Anna María Izquierdo-Porrera
La doctora Anna María Izquierdo-Porrera es directora ejecutiva de Care for your Health, un modelo de salud poco usual en Estados Unidos.. Foto por cortesía de Anna María Izquierdo-Porrera

No estoy aquí para que vivan para siempre, sino para mejorar su calidad de vida mientras vivan”. Esta frase colmada de un profundo sentido de humanidad permea el día a día, los esfuerzos y los sueños de Anna María Izquierdo-Porrera.

En su particular peregrinaje hacia el estado de respeto y la dignidad para los ancianos, Izquierdo-Porrera quizá cogió ímpetu del ejemplo de sus padres, allá en Tarragona-Cataluña. Ellos eran dueños de una farmacia de las que ya no hay. Eran tiempos en los que el farmacéutico hacía sus ungüentos y los pacientes llegaban preguntando: ¿puede darme algo para el dolor de cabeza?

Ellos aliviaban el dolor y la niña solo jugaba a ser doctor. Estudió medicina en la Universidad de Barcelona y como había aprendido inglés, se vino a EEUU para hacer dos años de investigaciones, completar doctorado en geriatría y volver a casa. De eso hace 26 años.

La vida le tenía reservado otros planes: se casó y para contento de los adultos mayores de Maryland se quedó. Su aterrizaje a la práctica de salud estadounidense fue un despertar a una cruda realidad a la que no estaba acostumbrada y la que hasta hoy le revuelve las entrañas.

Anna María Izquierdo-Porrera algún día quisiera hacer una investigación sobre los beneficios de que su modelo de atención es menos costoso y más humano. Foto por cortesía de Anna María Izquierdo-Porrera.

En Europa, especialmente en el sur, la salud es un derecho fundamental, igual que tener techo, educación o agua potable. Aquí es un negocio, si tienes dinero pagas y si no, nada”. Entre esas disparidades y distorsiones del sistema, ella y su equipo dan salud a los ancianos y abogan por una atención con calidez humana.

En este país, dice, “soy latina con identidad catalana”, por eso le disgusta esa narrativa de que solo se hable de las necesidades y no de las contribuciones. “Sea cuidando jardines, construyendo casas, o trabajando en el Banco Mundial todos aportamos debemos y levantar la voz para decir, ‘no soy ladrón, soy el que hace tu comunidad mejor’”.

Una historia que empezó en sótano

Siempre supo lo que quería estudiar. Sus amigos le hacían el chascarrillo de que siendo geriatra no le quedaría nadie a quien curar porque todos se mueren, pero Izquierdo-Porrera tenía clarísimo: sus pacientes no morirían en la fría sala de hospital, sino en casa, con el dolor controlado y rodeados de sus seres queridos. “Nuestra sociedad respeta poco a los viejitos, no reconoce que crecimos sobre sus hombros y que tienen el conocimiento, por eso me lo paso bien con ellos”.

Ese afán de torcer la muñeca del sistema, la motivó a crear su propia organización sin fines de lucro, Care for Your Health, Inc, de la que es directora ejecutiva. Allí hace lo que tanto le gusta: darles más de 10 minutos a sus pacientes, porque como dice “siendo geriatra, los diez minutos se van en subir y bajar a la abuelita de la camilla”.

Hace 16 años empezó a ver a los adultos mayores en un sótano. Hoy Care for Your Health, Inc tiene dos clínicas en Silver Spring y Germantown; y, cuatro servicios ambulatorios en iglesias de Hyattasville y Gaithersburg. Este año abrirán dos más en CASA y en Laurel.

En 2014 notó que no venían al consultorio porque los hijos no podían llevarlos o no podían levantarse, ¿la solución?: “Déjeme que termine de atender aquí y más tarde me paso por su casa”. Allí está el germen del hospital en casa que echó raíces durante la pandemia para dar atención a los abuelos en un ambiente familiar. 

Foto por cortesía Anna María Izquierdo-Porrera.

Para dar un servicio integral, su clínica tiene convenios con Maryland Agriculture Reserve, CASA, The UpCounty Hub y muchas más. Estos ofrecen alimentos y otro tipo de asistencias y Care for your Health salud. “La misma atención que damos en el consultorio la reciben en el centro comunitario o el domingo en la iglesia. Nosotros llevamos la clínica donde está la gente”.

Que no dejen de venir

Izquierdo-Porrera quiere que esto quede claro: “no somos una clínica gratuita, el paciente paga según sus ingresos. Si me demuestra que no gana tanto, muy poco voy a cobrarle. Ese balance es necesario para mantener las puertas abiertas, pagar a los empleados y no cobrar tanto para que la gente no desaparezca. A veces les digo, ‘déjeme a deber y poquito a poquito me paga, pero no deje de venir”.

A esto lo llama sensibilidad moral, la misma que aplicó ella y su equipo 16 horas diarias, de domingo a domingo, con lluvia, olas de calor sol y nevadas haciendo pruebas y poniendo vacunas en la calle, durante pandemia.

Anna María Izquierdo-Porrera
Durante la pandemia la doctora Anna María Izquierdo-Porrera trabajó atendiendo a los enfermos y difundiendo información preventiva en español. Foto por cortesía.

Ya no son tiempos de coger a sus dos hijos a las 10 de la noche y correr a certificar la defunción de un paciente. Ellos han crecido y en el poco tiempo que le queda se refunde en la literatura de fantasía, haciendo manualidades, completando su tesis para su doctorado en liderazgo organizacional y en pintar.

Sí, pintar. Así que si un día pasa por sus clínicas sepa que esas hojas con los colores de otoño, mezcladas con resina que cuelgan de las paredes son sus obras. “No es que sea buenísima, pero me distraigo”, aclara. Bueno, el arte es subjetivo, no así la práctica de la medicina con responsabilidad social, en eso ella es sobresaliente y está en primera fila.

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