Por Olga Imbaquingo | Especial para El Tiempo Latino
Además de la vida, de abrazos, besitos y tiernos te quieros, Kimberly Acosta a su hija Moriah Isabella Acosta, que este 8 de mayo cumple un año, antes de nacer ya le hizo su primer regalo: inmunidad contra el tétanos, la difteria y tosferina en forma de una inyección.
Procurar que los bebés lleguen a este mundo con un pequeño arsenal de defensas contra las bacterias y agentes peligrosos debería ser una preocupación de todas las madres y los sistemas de salud.
Podría decirse que esta joven mamá, antes de terminar gravemente enferma en el hospital debido a la influenza en 2017, era algo indiferente a las vacunas. Por su trabajo con estudiantes estaba expuesta a la gripe de invierno y desde aquella ingrata experiencia en su calendario está bien señalada su cita contra la influenza, pero fue durante su primer embarazo que echó raíces su plena conciencia sobre el valor de las vacunas.
En Estados Unidos, entre 2018 y 2019, más de 34 mil personas murieron por culpa del virus de la influenza. Del 2020 no hay cifras claras, al presentar la influenza y el coronavirus una sintomatología parecida es difícil diferenciarlas.
Mientras por el mundo soplan briosos vientos anti vacuna, Acosta, por experiencia propia, sabe la importancia de vacunarse para evitar que peligrosas y oportunistas enfermedades crucen el umbral de su cuerpo.

Contra el tétanos, difteria y tosferina
Por ejemplo, cuando su doctora le habló de la importancia de que una embarazada se ponga la vacuna contra el tétanos, difteria y tosferina (Tdap), esta madre latina no lo pensó dos veces y dijo sí. “No sabía de la existencia de esa barrera de protección que las gestantes deberíamos ponernos para protegerlos a los bebés mientras están en nuestro vientre. Ese mensaje me gustaría que llegue a todas las mujeres. En cada embarazo hay que arremangar la manga de blusa para que nos vacunen y así cuidar a nuestros futuros hijos de agentes peligrosos”.
Acosta predica con el ejemplo: pronto hará segundo peregrinaje en busca de la vacuna contra el tétanos, la difteria y la tosferina, porque en menos de seis semanas llegará su segunda hija. Lo recomendable es hacerse inmunizar entre la semana 27 y la 36.
La difteria y tosferina son enfermedades infecciosas que se trasmiten de persona a persona a través de los estornudos y la tos, mientras que el tétanos se mete al cuerpo mediante cortes y heridas. Esas tres enfermedades son endémicas en el mundo y de vez cuando hay rebrotes, como el que ocurrió en Estados Unidos en 2012 con la tosferina. Se reportaron más de 48 mil casos y si no se atienden a tiempo son mortales o dejan serias consecuencias de por vida. El tétanos y la difteria son menos frecuentes en este país, pero no están completamente erradicados.
“Cuando me quedé embarazada por primera vez supe que tenía que ser extremadamente responsable. Mi esposo también se vacunó contra el tétanos y la difteria y tosferina para darle más protección a la niña”.
También contra el coronavirus
La otra vacuna que ya está en su calendario es la del coronavirus. “Estoy esperando hasta que nazca mi segundo bebé. Quiero que los anticuerpos del COVID-19 estén presentes en mi leche materna para trasmitirles la protección a mis dos hijas. Si me la pongo ahora solo estaré trasmitiendo las defensas a mi bebé que llevo en mi vientre”.
Por supuesto ella ha sido la más entusiasta promotora para que sus padres Juan Carlos Acosta y Yennyfer Fernández, quienes se contagiaron con el coronavirus, se pongan en primera fila para vacunarse. Ya lo hicieron y, al fin, este Día de la Madre se fundirán en un abrazo y habrá celebración en el patio de la casa de sus progenitores.
El año pasado no hubo celebraciones por el Día de la Madre. Su niña había nacido dos días antes del 10 de mayo, fecha en que los Acosta festejan la ocasión, como en El Salvador. El coronavirus estaba en la cresta de la ola, sus padres y sus suegros vinieron a conocer a la bebé, con mascarillas y desde lejos. “Esos momentos nunca se van a repetirse, lo que más quería de mi madre era el abrazo y un beso en el cachete y no me los pudo dar”. Por eso este año, aunque no lanzarán la casa por la ventana, se reunirán los más cercanos y con precauciones de por medio.
“Soy americana-salvadoreña. Nací en Estados Unidos, pero mis padres vinieron hace casi 30 años. Obtuve una licenciatura en biología en Old Dominion University y mi maestría de educación en la Universidad de Maryland”. Hasta diciembre del año pasado, educar y crear puentes para conectar a los estudiantes con carreras relacionadas con las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) era su responsabilidad profesional.
Abogando por las vacunas
Su embarazo cambió sus prioridades por razones de protección. Estos días trabaja como enlace comunitario y de educación para el Instituto de Investigación de la Armada Walter Reed, en Silver Spring. Su trabajo consiste en construir puentes y abrir puertas para educar a la comunidad hispana sobre la importancia de vacunarse. “Insistimos que hay que escuchar las voces de los científicos para contraponer la verdad a las mentiras que sobre el coronavirus y la vacuna circulan por las redes sociales”.
Sus funciones, además, consisten en aumentar el nivel de conocimiento, sensibilización e involucramiento de los hispanos adultos en el programa de investigación de una vacuna contra el coronavirus que está desarrollando el Instituto de Investigación de la Armada Walter Reed.
La vacuna del Instituto de Investigación de la Armada Walter Reed está en su etapa de ensayos y su objetivo es atacar las variantes del coronavirus. Los resultados de ese proceso científico se comparten con enlaces como Acosta, quien se encarga de que esa información llegue en español a los oídos de los líderes comunitarios, religiosos y de salud y que estos a su vez la difundan en la comunidad.
Mientras se prepara para la llegada de un miembro más en su familia, esta madre hispana lo hace con la tranquilidad de que sus niñas crecerán sabiendo que una vacuna sí hace la diferencia entre la vida y la muerte.