SOLUCIONES. Se aspira que las propuestas de la administración Biden den alguna solución al sistema de cuidados de niños, ancianos y de personas con discapacidades. | FOTO: Cort. ECS MC

Por Olga Imbaquingo - Especial para El Tiempo Latino

Las escuelas cerraron y unos 5.1 millones de mamás dejaron de trabajar para cuidar a sus hijos. Un millón 300 mil siguen desempleadas y cuidando de sus seres queridos, según las últimas cifras de la Oficina del Censo.

Estas estadísticas no reflejan a latinas pobres, como María Isabel. Un mes después de la pandemia se quedó sin ingresos y al cuidado de sus hijos. “Cerraron las escuelas y no tenía con quién dejarlos ni con qué pagar el cuidado del más pequeño, porque ya no me daban trabajo limpiando casas. Estoy deprimida y agotada”.

Cansancio, agotamiento, desgano, irritabilidad son estados de ánimo comunes entre las cuidadoras asalariadas y aquellas que no reciben remuneración. Los hijos llaman a decir “mi mamá está muy triste”, dice Viviana Azar, supervisora y terapista del Departamento de Salud de Montgomery County. ¿Su consejo?, “acepten que tienen el derecho a sentirse abrumados y deprimidos; después busquen ayuda, pero no descarguen esa frustración con sus seres queridos”.

El encierro, los contagios, los muertos, el desempleo, el trabajo y la enseñanza virtual aumentaron el peso del agotamiento. “El golpe en los hogares latinos es inimaginable”, asegura Azar.

No hay que olvidar que existen ayudas
Frente al agotamiento, Azar sugiere sacarle partido a la cercanía existente entre los latinos. Reconectarse con las vecinas y los conocidos que también tienen hijos y turnarse en los cuidados puede ser una alternativa. Tampoco hay que olvidar, que los condados tienen recursos para ayudar en el cuidado infantil, para que estas madres comiencen a buscar un trabajo de medio tiempo.

Los campamentos de verano podrían ser una gran ayuda, porque permitirán a las madres descansar y buscar un trabajo por horas. “Usen el programa Por su Salud y Bienestar, que tiene un componente de ayuda y beneficios, llámelos al (301) 270-8432 y dígales cuáles son sus necesidades.”, recomienda Azar. También están Health Care Center, Identity y CASA para asistirlos.

Según el presidente Joe Biden, el cuidado de los hijos está entre las razones de la lenta reincorporación laboral. Su propuesta de destinar $400 mil millones para los cuidados de ancianos, $225 mil millones para el cuidado infantil y $200 mil millones más para programas prescolares está enfrentando una férrea oposición republicana.

“El cuidado de las personas mayores es algo personal”, dice Rolando Santiago, Jefe de Salud de conducta y crisis del condado de Montgomery. “Cuidamos los últimos cuatro años de mi suegra, nunca se nos cruzó ponerla en un centro. Fue reconfortante pero no sin presiones, siempre alguien tenía que estar en casa, mi esposa tuvo que trabajar a medio tiempo. El diálogo y las pautas claras sobre cómo vamos a distribuir el tiempo de cuidado nos ayudaron”.

Las cuidadoras, remuneradas o no, han sido afectadas en esta pandemia. “Hay que poner mucha atención a su salud física y mental. Quiero que sepan que sí hay ayuda y en español”, insistió Santiago.

Inmigrantes, “Dreamers”, y pobres
“Tenemos 50 millones de cuidadoras de ancianos y personas con discapacidades no asalariadas. Durante la pandemia estuvieron en la primera línea de defensa, son indispensables, pero están olvidadas”, es la reflexión de Yanira Cruz, presidenta y directora ejecutiva del Concejo Nacional Hispano sobre el Envejecimiento (NHCOA, por sus siglas en inglés) Cruz enumera algunos de los problemas que enfrentan las cuidadoras: ganan$ 12 la hora, nunca tienen descanso ni tiempo para cuidar de su salud, si se enferman no trabajan y no hay salario.

Tampoco tienen entrenamiento de cómo cuidarse y manejar su estrés en un trabajo extenuante y demandante.

Muchas se van en busca de algo mejor remunerado y eso afecta a los viejitos que se acostumbran a sus cuidadores. “Esta es la gran paradoja, ellos cuidan del bienestar de otros, pero a ellos no los cuida nadie. Muchos de los cuidadores son inmigrantes que están en el grupo de los ‘Dreamers’ y mientras resuelven la vida de otros no pueden resolver su estatus migratorio. Esto es inaceptable”, dice Cruz.

Por todo esto, dice Cruz, es esencial que el Congreso apruebe una legislación que favorezca a los cuidadores y los ancianos.

“Aplaudo la iniciativa del gobierno, su propuesta será un gran alivio para todos”.

Entre los latinos, el cuidado de un anciano es asumido por la familia y eso tiene un precio: a menudo dejan sus trabajos y las pérdidas económicas son incuantificables. Cruz hace caer en cuenta que muchos de los cuidadores latinos no saben que son cuidadores, por eso no buscan información y no reciben entrenamiento.

“El gobierno nos ha abandonado”
Zulma Inglés trabaja atendiendo a viejitos latinos. Se contagió con el coronavirus al principio de la pandemia y desde entonces no está bien. “Nunca fui depresiva ni de quejarme, pero a raíz del contagio me duele todo, tuve quistes en los senos y me sacaron el útero, me duelen los pulmones y solo tengo 47 años. Siempre he llevado a mis pacientes a las clínicas y ahora soy yo la que debe ir al doctor y no me queda tiempo”.

Inglés solo tiene libres las tardes del sábado y el domingo y está molesta con el gobierno. “Nos han dejado solas y sin seguro médico. Trabajo 16 horas y Obamacare no me cubre porque trabajo 16 horas. No pido nada gratis, pero es mucho dinero pagar $400 por un seguro si además los copagos son muy altos”.

A esta cuidadora salvadoreña le sabe a ironía que le digan que pertenece al grupo de los trabajadores de la salud, pero lo que menos le dan es ese derecho. “Nunca tenemos vacaciones y solo 15 horas al año por enfermedad. Dicen que nos estamos levantando del COVID-19, yo estoy más caída y con destrozos por doquier”.

Las cuidadoras tampoco están exentas de peligros como las agresiones de alguno de sus pacientes.

“Me han llegado a tirar la escoba y dos veces me quisieron agredir sexualmente. A veces quiero tirar la toalla, pero desde acá mantengo a mi mamá y a mi abuelita”.

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