Investigadores chinos despertaron la atención mundial con su experimento con una cepa mutante mortal de COVID-19, denominada virus GX_P2V. Este estudio, parecido a la polémica investigación de Wuhan, muestra el impacto letal del virus en ratones modificados genéticamente que reflejan la genética humana.
La investigación de la cepa mutante del COVID-19
El virus GX_P2V, una versión evolucionada del GX/2017 detectado en pangolines malayos en 2017, se infiltró en el cerebro de los ratones, provocando su muerte en apenas ocho días tras la infección. Esta tasa de mortalidad rápida fue subrayada por los investigadores chinos, ya que los ratones afectados mostraron una drástica pérdida de peso, movimientos letárgicos y decoloración de los ojos, antes de morir.
Los investigadores chinos expresaron su aprensión ante el riesgo potencial de propagación del virus GX_P2V a los seres humanos. Citan el estudio como un modelo perspicaz para desentrañar los mecanismos patogénicos del SARS-CoV-2 y los virus relacionados. Sin embargo, los resultados de este estudio no indican de forma concluyente las posibles repercusiones en los seres humanos.
Repercusión internacional
La investigación ha recibido críticas de expertos de renombre como François Balloux, especialista en epidemiología del Instituto de Genética del University College de Londres. Condenó el experimento de la cepa mutante del COVID-19, GX_P2V como "terrible" y "científicamente sin sentido".
Richard H. Ebright, profesor de química y biología química de la Universidad de Rutgers, y el Dr. Gennadi Glinsky, profesor jubilado de medicina en Stanford, se hacen eco de las aprensiones de Balloux sobre los posibles percances y los protocolos de bioseguridad aplicados durante la investigación.
Estos críticos instan a "detener esta locura antes de que sea demasiado tarde".
El estudio realizado en 2024 no parece tener vínculos con el Instituto de Virología Wuhan de China, implicado anteriormente en teorías sobre fugas de laboratorio durante la pandemia de COVID-19. El origen del COVID-19 sigue siendo un misterio, ya que las agencias de inteligencia estadounidenses aún no han desenterrado pruebas directas que apoyen estas teorías''.
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