¿Qué hará Diana Cifuentes el próximo lunes? Lo mismo que harán muchos padres
con niños en edad escolar: hacer malabares.
Además de hacer las tareas del hogar, esta madre de East Boston pasará gran parte de la mañana y la tarde tratando de mantener a sus dos hijos concentrados en los estudios vía Zoom. Más adelante durante el día, intentará mantenerlos entretenidos para poder usar ella la computadora familiar para sus propias clases en línea; está trabajando para obtener un certificado en negocios y finanzas.
“Los niños tienen que estar en casa y yo tengo que estar con ellos”, dice Cifuentes. “Toda la mañana y parte de la tarde están en la computadora tomando clases. No tengo otra computadora”.
¿Qué no puede hacer Cifuentes el próximo lunes? Ver una reunión de Zoom durante siete horas sobre una controvertida subestación eléctrica en las orillas de Chelsea Creek en East Boston, esperando la oportunidad para hacer una declaración pública sobre por qué se opone al proyecto.

Diana Cifuentes, residente de East Boston.
El lunes 8 de febrero, Energy Facilities Siting Board tomará la decisión final sobre la aprobación de la subestación. La votación se realizará después de una reunión maratónica de Zoom programada para dicho día de 1 a 8 pm, con la oportunidad de tener algo de tiempo extra el martes por la mañana.
Los residentes de East Boston y Chelsea, que han estado luchando contra el proyecto durante años, dicen que el plan de celebrar estas importantes audiencias en línea, en un día laborable y durante una pandemia es solo un ejemplo más de cómo todo el proceso de decisiones en torno a la subestación ha sido injusto.
“En ese momento mucha gente está en el trabajo o cuidando de sus hijos”, dice Cifuentes. “Insisten (en mantenerlo), lo que implica que nuestra voz no les importa, que nuestra opinión, que nuestra salud, que nuestro bienestar no es una prioridad para ellos”.
Beatriz Yañez tampoco puede asistir a la reunión. Después de tener coronavirus el año pasado y pasar un mes intubada en el hospital, Yáñez, una residente de East Boston, desarrolló un daño renal que la obliga a realizarse diálisis tres veces por semana. Se somete al procedimiento los días lunes y dice que la deja exhausta, demasiado agotada para ver una reunión en línea y hacer comentarios públicos.
Pero incluso si no fuera un día de diálisis, Yáñez no está segura de poder participar.
“No sé cómo usar Zoom”, comenta. “Hay muchas otras personas que no estamos acostumbradas a este tipo de tecnologías y preferimos esperar hasta que podamos hacer una audiencia real en persona para demostrar la fuerza de la comunidad”.
Las subestaciones eléctricas convierten el alto voltaje en uno más bajo para su distribución, y estas se necesitan para mantener las luces encendidas. Pero muchos residentes de East Boston y Chelsea dicen que construir una en un área propensa a inundaciones cerca de casas de madera de tres pisos y un área común de juegos es una mala idea. Preferirían verlo construido en el cercano aeropuerto Logan, que usa una cantidad sustancial de electricidad en East Boston y está cercado y mejor protegido de las inundaciones inducidas por el cambio climático.
La empresa de servicios públicos detrás del proyecto, Eversource, dice que la subestación estará ubicada fuera de las zonas de inundación y, por lo tanto, representa un riesgo mínimo para la comunidad
circundante. Pero los que viven en esta zona no están tan seguros.
La calle en el lado oeste de la propiedad se inunda regularmente durante las lluvias moderadas y, como dicen quienes se oponen al proyecto, la electricidad y el agua no se mezclan. Es raro, pero las subestaciones eléctricas ocasionalmente se incendian y explotan como sucedió durante el huracán Sandy .
“Nos oponemos totalmente”, dice Maritza Manrique, residente de East Boston. “Y sentimos que nuestras voces han sido totalmente ignoradas”.
Manrique es una educadora de la primera infancia que supervisa a un grupo de niños de 2 y 3 años desde las 9 am hasta las 5:30 pm todos los días. Durante una entrevista de Zoom con WBUR, los niños que estaba viendo aparecían y salían del encuadre, y periódicamente tenía que colgar el teléfono para correr tras ellos. Sus días son caóticos y dice que está tratando de encontrar a alguien que la sustituya en el trabajo para poder asistir a la reunión.
“Para mí es muy importante participar, quiero que se escuche mi voz”, indica.

