Por Milagros Meléndez – ESPECIAL PARA EL TIEMPO LATINO Y EL PLANETA
Cada día que pasaba era un golpe directo al corazón, con la angustia de no saber dónde estaba su hijo. Elizabeth, quien vive en Maryland, había pagado a un coyote para que trajera a su menor, de 14 años, a quien dejó en su natal Guatemala cuando este tenía 8.
La travesía era peligrosa, pero para ese entonces la madre pagó un dinero extra para asegurar que su niño no pasara grandes penurias y pudiera abrazarlo nuevamente. La última comunicación que tuvo fue desde un hotel en Matamoros, México. Esa noche de jueves el coyote cruzaría con el menor el desierto. “Allí empezó mi angustia. Me dijo que tenía que entregar al niño a otro coyote que se movía desde Estados Unidos”, contó. “Yo no conocía a ese hombre y me comencé a desesperar cuando pasaron los días y no tenía noticias de mi hijo”, agregó al señalar que ella no dormía, ni comía y le rezaba mucho a Dios para que su hijo estuviera vivo. “Ya no me importaba si pudiera cruzar o no. Solo quería saber de él y que no me dieran una noticia fatal”, contó Elizabeth entre lágrimas a El Tiempo Latino, el martes 6 de abril.
Esto ocurrió en 2007. Hoy cuando Elizabeth observa las imágenes de pequeñas lanzadas por los coyotes desde vallas metálicas de 14 de pies de altura o del menor de 10 años abandonado a su suerte en el desierto, siente un gran dolor. “Es terrible a lo que estos niños están expuestos. Si los padres supieran lo que van a pasar sus hijos nos los mandarían a traer”, expresó.
En la mente de Elizabeth quedaba la sonrisa de su hijo y el llanto al separarse cuando ella misma se lanzó a la travesía en 2000 para reencontrarse con su esposo y poder trabajar por un futuro para sus niños. “Pasó el tiempo y no había manera de poder obtener papeles, ni mucho menos traer a nuestros niños de manera legal”, sollozó la madre.
En Guatemala quedaron sus dos pequeños de 8 y 6 años. “Era tanta la desesperación, que todos los días mi hijo me pedía cruzar la frontera y su papá y yo accedimos”, dijo Elizabeth. Más tarde se arrepintió del hecho.
“Mi hijo estuvo desaparecido seis días y yo sentía morirme. Le rogué tanto a Dios para que lo encontraran vivo y prometí que si así era y lo deportaban, nunca más haría que cruzara la frontera”, recordó la madre.
Así fue. Las autoridades de Inmigración lo hallaron en el desierto y días después fue deportado. Elizabeth —cuyo nombre es un seudónimo— relata el hecho que ocurrió en 2007 cuando no existía una protección para frenar la deportación de niños migrantes no acompañados.
“En ese entonces deportaban a los menores. Yo había pagado al coyote $5 mil cuando el costo normal era de $3 mil porque me aseguraban que iban a proteger a mi hijo hasta traerlo a Maryland”, contó la madre.
“Después que deportaron a mi hijo, el coyote me dio la opción de hacerlo cruzar nuevamente hasta en dos oportunidades más, sin que yo pagara nada extra. Pero no quise exponerlo y me juré a mí misma que yo no iba a poner en peligro la vida de mi hijo”, manifestó.
Hoy abundan los casos de niños que son abandonados por los coyotes en la frontera, pero a diferencia de la experiencia de Elizabeth y su hijo, los menores son recogidos por los agentes y después de pasar a un centro de detención son derivados a albergues, dirigidos por el Departamento de Salud. Luego reubicados con sus familiares en Estados Unidos. Esto debido a una ley que entró en vigor en 2008 contra las víctimas de tráfico humano.
