El reemplazo de un techo es un proceso costoso que pocos dueños de viviendas anticipan. Según el informe 2011-2012 “Cost vs. Value” de la revista “Remodeling” el costo promedio nacional de la sustitución de un techo es de unos $22.000.
Aunque no se puede hacer mucho para reducir esos gastos, hay señales de alarma que podrían indicar la inminencia de un reemplazo.
Por ejemplo, la presencia de algas. Si el techo tiene abundantes vetas negras con adherencia de manchas, es posible que se trate de algas que perjudican la apariencia física de la vivienda.
Se limpian a presión con una mezcla de agua y cloro que las elimina con efectividad.
Al igual que las algas, las tejas dobladas son un problema serio. Generalmente se produce debido a que el aire caliente del ático se escapa y despega las tejas. Es señal de ventilación insuficiente del techo, lo cual reduce su duración y trae consigo más gastos de acondicionamiento de aire.
Generalmente la pérdida de gránulos es un subproducto del desgaste normal de las tejas a causa de las inclemencias del tiempo como el granizo. Sus efectos secundarios incluyen debilitamiento del techo y filtraciones.
El moho no se puede ver en el exterior de la casa, sino en el ático. En caso de detectarse, es posible que el techo tenga filtraciones. El moho no es necesariamente fácil de detectar, por lo cual se debe realizar una inspección profesional. Y deberá eliminarse, o considerar la opción de reemplazar el techo para evitar que vuelva a reproducirse.
Pero la señal más desesperanzadora es la podredumbre. Si no se resuelve, las consecuencias pueden abarcar más allá del techo, dañando otras partes de la casa, debido en gran parte a la penetración del agua por el techo.
Si la podredumbre del techo no se nota o se ignora, en poco tiempo el agua se filtrará por el techo y creará una ruta de destrucción en el resto de la casa.