PRESIÓN. Familias participaron el lunes 7 de julio en una manifestación frente a la Casa Blanca en solidaridad con los niños migrantes.



Santiago David Távara

PRESIÓN. Familias participaron el lunes 7 de julio en una manifestación frente a la Casa Blanca en solidaridad con los niños migrantes.

Los teléfonos no dejan de sonar en Ayuda, una organización no lucrativa que sirve a la comunidad latina del Distrito y el Norte de Virginia. Y esta organización, sin duda, también necesita “ayuda”. Al igual que otras ONGs del área metropolitana que trabajan con menores centroamericanos y sus familias, Ayuda se encuentra en una encrucijada y bajo la presión de no contar con suficientes recursos. La llegada a la región de DC, solo el año pasado, de más de 7.000 niños centroamericanos —trumatizados y con retos emocionales y físicos— ha puesto contra la pared a estos grupos encargados de proporcionar servicios.

“Parece que siempre vamos retrasados”, dijo Karine Noncent Shaw, abogada en Ayuda. “Y me temo que esto no es temporal. Es una consecuencia de las malas condiciones que hay en otros países y la búsqueda de un futuro mejor para estos menores y la creencia que ese futuro está en Estados Unidos”.

En la tarde del martes, 14 de abril, Ayuda y otras organizaciones que proporcionan servicios legales, médicos y sociales a estos jóvenes y a sus familias, presentaron un informe en el que demuestran que sus recursos se encuentran al borde del abismo.

Ésta es la conclusión del estudio: “Estos menores van a ser olvidados y se perderán en la burocracia de nuestro sistema”, explicó Abel Núñez, director ejecutivo de la organización con sede en DC, CARECEN —Centro de Recursos Centroamericanos. Núñez asegura que no hay suficientes expertos en salud mental, inmigración y educación que hablen español y sean culturalmente competentes para trabajar con estos jóvenes y sus familias.

“Todos los proveedores de servicios del sistema escolar se encuentran sobrepasados”, explicó.

Todo indica que esa sensación de estar abrumados no cesará por ahora si consideramos un análisis de la Oficina de Latinoamérica en Washington (WOLA), un tanque de pensamiento especializado en la región. Según datos de la organización, se ha reducido la ola de niños migrantes. Pero Adam Isaacson, de WOLA, indicó que una reducción de un 40 por ciento todavía significa que decenas de miles de niños migrantes aún serán detenidos en la frontera este año.

“Si, como el año pasado, una sexta o séptima parte de ellos terminarán en la región de DC, eso quiere decir que tendremos unos tres o cuatro mil niños, según nuestros estimados”, comentó.

Violencia que no cesa

Y la situación empeora en El Salvador, el país del que proceden la mayoría de los menores que tenemos en el earea metropolitana.

El año pasado, 3.875 personas fueron asesinadas en El Salvador —un aumento del 56 por ciento desde 2013. Y lo que resulta más inquietante es que en 2015, la tasa de asesinatos se ha incrementado dramáticamente. Marzo registró 481 asesinatos, o sea, el mes más letal en una década. Según los expertos, la mayoría de estas muertes están relacionadas con la actividad pandillera que asola al país.

El activista Luis Cardona, en el condado de Montgomery, en Maryland, dijo que los menores que huyen de la violencia en sus países deberían recibir algún tipo de asilo o estatus de refugiado.

“El gobierno federal puede proporcionar asistencia a esos niños refugiados, pero como no les proporciona ese estatus nos quedamos con que las jurisdicciones del país deben responder como pueden para asistir a estos menores y sus familias”, expresó.

Mientras, en Ayuda, en DC, los teléfonos siguen sonando.

Armando Trull es periodista de la emisora WAMU 88.5FM

@trulldc

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