Leyes y beneficios que protegen a los menores migrantes
Son al menos tres leyes y decisiones judiciales que protegen y ofrecen beneficios a los menores que cruzan la frontera no acompañados:
-Acta de Reautorización de Protección a las Víctimas del Tráfico Humano (TUPRA): Firmada en 2008 por el presidente republicano, George W. Bush, esta ley dice que, si el menor es detenido por agentes de Inmigración, no puede ser puesto en deportación si es que pertenece a un país que no sea fronterizo con los Estados Unidos.
La ley también limita el tiempo del menor bajo la custodia del Servicio de Protección de la Frontera (CBP, por sus siglas en inglés). Solo puede permanecer 72 horas en un centro de detención.
Luego deben ser puestos bajo la custodia del Departamento de Salud y Servicios Humanos y la Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR). “Los menores son puestos en albergues y desde allí se hace contacto para ubicar a los familiares en los Estados Unidos y lograr la reunificación”, explicó el activista Gustavo Torres, director de la organización proinmigrante CASA, con sede en Maryland y oficinas en Virginia.
-El Acuerdo Flores: Este acuerdo se basa en una demanda resuelta en 1997, durante el gobierno del demócrata Bill Clinton, tras varios años de litigio. El acuerdo garantiza una protección en el trato y las condiciones de menores bajo custodia del gobierno.
El nombre de Flores proviene de la adolescente Jenny Lisette Flores, de 15 años que en 1985 huyó de El Salvador para reencontrarse con su tía en Estados Unidos. La niña fue arrestada por la Patrulla Fronteriza (en ese tiempo parte del Servicio de Inmigración y Naturalización -INS-) cuando intentaba ingresar indocumentada al país y la mantuvieron detenida en pésimas condiciones.
La menor fue llevada a un centro de detención donde la esposaron y desnudaron para revisarla. El Departamento de Justicia, bajo cuyo mando operaba el INS y la Patrulla Fronteriza, le negó a la tía de la menor la custodia, argumentando que no podía entregar niños a “terceros” mayores de edad.
Ese mismo año, el Centro de Derechos Humanos y Leyes Constitucionales (CHRCL) presentó una demanda para evitar que Flores y otros menores como ella fueran privados de libertad y que el gobierno abusara de su autoridad. Además, reafirmó que el ser indocumentados era una falta de carácter civil y no criminal.
-Estatus de Inmigrante Juvenil Especial: El Acta de Inmigración de 1990 enmendó la ley migratoria de 1965 proclamada por el presidente Lyndon B. Johnson. Bajo esta enmienda se creó el Estatus de Inmigrante Juvenil Especial (SIJ – Special Juvenile Immigrant). “Este es un gran beneficio para los menores que llegan indocumentados. Tienen la oportunidad de obtener su residencia permanente si se comprueban ciertas condiciones”, dijo el especialista en Inmigración, Luis Salgado.
Los menores deben probar que han sido abusados, descuidados o abandonados por uno o ambos padres, según la ley.
“El hecho de quedarse en sus países bajo el cuidado de otras personas y de cruzar solos la frontera ya es un indicativo de negligencia o abandono. Por lo que estos niños se pueden beneficiar con este tipo de estatus”, dijo Salgado. En Maryland se consideran menores a los que tienen hasta 21 años.
El problema con este tipo de estatus es que el niño no puede ser reunificado con el padre, porque este supuestamente ha cometido abuso o negligencia contra el menor.
“Los coyotes conocen las leyes”
El activista Abel Núñez sostiene que los traficantes de menores conocen muy bien las leyes de protección a los niños y jóvenes en los Estados Unidos y por ello abusan para negociar con las familias el cruce de menores.
“Los coyotes saben muy bien que las leyes protegen a los menores y que la Patrulla Fronteriza no los va a deportar”, dijo Núñez, el martes 6 de abril.
Sin embargo, durante la administración Trump —bajo una regulación para evitar expansión de la pandemia por el Coronavirus—se deportó a menores no acompañados. Según datos de CBP, en septiembre pasado más de 48 mil migrantes fueron expulsados bajo la normativa en cuestión en la frontera sur, y un reporte de octubre de The New York Times aseguró que más de 200 niños que no eran mexicanos fueron expulsados por los agentes de CBP hacia ese país.
