DUELO. En Río de Janeiro, una pareja llora a una mujer víctima del COVID-19 sepultada en un cementerio. | Foto: Efe/Antonio Lacerda.
Ana Julia Jatar, miembro de la Junta Editorial y directiva de El Tiempo Latino.

Esta semana, Estados Unidos alcanzó la meta de vacunar 3 millones de personas por día. Es decir, el gobierno de Biden, con una estrategia de distribución similar a tiempos de guerra, logró triplicar el número de vacunas que había prometido al llegar a la Casa Blanca en enero.  Se espera que, para las fiestas de celebración del día de la Independencia el 4 Julio, se haya logrado el porcentaje de vacunados necesario para alcanzar la llamada “herd immunity” o inmunidad de grupo. En otras palabras, que el número de inmunizados sea lo suficientemente alto para detener la contaminación. Este logro va a depender mucho de la actitud que asuman los grupos activistas que se empeñan en no creer en la vacuna. Esperamos, por el bien de todos, que la ciencia gane y que las teorías conspirativas terminen siendo solo eso. 

Mientras tanto, en América Latina el proceso de inmunización va mucho más lento. La falta de vacunas aunada a la influencia en los creyentes en ciertos movimientos religiosos que las rechazan, son un problema. Al igual lo es la complicidad de gobiernos que prefieren esconder sus fracasos con cual han logrado convertir a este virus en una tragedia de salud pública inédita en nuestro continente. Para aumentar el drama, en Brasil se ha originado una variante más letal que el COVID-19 llamada el P.1. El gobierno del presidente Jair Bolsonaro con su irresponsabilidad característica desde que comenzara la pandemia, ha sido incapaz de controlar su propagación. Pero las pandemias no son responsabilidad de un solo país, de ahí su nombre “enfermedad de todo un pueblo” en griego. Recordemos que Brasil tiene una frontera que colinda con 10 países. De ellos los más afectados han sido Bolivia, Colombia, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela los cuales sufren los estragos de esta nueva variante lo cual ha llevado al cierre de fronteras y aislamiento de poblaciones. 

El problema de Bolivia, por ejemplo, es realmente grave, al tener una frontera más extensa que la de Estados Unidos con México, no le ha quedado otra alternativa que cerrarla de forma temporal con el gigante del sur. Las implicaciones económicas para Bolivia han sido devastadoras. 

En Lima, Perú, por ejemplo, los científicos han detectado esta variante P.1 en el 40% de los casos. El 25 de marzo, hace apenas unos días, el ministerio de Salud del Perú presentó un informe en el cual se describe por primera vez la expansión de la variante brasileña en el territorio peruano.

En Uruguay se dice que la variante P.1 del COVID-19 llega al 30%. En Paraguay la cifra se estima en un 50 % sobre todo entre las poblaciones que se encuentran en la frontera con Brasil. También han encontrado casos de esta variante en otros países de América Latina que poseen frontera con Brasil como son el caso de Colombia, Argentina, Venezuela y Chile. En estos países, las limitaciones en sus capacidades de definir genéticamente al virus y sus mutaciones han hecho muy difícil saber exactamente el nivel de propagación. 

Los sistemas de salud en América Latina se encuentran colapsados o al borde de estarlo. Uruguay, por ejemplo, país con un sistema de salud tradicionalmente sólido y que había demostrado cierto éxito en los primeros meses de la pandemia, está enfrentando grandes retos con el avance del P.1. en su territorio.

Vacunar masivamente a la población es la única opción abierta para acabar con la tragedia que está viviendo América Latina. Desafortunadamente, las vacunas de coronavirus en nuestra región como bien lo dijo el diario el New York Times, “son como las ballenas blancas: a menudo discutidas, pero raramente vistas”. Gobiernos corruptos usan las pocas vacunas que tienen para inmunizar a su entorno y se olvidan del pueblo. Según los datos que manejan los especialistas, Suramérica ha sido una de las regiones más afectadas, pero solo ha administrado el 6% de las vacunas de acuerdo a la información proporcionada por Our World in Data

Hasta finales de marzo, 37 países del mundo confirmaron casos detectados con la variante brasileña, de acuerdo al reporte epidemiológico de la Organización Mundial de la Salud. Vacunar a toda la población es la solución. Esperamos que los gobiernos de América Latina y en especial Brasil, asuman su responsabilidad de una vez por todas.

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