El secretario de Educación, Arne Duncan, volvió a poner sobre el tapete el tema de la extensión del año escolar, asegurando que sería bueno prolongarlo.
Para Duncan, “agregar horas a la educación anual, ya sea para aprender más sobre escritura, o sobre cómo tocar un instrumento musical sería una inversión en educación que mejoraría mucho el rendimiento académico”.
Los que están a favor de prolongar al menos 300 horas el año escolar, aseguran que la decisión redundará en una mejor preparación para el sidlo XXI. En la actualidad se está realizando una experiencia piloto con 20.000 alumnos en 40 escuelas de Colorado, Connecticut, Massachusetts, New York y Tennessee.
Para impulsar la propuesta, sus fanáticos argumentan que los niños pierden mucho del conocimiento del año al tener vacaciones tan largas. La National Summer Learning Association ha citado a favor décadas de estudios que muesran que los alumnos tienen mejores calificaciones al ser evaluados en un mismo tema al principio del verano que al final.
“La investigación es muy clara al respecto”, dijo Charles Ballinger, director ejecutivo emérito de la National Association for Year-Round School, entidad con sede en San Diego. “Los únicos que no pierden conocimiento durante los meses de verano son los pequeños genios, de un 10 a 15 por ciento de la población escolar”.
Otro argumento a favor es que el año escolar más largo, permitiría que los niños más pobres se beneficien por más tiempo de los almuerzos escolares.
Pero, el movimiento tiene también muchos detractores. Ballinger contó que, en muchas reuniones escolares, los padres dicen que quieren ver a sus hijos descansar, mirar las nubes, el cielo y las estrellas. Los opositores consideran que el descanso que da el verano permite que los chicos recarguen baterías para el año siguiente. Además de promover el encuentro familiar, tras un año de pura actividad.
“Creo que justamente la idea de que la familia también es responsable de la formación de los hijos aplica justamente a los meses de verano”, indica Tina Bruno, directora ejecutiva de la Coalition for a Traditional School Calendar.
Bruno es parte de “Save Our Summers”, una alianza de padres, abuelos y educadores que promueve proteger al verano como un espacio en familia.
Un grupo que apoya la extensión del calendario escolar es el de las mujeres que son cabeza de familia —un 30 por ciento del grupo con niños en edad escolar— para las que un año más largo redundaría en menos gasto en cuidado infantil.