La costa este arriba a los tres días asediada por el humo proveniente de los incendios forestales de Canadá. Aunque es común que cada año, y debido al cambio climático, se produzcan incendios en el país franco anglosajón, el impacto que han causado en 2023 es distinto al de años anteriores.
Impulsada por un periodo inusualmente seco y cálido en primavera, la temporada de incendios canadiense que acaba de empezar podría convertirse en la peor de la que se tiene constancia.
Aunque hasta el momento no se han registrado muertos, heridos o daños producto del fuego en Canadá. El jueves ardieron más de 400 incendios. Más de un tercio se encuentran en Quebec, donde el Ministro de Seguridad Pública, François Bonnardel, declaró que no se esperan lluvias hasta la próxima semana y que se prevé un aumento de las temperaturas.
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Históricamente el oeste del país siempre ha sido una tierra fértil para los incendios, al igual que Canadá, pero el impacto del fuego toma un nuevo cariz cuando llega hasta la costa este debido a la densidad poblacional de la región.
"El Oeste siempre ha ardido, al igual que Canadá, pero lo importante ahora es que estamos recibiendo estas cantidades masivas de humo en una región muy poblada, por lo que mucha, mucha gente se está viendo afectada", dijo Loretta Mickley, codirectora del Grupo de Modelización de Química Atmosférica de la Universidad de Harvard a la agencia AP.
Desde el punto de vista químico, el humo de los incendios forestales puede ser más tóxico que la típica contaminación urbana, pero con un asterisco: Con el smog, "el problema es que estás en él todo el tiempo", dice Jonathan Deason, profesor de gestión ambiental y energética de la Universidad George Washington.
La densidad de población en la costa este
La situación se vuelve crítica cuando el humo llega a Nueva York, la ciudad más poblada de Estados Unidos, donde las autoridades han reportado un incremento de las emergencias relacionadas a casos respiratorios.
Según el último censo poblacional del país en la costa este viven unos 53, 4 millones de personas, de las cuales más de 10 millones se encuentran amenazadas debido a la baja calidad del aire que actualmente tiene la zona.
Así los más recientes mapas de población muestran como la zona este del país concentra una gran cantidad de personas, mientras que hacia el centro las ciudades están considerablemente menos pobladas, hasta que llegas a la costa oeste.
Esto se debe principalmente al hecho de que la mayoría de los inmigrantes que llegaron al país en el siglo XIX y principios del XX lo hicieron por la costa este y los esclavos traídos por la fuerza también se concentraron en la mitad oriental del país.
Los incendios forestales no son los únicos problemas de calidad del aire que acechan a los grandes centros de población de todo el mundo.
En Pekín, por ejemplo, décadas de tormentas de arena procedentes de las llanuras de Mongolia se han mezclado con la contaminación de origen humano, haciendo a veces invisibles los edificios vecinos. Incluso se han visto transeúntes caminando por las calles con bolsas de plástico en la cabeza para aislarse de las partículas.
Muchos países africanos situados en el desierto del Sáhara o en sus inmediaciones también sufren periódicamente la contaminación atmosférica, sobre todo a causa de las tormentas de arena. Senegal, en particular, lleva años soportando niveles inseguros de contaminación atmosférica, que provocan asma y otras enfermedades respiratorias, según los expertos en clima.
