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En medio de la crisis hay motivos para mejorar. Con más de tres millones de venezolanos distribuidos en los países suramericanos, quienes decidieron escapar de la histórica problemática que desde hace unos años azota a su país de origen frente a las imprecisiones políticas del fallecido Hugo Chávez y potenciadas por Nicolás Maduro, las opciones en el campo laboral son escasas; sin embargo, no son pocos los capacitados y con herramientas para ayudar a crecer el territorio que les brinda cobijo.

Así lo ve el economista venezolano Dany Bahar, miembro del Instituto Brookings en Washington D.C., quien aseguró que este “podría ser un tremendo beneficio para las economías de los países, siempre y cuando se establezcan las políticas públicas necesarias; es decir, siempre y cuando se les dé a estas personas la posibilidad de integrarse, de ser productivos, de trabajar, así como el acceso a los mercados en general, los sistemas de salud y educación”.

El experto lo aseguró en entrevista en el programa En Conexión, conducido por el periodista venezolano César Miguel Rondón para América Digital, donde habló de la repercusión de la migración venezolana en materia económica para los países que los reciben.

Para el investigador asociado al Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, un caso prometedor es el de los venezolanos que se encuentran en Colombia y que se contabilizan por encima del millón de personas.

“Los venezolanos en Colombia son levemente más educados que la fuerza laboral colombiana en promedio y bastante más joven, lo que implica que tienen por delante décadas de actividad económica y productiva, que, si las políticas públicas se establecen de manera correcta, podrían generar beneficios económicos importantes a largo plazo”, manifestó.

Sin embargo, para Bahar, uno de los expertos en el Grupo de Trabajo para Migrantes y Refugiados Venezolanos de la OEA, el gran obstáculo es el mercado informal, un problema histórico en la región. Además, señaló como otro percance el corto permiso de permanencia, pese a ser generoso, para la evolución económica de estos países si de contar con profesionales venezolanos se trata.

“Ese es un horizonte generoso pero corto porque limita crear un incentivo para que el mismo inmigrante no invierta en su estadía en ese país porque es algo que después de dos años hay mucha incertidumbre y a la vez crea incentivos incorrectos para el sector privado de invertir en un trabajador. A grandes rasgos, para la audiencia que está en el sector privado es muy difícil contratar a una persona e invertir en ella sabiendo tal vez en dos años va a tener que irse”, añadió.

Sobre la recuperación económica de Venezuela, expresó que el primer gran paso es la salida del régimen de Maduro del poder; no obstante, consideró que logrando esto, “inclusive en un escenario optimista, va a tomar unos años, mucho esfuerzo y ayuda internacional, entonces es muy posible que mucha gente que ya se ha podido establecer en otros lugares decida esperar unos años para volver a una economía mucho más estable”.

Aunque el resultado no se vería rápidamente, el economista fue optimista y cerró indicando que “hay que pensar que la mejor cosa que hoy en día como venezolanos podemos desearles a nuestros compatriotas que están en otros países es que se integren de la mejor manera posible, que aprendan y que trabajen en industrias que tal vez no existen en Venezuela hoy en día y que puedan traer esos conocimientos de vuelta”.

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La diáspora venezolana, el posible alivio económico de Suramérica

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