Maritza Manrique, residente de East Boston.
Residentes como Manrique, Yañez y Cifuentes dicen que su oposición a la subestación no es simplemente un caso de NIMBY, o “no en mi patio trasero”. Más bien, se trata de “esto es demasiado en mi patio trasero” demasiado en mi patio trasero. East Boston ya alberga enormes tanques de combustible para aviones, sin mencionar la contaminación del aire y el ruido del aeropuerto Logan y el tráfico de camiones pesados en la Ruta 1A. En la mayoría de los días de trabajo, también está atascado con viajeros que luchan por meterse en el Sumner Tunnel.
La historia de la subestación es de justicia ambiental y de quién llega a participar, realmente participar , en un proceso público, dicen.
Tome la reunión de Zoom programada para el lunes. Técnicamente, se trata de la segunda parte de una audiencia que originalmente estaba programada para marzo de 2020, pero se pospuso tres veces a último minuto, dos en las últimas seis semanas debido a la nieve. Los miembros de la comunidad se sienten frustrados por tener que luchar para reorganizar sus horarios de trabajo y hogar con tan poca antelación.
A pesar de las súplicas de la comunidad y de varios políticos de alto rango para posponer la primera reunión, y ahora esta segunda hasta después de la pandemia, el estado se ha negado.
“Viene de un verdadero lugar de privilegio. Un lugar de, ‘bueno, esto funciona para nosotros, así que debería funcionar para todos’. No, no funciona para todos ”, dice Roseann Bongiovanni, director ejecutivo de GreenRoots , la organización ambiental sin fines de lucro que lidera la lucha contra la subestación.
“La gente quiere participar. Quieren que se escuche su voz. Pero están en casa con los niños desde tres dispositivos diferentes, en tres escuelas diferentes, haciendo tres (clases) virtuales diferentes. Y muchos padres en East Boston son trabajadores esenciales. ¿Cómo esperan que los miembros de la comunidad se tomen este tiempo libre?”, se pregunta ella.
En un evento reciente de GreenRoots para distribuir equipos de protección personal y alimentos a los residentes, Bongiovanni dice que varias personas se presentaron para saber estaban entregando abrigos porque no tenían chaquetas de invierno.
“Esto es lo que enfrentan los residentes de Chelsea y East Boston: dificultades económicas increíbles. No deberían tener que pensar en cargas ambientales a largo plazo aún mayores ”, dice. “Es enloquecedor”.

Juliane Manitz de Chelsea en una protesta contra la subestación eléctrica de East Boston. La ubicación propuesta es el área cercada y cubierta de nieve que se encuentra detrás de ella.
Ningún funcionario del estado estuvo disponible para una entrevista, pero un correo electrónico de un portavoz de la Executive Office of Energy and Environmental Affairs, que supervisa Energy Facilities Siting Board, indicó que se programó una reunión que abarcará las horas del día y la noche para que todos tengan la oportunidad de hablar antes de que la junta tome una decisión final.
El portavoz no respondió al porqué la junta no reproducirá testimonios públicos pregrabados durante la reunión para aquellos a quienes se les dificulta asistir. Pero señaló que todos los oradores serán notificados de su articipación online y que la junta “periódicamente” compartirá una lista de los próximos 15 a 20 oradores para que la gente sepa si será llamada en las próximas horas.
Esto no es lo suficientemente bueno para Bongiovanni, quien dice que la rigidez de la junta es parte de un patrón. GreenRoots ha estado luchando durante años para garantizar que los miembros de la comunidad, muchos de los cuales son inmigrantes con habilidades limitadas en inglés, tengan una oportunidad significativa de participar en el proceso. Los resultados han sido mixtos.
Al principio, el estado no proporcionó interpretación en español, diciendo que sería demasiado inquietante, pues generaría confusión y desorden. Después de muchas quejas, el estado comenzó a aplicarlo, pero no siempre funcionó correctamente.
Bongiovanni recuerda una reunión en 2019 cuando la intérprete se disculpó por su mala traducción porque no entendía parte del lenguaje técnico.
“Ella solo estaba diciendo, ‘Oh, Dios mío, lo siento mucho. Sé que estoy haciendo un mal trabajo con esto. Simplemente no conozco estas palabras. No sé lo que están diciendo’. Me sentí mal por la traductora, no fue su culpa”, dice.
En otra conferencia se le pidió al intérprete que tradujera las notas de la taquígrafa, lo que significó que los hispanohablantes escucharan con retraso lo que ocurría en la reunión.
“Y la gente preguntaba: ‘¿Quién dice esto? ¿Cuál es el contexto?”, comenta Bongiovanni. “Debido a que lo estaba leyendo, en lugar de simplemente hacer la traducción natural en vivo, fue aún más difícil de entender”.

