están siendo más rigurosas”.
A pesar del “efecto Trump”, muchos salvadoreños están todavía determinados en llegar a los Estados Unidos, en donde tienes redes familiares extensas y la posibilidad de trabajar. Pedro Arias Alvarado, un trabajador de construcción y guardia de seguridad de 42 años, fue detenido por las autoridades en el sur de México cuando se encontraba en camino a los Estados Unidos, y fue devuelto a San Salvador este mes. Dijo que había abandonado su país porque los 300 dólares que hacía al mes no cubrían los estudios universitarios de su hijo y sus otros gastos.
“Desafortunadamente, la situación que vivimos aquí es crítica”, dijo sentado en un centro para deportados. “Lo que ganamos no alcanza”.
Arias planea volver a los Estados Unidos de alguna manera.
“Voy a trabajar dos o tres meses para ahorrar, y ver si puedo viajar”, dijo. “Me gustaría ir de nuevo”.