Por Tony González – Especial para El Tiempo Latino
Las pequeñas empresas en DC se han visto afectadas por la pandemia que comenzó en la primavera de 2020. Falta de ingresos para solventar rentas, pago al personal y hasta los costos básicos de mantenerse abiertos son problemas comunes. Para los restaurantes en el área de Columbia Heights y Petworth la situación no ha sido diferente. Muchos de estos comercios han tenido dificultad para captar un grupo de clientes fieles que ordenen comida constantemente y que les pueda permitir mantener las puertas abiertas.
Un estudio realizado por The National Restaurant Association en diciembre indicó que el 17% de los restaurantes en los Estados Unidos estaban “cerrados de forma permanente o a largo plazo”. Ese porcentaje equivale a aproximadamente 110 mil restaurantes.
En una carta a los líderes del Congreso, Sean Kennedy, vicepresidente ejecutivo de Asuntos Públicos de la Asociación de Restaurantes, escribió: “Lo que estos hallazgos dejan en claro es que más de 500 mil restaurantes de todos los tipos (franquicias, cadenas e independientes) están en caída libre económica”.
Afortunadamente, ha habido algo de alivio con el Programa de Protección de Cheques de Pago (PPP), que estuvo disponible por primera vez en la primavera de 2020. El propósito del programa es ayudar a las empresas a mantener empleados a su personal durante la crisis del COVID-19. A finales de diciembre del año pasado, se aprobó una segunda ronda de préstamos que entró en vigencia el 11 de enero de 2021 para que las empresas soliciten asistencia.
Con solo la primera semana de ser efectivo, la Administración de Pequeñas Empresas (SBA) aprobó 60 mil préstamos PPP.
Según los últimos datos de la SBA obtenidos el 25 de febrero, 242 mil solicitudes están siendo revisadas.

El invierno golpeó a sus restaurantes
A principios de octubre de 2020, el gobierno de DC dijo que estaría ofreciendo $4 millones a los restaurantes que operan durante el invierno al aire libre de manera segura.
Los restaurantes Mezcalero, Anafre y El Sol pudieron recibir esta ayuda para modificar sus patios de forma que los clientes puedan comer al aire libre en invierno. Sin embargo, el mexicano Alfredo Solís, dueño de los tres restaurantes dijo a El Tiempo Latino que se necesita más que una ayuda para adecuar los locales. “Yo pienso que la ayuda debe ser para mantener las puertas abiertas. Solo una silla o un calentón no te mantienen las puertas abiertas. Lo que se necesita es mantener empleados activos, por ejemplo, no hay ventas, entonces con ese dinero [de los fondos otorgados por DC] se podría pagar al personal”.
Basta con pasear por alguno de sus restaurantes favoritos o aquellos que están alrededor de su casa para darse cuenta que, desde el inicio de la pandemia, menos personas han decidido salir a comer por el riesgo de estar expuestas al coronavirus. Ahora, durante este invierno que pronto llegará a su fin, las ventas han disminuido de forma dramática por la situación de la economía familiar y el clima que durante enero y febrero trajo días de temperaturas bajo los cero grados centígrados.
Solís expresó que al abrir su restaurante más nuevo, Anafre, hace un año y medio, el menú de comida había sido hecho con la intención de ser preparado y comido caliente de forma inmediata, dentro del restaurante. A diferencia de la comida mexicana que es popular en EEUU como los tacos y burritos, Anafre ofrece platillos típicos de las playas de México que incluyen recetas con mariscos. Poco sabían los chefs creadores del menú que tan solo unos meses después de abrir las puertas de Anafre, tendrían que modificar su oferta incluyendo hasta pizza para atraer clientes.

Restricciones afectaban sus ventas
Un restaurante que durante el COVID-19 no ha logrado obtener apoyo masivo de una nueva comunidad de clientes es el Añejo Bar & Grill, que abrió sus puertas en septiembre de 2019 en el local conocido antes como restaurante Sabor Latino.
El venezolano Alejandro Le-Page, dueño del restaurante junto con su esposa Wendy Morán y su cuñado Darlin Morán, le comentó a El Tiempo Latino que el protocolo de reapertura que siguieron DC, Maryland y Virginia era “irresponsable”.
“Los que querían pasar un rato agradable después de las 10 de la noche aquí en DC, no podían hacerlo, ¿entonces qué hacían? la gente prefería irse para otras ciudades [en Maryland y Virginia] y si viven aquí en DC y se contagiaban allá y traían el COVID-19 para acá”, dijo LePage.
El venezolano compartió con este medio muchas quejas por las restricciones en el DMV. “Si [los gobiernos] no trabajan en conjunto es mejor que no traten de reprimir a los restaurantes de esa forma y con estos horarios que de verdad nos lastimaron”, dijo el emprendedor.
Con las restricciones impuestas en el Distrito de Columbia, Anejo Bar & Grill desde noviembre hasta la fecha de elaboración de esta nota estuvo limitado en su capacidad de mostrar completamente su ambiente divertido y no podía cerrar a la medianoche debido a que la venta de alcohol había sido prohibida después de las diez de la noche. Recientemente la ciudad anunció que desde el 22 de marzo extenderá ese horario hasta la medianoche.
Encuentran apoyo en clientes frecuentes
Los propietarios del restaurante Catrachitos, ubicado también en el área de Columbia Heights, dijeron que agradecían a sus fieles clientes que continúan haciendo pedidos en medio de todos los desafíos que atraviesan las familias del área de Washington, DC.
Hasta hace unos años, Catrachitos fue el único restaurante de comida tradicional hondureña en la capital nacional. Los dueños, el salvadoreño Juan Ríos y la hondureña Norma Pineda Johns, se inspiraron hace 6 años en abrir un restaurante para introducir la comida hondureña como las baleadas y pollo con tajadas a la cultura culinaria del Distrito.
Ríos le contó a El Tiempo Latino que en su negocio lo que los mantiene motivados para seguir manteniendo las puertas abiertas es “la necesidad de pagar las facturas y, como propietario, ayudar a los demás a seguir trabajando y cobrando su salario”.
“Estamos muy agradecidos por el apoyo que nos han brindado durante estos tiempos difíciles y espero que nos sigan apoyando siempre”, agregó Ríos reiterando su agradecimiento a sus clientes.
Esperanza con la primavera
Ha quedado claro que no existe ningún algoritmo para iniciar con éxito o mantener a flote un negocio durante una pandemia sin precedentes. Los propietarios de los restaurantes mencionados en esta historia han tenido que adaptarse a las necesidades y los requerimientos para salvaguardar la seguridad de sus comunidades. Con la primavera ya en marcha, las vacunas llegando a un porcentaje importante de la población en los próximos meses y las rutinas de prevención aprendidas durante un año de vivir con el COVID-19; la esperanza es que la gente se sienta más cómoda al salir y cenar en un patio con clima agradable. Sin duda, cuando la situación mejore y las ciudades cambien las restricciones, los restaurantes esperarán a sus clientes con los brazos abiertos –para un abrazo con “social distance”, por supuesto.