El Comisionado de Alimentos y Drogas Scott Gottlieb, quien usó su puesto para abordar temas difíciles de salud pública, desde el vapor de los jóvenes hasta la adicción a los opiáceos, renunció este martes, con efecto a partir de un mes.
Gottlieb, que ha estado viajando semanalmente a Washington desde su casa en Connecticut, quiere pasar más tiempo con su familia, según explicó un funcionario de la administración.
Una renuncia que no fue solicitada por la Casa Blanca.
Un alto funcionario de la Casa Blanca aseguró que Gottlieb había hablado con el presidente Trump, a quien le gustaba su labor como jefe de la FDA. Aunque Gottlieb tuvo algunos desacuerdos políticos con su gobierno, el médico es muy respetado en la administración de Trump y podría incluso, ser invitado a volver a otro puesto, según explicaron dos funcionarios.
Su decisión fue una sorpresa para algunos funcionarios de la FDA, pues recientemente Gottlieb había contratado personal de alto nivel y estaba impulsando una serie de nuevas iniciativas.
La dimisión se produce cuando la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca está revisando el asunto de la firma de Gottlieb, en un tema que afecta a los jóvenes. El plan, detallado por Gottlieb el otoño pasado, restringiría drásticamente la venta de cigarrillos electrónicos con sabores a menores de edad, que, según él, podrían llevar a una nueva generación de adictos a la nicotina.
Su iniciativa ha merecido elogios por centrar la atención en un problema nacional. Pero también ha sido criticado por algunos activistas antitabaco por ser demasiado débil. Algunos libertarios y conservadores se quejaron recientemente de que su enfoque representaba un “pánico regulador” y que iba en contra de la agenda antirreguladora de Trump.
Se espera que el plan avance, pero la salida de Gottlieb podría poner en duda otras iniciativas sobre el tabaco que él defendió y que aún no han surgido de la FDA, incluyendo propuestas para prohibir los cigarrillos mentolados y para reducir los niveles de nicotina en los cigarrillos a niveles “mínimamente adictivos”.
Con información de The Washington Post