Un emotivo encuentro familiar en DC. | FOTO: Milli Legrain para ETL

Por Milli Legrain – Especial para El Tiempo Latino

A sus 86 años, Teófilo Luis Matías, partió este martes desde el pueblo de Tlacolula de Matamoros en Oaxaca -México- para encontrarse con su hijo. Tras siete horas en camión, un vuelo desde la Ciudad de México y otro desde Miami, llegó a Washington D.C.

“Mucho tiempo, Pa”, le susurró en el oído su hijo Valo, entre sollozos. Llevaban casi 25 años sin verse. 

Junto con otras 16 familias mexicanas, padre e hijo por fin pudieron reunirse entre abrazos y lágrimas este miércoles, en la capital estadounidense, gracias al programa Guelaguetza Familiar, impulsado por el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa.

Desde 2017, la iniciativa ha reunido a 1 mil 113 familias originarias del estado de Oaxaca en distintas partes del país con el apoyo de las autoridades de México y Estados Unidos.

Los beneficiarios del programa, en esta ocasión, eran adultos mayores de ochenta años, deseosos de ver a sus familiares en Estados Unidos tras una separación de más de dos décadas. Aplicaron al programa por medio del Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM) en 2019.  Pero el Covid-19 causó retrasos.

“Fue una sorpresa”, dijo Karina Luis, cuando le confirmaron apenas el mes pasado que su abuelo viajaría esta semana.

La reunificación se realizó en un evento emotivo en el Instituto Cultural Mexicano, auspiciado por el embajador Esteban Moctezuma. Muchos de los familiares afincados en Estados Unidos habían viajado desde Los Ángeles, donde se concentra la comunidad oaxaqueña en este país. Pero también viajaron desde Seattle, Atlanta y Nueva York.

Entre ellos estaban nietos que conocieron a sus abuelos por primera vez.

Existen al menos 16 programas estatales para la reunificación familiar de mexicanos en Estados Unidos. Bajo el programa de Oaxaca, las 17 personas que viajaron esta semana disfrutarán de una visa de turista por 10 años, permitiéndoles quedarse unos seis meses al año en este país.

Intercambio de culturas y tradiciones

El programa oaxaqueño se destaca por promover además un intercambio cultural entre generaciones. Los beneficiarios del programa se comprometen a transmitir algunas de sus tradiciones con los miembros más jóvenes de su familia, enseñándoles a tejer sombreros, a preparar el mole, o a hablar en alguna de las 16 lenguas originarias del estado de Oaxaca.

A sus 82 años, Camila Aurelia Alvarado, se emocionó al hablar de lo mucho que le gustaba bailar en las fiestas tradicionales de la Guelaguetza en su pueblo de San Juan Teitipac. Y describió en detalle las ofrendas que, junto con su nieta, pondrá en el altar para el Día de los Muertos en el hogar de su hija Margarita que no ve desde hace 22 años. Tendrá “flores, mole, chocolate, atole, cacahuates…”

El reencuentro fue también emocionante para los nietos y nietas nacidos en Estados Unidos. “Yo nací aquí. Puedo ir a México, pero tengo familiares que no pueden,” dijo Jessica Mena, de 25 años. Entiende el dilema que enfrenta su madre, al ser inmigrante: “Es un sacrificio estar en un país diferente. Estás dividida. Aquí tienes a tu familia y un poco más de oportunidad.  Pero allí tienes a tu mamá y ella está sola.”

A sus 26 años, Karina Luis se prepara para estudiar enfermería. “Yo extraño a mis papás si me voy de viaje un fin de semana. No puedo imaginar lo que son 24 años sin verse.”

Su abuelo, Teófilo Luis Matías, comentó a El Tiempo Latino  que en los años 50 trabajó como bracero en California en la cosecha de lechuga. Entonces rechazó la oferta de varios empleadores de ayudarle a tramitar la residencia en el país. Pero cuando su hijo emigró a Estados Unidos en los años 90 no pudo verlo más. Entonces se arrepintió de no haberse hecho ciudadano cuando tuvo la oportunidad.

Un granito de arena

La ausencia de políticas para regularizar a los 11 millones de inmigrantes sin papeles, junto con la difícil tramitación de visas de turista a los Estados Unidos para mexicanos de bajos recursos, son obstáculos para que los lazos familiares se mantengan.

Helena Olea, directora asociada de programas para Alianza Américas, ve este programa como algo “positivo” por el valor que le da a la vida familiar. Pero advierte que es solo un “granito de arena” dada la magnitud de la histórica migración mexicana a EEUU.

Se estima que unos 5 millones de personas indocumentadas en Estados Unidos nacieron en México. Y tan solo en 2020, la comunidad mexicana afincada en este país mandó US$40 mil millones a su país en remesas.

A pesar de ello, los migrantes son vistos “como un insumo para la producción” en vez de  “un ser humano que tiene una familia,” dijo Olea.

Es “necesario crear programas migratorios para regularizar la situación de estas personas de manera que les permita entrar y salir,” agregó.

Migración y desarrollo

Presente en la capital estadounidense para llamar a la inversión extranjera en su estado en las áreas de agroindustria y turismo, el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat Hinojosa, apuesta a que el desarrollo económico en su estado haga menos necesaria la migración internacional.

 “Estamos convencidos que el proyecto del Corredor Interoceánico cambie la realidad para siempre en el estado de Oaxaca y genere empleos de valor agregado bien remunerados que tanto necesitamos,” dijo en una entrevista exclusiva con El Tiempo Latino, en referencia al mega-proyecto de infraestructura en curso, que busca unir el Golfo de México con el Océano Pacífico, en una región del país que destaca por su producción de limón persa, papaya y mango.

En Washington, muchos activistas se ven frustrados ante la falta de acuerdo entre demócratas para impulsar una reforma migratoria que permita regularizar la situación de personas con TPS y DACA, y de los trabajadores agrícolas, entre otros trabajadores esenciales.

Si se obtuviera la residencia permanente para estas personas, “No estaríamos hablando de 17 casos o de 1113 familias en Oaxaca. Estaríamos hablando de millones de personas,” dijo la representante de Alianza Américas.

Mientras tanto, tras abrazar a su padre, Valo Luis espera  ahora con ilusión la visita de su madre  Juana, una de más de 600 personas en Oaxaca que están en la lista de espera para poder viajar a Estados Unidos y que tienen la esperanza de volver a ver a sus hijos- aunque sea quizás una última vez.

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