Un mapa que muestra el sitio de la subestación y el potencial riesgo de inundación.
El estado ha mejorado los servicios de traducción e interpretación y ha hecho un mayor esfuerzo por ser inclusivo, pero probablemente sea demasiado tarde.
La junta aprobó tentativamente la subestación en 2017 y ha dicho que ya no están recibiendo comentarios del público sobre si el proyecto es necesario o seguro; en su expediente ahora está simplemente el planteamiento de si Eversource debería mover la subestación a 190 pies. (La instalación originalmente iba a estar en la parte este de la parcela cerca de una planta de procesamiento de pescado, pero los propietarios de esta se quejaron porque la radiación electromagnética de la subestación interferiría con la maquinaria).
El debate sobre el alcance limitado de las opiniones de la comunidad estalló durante una reunión pública en 2019. Era una noche fría de febrero y alrededor de 100 personas se reunieron en el auditorio de East Boston High School.
Fue la primera vez que la junta celebró una reunión en East Boston desde que Eversource había propuesto el proyecto cinco años atrás, y había reglas: se suponía que la gente no debía hablar sobre justicia ambiental, acceso al idioma, seguridad pública, cambio climático o inundaciones. . Presuntamente solo debían hablar acerca del lugar en la propiedad donde debería ubicarse la subestación.
Y los residentes estaban furiosos.
“Es una gran injusticia que la primera reunión pública que se está teniendo en East Boston se limite a la discusión del traslado del proyecto de un lugar a otro, y que no permita que la comunidad y las personas que viven cerca de él tengan voz ”, dijo María Belén Power, de GreenRoots, a la junta esa noche a través de un intérprete de español.
“Todas las personas que están aquí no vinieron porque esta planta se vaya a mover 100 o 200 pies. Vinieron porque están en contra de la propuesta”, dijo mientras la audiencia aplaudía. “Hasta ahora, esta comunidad, que en su mayor parte es inmigrante y latina no ha sido incluida en ninguna parte de todo el proceso”.

Los residentes de East Boston y Chelsea protestan cerca del sitio de la subestación eléctrica propuesta en diciembre.
En un correo electrónico, un portavoz del estado dice que la junta “valora enormemente la participación y la información proporcionada por los comentarios públicos y ha tomado numerosos pasos en este procedimiento para proporcionar acceso lingüístico significativo a los residentes de habla hispana en la comunidad de East Boston de acuerdo con las políticas de justicia ambiental y acceso lingüístico del estado”.
Pero los miembros de la comunidad y los activistas no están de acuerdo. El mes pasado, GreenRoots, junto con la Conservation Law Foundation y Lawyers for Civil Rights, demandaron al gobierno federal por no investigar si el estado violó los derechos civiles de las personas durante el proceso de ubicación de la subestación.
Es en este contexto que muchos residentes de East Boston y Chelsea, dos comunidades afectadas de manera desproporcionada por la pandemia y su desastre económico, han pedido al estado que posponga la próxima reunión.
Sostenerlo ahora es “una bofetada en la cara considerando el momento en el que estamos”, dice la concejala de la ciudad de Boston, Lydia Edwards, quien representa a East Boston.
“La agencia cómo espera que la gente crea en su legitimidad, en su transparencia. Este proceso, y cómo se han comportado, debería ser una vergüenza”, dice.
“Cuanto más hacen cosas como esta, más gente siente que nunca tuvo la oportunidad de empezar. Y creo que aunque se retiran del proceso, realmente, honestamente, estaban luchando por su vecindario”.
La única forma de solucionar realmente la situación, dice, es comenzar de nuevo el proceso de ubicación y hacerlo bien.