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Experiencia. Borbón llegó a este país desde Colombia con una maleta cargada con 15 años de experiencia profesional. CREDITO: Olga Imbaquingo



Experiencia. Borbón llegó a este país desde Colombia con una maleta cargada con 15 años de experiencia profesional. CREDITO: Olga Imbaquingo

“Todos los caminos conducen a Roma”, más que un decir es el legado que dejaron al mundo los ingenieros romanos hace más de dos mil años. Fueron los mejores ingenieros de la antigüedad, y del cálculo y la mecánica hidráulica que ellos perfeccionaron se enamoró Ángela C. Borbón, una profesional colombiana que hace 18 años le dijo a su familia “me voy a Estados Unidos y me quedaré solo hasta aprender inglés”.

Estudió ingeniería civil en la Universidad Santo Tomás de Bogotá porque se le daban fácil las matemáticas; y, porque piensa que hay que facilitarse la vida haciendo lo que mejor se sabe.

Borbón nació en el pueblito de Facatativá, a una hora de Bogotá. Es la hija de Lucas y Emma y la hermana mayor de Adriana, Mónica y Alejandra; y aquel que diga que las mujeres no dan pie con bola en las matemáticas, con las chicas Borbón tendrá que tragarse sus palabras, porque tres son ingenieras y una es radióloga.

Su infancia y adolescencia transcurrieron en Ibagué y de no ser por dos profesores que le enseñaron lo fácil que era hacer gimnasia con los números, quien ahora es directora de proyectos de la firma AECOM-Tishman en DC, tal vez sería una excelente representante de las causas y los derechos de las mujeres. Al hablar con El Tiempo Latino sobre la independencia económica de las mujeres y de la importancia de un ingreso aunque sea mínimo que les de algún poder de decisión, sus ojos grandes y expresivos se llenan de un brillo soñador. “Si la mujer aporta con sus ingresos, el hogar progresa y mejora el ambiente familiar”, es su sentencia.

Maestría. Ángela C. Borbón, junto a sus padres Lucas y Emma, el día que obtuvo el diploma de su maestría en ingeniería de gestión, en George Washington University. CREDITO: Cortesía Ángela C. Borbón



Maestría. Ángela C. Borbón, junto a sus padres Lucas y Emma, el día que obtuvo el diploma de su maestría en ingeniería de gestión, en George Washington University. CREDITO: Cortesía Ángela C. Borbón

Nueva realidad en DC

En Colombia había tantas mujeres como hombres haciendo cálculos, analizando la geología y construyendo. Ha sido en DC donde se enfrentó a un mundo ingenieril masculino, pero la contenta saberse parte de ese ejército, que con un buen par de botas, un casco, un teodolito y sus conocimientos, van conquistando el mundo laboral y estrechando la brecha salarial en profesiones como la suya.

Infatigable es el adjetivo que le calza mejor. “Hay que intentarlo hasta conseguirlo, solo el que persevera alcanza”, dice. Con esa mentalidad, al tiempo que aprendía inglés trabajaba, al principio como asistente. Su puntualidad, responsabilidad y conocimientos pronto la llevaron a un nivel más alto. Carlos Perdomo, dueño de Keystone Plus Construction, fue el primero que le dio la oportunidad. Wes Reynolds, de San José Construction, también vio su valía. Su amiga Marlén Estupiñán, fue la primera que le extendió la mano cuando llegó a Estados Unidos.

Pese a que en su maleta trajo 15 años de experiencia, aquí desconfiaban de su diploma. Optó por obtener una maestría en ingeniería de gestión en George Washington University. Con ese logro le dio un banquete a su orgullo. “Es que Ángela es muy determinada”, dijo su colega Yaneth Galindo. “Lo que se propone lo consigue con perseverancia. Fuimos compañeras universitarias en Bogotá y siempre sobresalió en todo. Es un excelente ser humano y lo sé porque hemos trabajado juntas”.

Familia. Una foto familiar cuando la familia Borbón vivía en Ibagué, en Colombia. Ángela es la primera de la derecha. CREDITO: Cortesía Ángela C. Borbón



Familia. Una foto familiar cuando la familia Borbón vivía en Ibagué, en Colombia. Ángela es la primera de la derecha. CREDITO: Cortesía Ángela C. Borbón

Embajada China

En este recorrido profesional por la topografía de Washington DC, su tiempo está concentrado en la construcción del edificio, que será la residencia de los empleados de la embajada de China. Esta es una obra, en Connecticut Ave., donde se dan cita el pasado y el presente, conservando una parte de la fachada de una antigua edificación con la moderna. Ella es asesora técnica y económica, supervisora de control de calidad, de manejo y de presupuesto. “Va a ser bello por la mampostería y los acabados. Está hecho a mano, se ha levantado piedra sobre piedra. Será un edificio tradicional que el arquitecto Phil Esocoff quiere que dentro de 100 años aún esté ahí para admirarlo”.

Casada con el entrenador de caballos Enrique Lusetti, todas las mañanas deja la finca en Upperville para venir a DC a trabajar en la profesión que considera ha sido desde siempre la solución a los problemas sociales y que, gracias a los avances tecnológicos, ahora es más limpia y más liviana.

En su tiempo libre recicla los muebles en casa, es apasionadísima de la salsa, del cine y los viajes a ciudades como Chicago, la vanguardia arquitectónica; y, San Francisco, el museo viviente del transporte… Dos mil años después, todos los caminos conducen a Estados Unidos y ella está en la capital como una exitosa ingeniera.

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