Crisis
La crisis de menores no acompañados que cruzan la frontera sur golpea al gobierno de Biden. Más de 500 niños al día cruzan los límites fronterizos solos. Hasta el martes 6 de abril la Patrulla Fronteriza tenía bajo custodia 5 mil 750 menores. Y se reporta que niños permanecen en los centros de detención por más de 100 horas cuando la ley dice que el máximo en custodia de Inmigración debe ser 72 horas.
Los albergues están abarrotados y el gobierno ha habilitado centros militares en los estados fronterizos para admitir a los menores.
El presidente Biden enfatiza que las fronteras están cerradas pero que no darán trato inhumano a los menores no acompañados. No los deportarán, dijo.
Estados Unidos y países centroamericanos han lanzado una campaña informativa pidiendo a los inmigrantes no cruzar la frontera y que no envíen a sus hijos solos.
Núñez sostiene que esas campañas son ineficaces. “Es como en la época de Ronald Reagan cuando se lanzó la campaña ‘No a las Drogas’ sin otras herramientas para combatir el tráfico.
Así mismo por más que se diga que las fronteras están cerradas y si no hay un plan para atacar el problema de raíz, la gente va a seguir llegando”, dijo.
Abandonados por coyotes
Mientras tanto imágenes como la de las dos hermanitas ecuatorianas de 3 y 5 años que fueron lanzadas por coyotes desde una alta valla metálica se seguirán repitiendo. Así como la del niño de 10 años que fue abandonado en el desierto e interceptado por un agente fronterizo.
En sus mochilas los pequeños tenían el número de teléfono de un familiar o padre para reubicarlos.
Entre febrero y marzo, al menos dos menores fallecieron al intentar cruzar el Río Bravo (o Río Grande). El 20 de marzo, la Patrulla Fronteriza reportó la muerte de un niño mexicano de 9 años al intentar cruzar el río para entrar a Estados Unidos.
El menor fue encontrado junto a mujer guatemalteca y un niño de tres años. Los tres estaban inconscientes en una isla.
El 18 de febrero, un niño hondureño de 8 años, también falleció ahogado al intentar cruzar el río Bravo hacia Texas en compañía de su familia.
El Instituto Nacional de Migración indicó el jueves en un comunicado que “el menor permanecía en compañía de varias personas adultas sobre una pequeña isleta ubicada entre las fronteras de México y Estados Unidos pero no soportó el golpeteo del agua, la cual lo envolvió y mantuvo sumergido durante varios minutos”.
Cuando se recuperó su cuerpo fue imposible reanimarlo, reportó la agencia AP.
Necesidad de reforma migratoria y programas
Elizabeth no quería que su hijo tuviera un final fatal. Por ello desistió de traerlo nuevamente de manera indocumentada, pero esta madre se siente entre la espada y la pared por la desesperación de no ver a sus hijos. “Muchas veces he querido regresar a Guatemala, pero me tocaría abandonar a mi hijo más pequeño que nació aquí”, dijo entre lágrimas. “Yo siempre ruego porque pasen una reforma migratoria o alguna ley que me permita traer a mis hijos o yo regresar y volver a mi país”, dijo.
El Congreso discute dos proyectos de inmigración fragmentada.
Uno de ellos, auspiciado por legisladores republicanos permite la legalización de ciertos trabajadores pero no una vía a la residencia permanente, ni ciudadanía.
El otro, aprobado en la Cámara de Representantes, daría la residencia a quienes cuentan con un Estatus de Protección Temporal (TPS) y a los llegados en la infancia protegidos por DACA.
El miércoles 7 de abril un grupo de inmigrantes se manifestaron frente al domicilio de la vicepresidenta Kamala Harris, pidiéndole que garantice la unidad familiar y “luchar por un camino humano hacia la seguridad de los niños y las familias que buscan asilo”.
Harris fue nombrada por el presidente Biden como líder para observar y plantear soluciones ante la llegada masiva de menores no acompañados.