Esther Aguilera, President & CEO of the CHCI

5 razones para apoyar la organización que preside Esther Aguilera:

1. Educación. Es imperativo que la comunidad latina alcance el éxito social y educativo para asegurar el porvenir de Estados Unidos.

2. Liderazgo. La misión del CHCI es desarrollar la siguiente generación de líderes latinos a través de sus galardonados programas de liderazgo.

3. Alcance. Más de 100.000 usuarios conectan con CHCI en línea cada mes, con más de un millón de sesiones al año.

4. Impacto. Más de 2.700 alumnos de CHCI sirven en altas posiciones en todo el país, incluyendo la Casa Blanca.

5. Futuro. Apoyar el CHCI es reconocer la importancia de formar y crear oportunidades para los jóvenes latinos. http://chci.org/“>http://chci.org/

La presidenta del CHCI, Esther Aguilera, conversa con el director de El Tiempo Latino, Alberto Avendaño, en el edificio de The Washington Post el 30 de abril de 2015.



Alfredo Duarte Pereira para ETL

La presidenta del CHCI, Esther Aguilera, conversa con el director de El Tiempo Latino, Alberto Avendaño, en el edificio de The Washington Post el 30 de abril de 2015.

Un día, una niña mexicana de cuatro años llegó con sus padres a California. Era una familia de inmigrantes pobres y trabajadores que ofreció a Estados Unidos una hija empeñada en construir puentes de oportunidad para los jóvenes latinos de hoy.

Esa niña se llama Esther Aguilera. “Mi padre trabajó muy duro y nuestra familia nunca tuvo el acceso que hoy el CHCI proporciona a miles de jóvenes para que cambien sus vidas y transformen el país”, dice Aguilera mientras grabamos una conversación en video para El Tiempo Latino, en el edificio de The Washington Post .

Aguilera llegó a DC hace 25 años, al terminar la universidad. Y pronto se metió en las aguas de lo que fueron sus estudios —política pública— y lo que siempre fue su pasión: abrir puertas, contribuir a formar a los futuros líderes hispanos del país.

Trabajó para el Consejo Nacional de la Raza (NCLR), fue consejera del secretario de Energía, Bill Richardson, durante la administración de Bill Clinton, y acaba de cumplir 10 años al frente del Congressional Hispanic Caucus Institute (CHCI) —una organización no lucrativa y no partidista que proporciona becas, internados y otros servicios educativos a la juventud latina del país.

“Nunca los latinos han crecido de esta manera en el país y con el CHCI nos planteamos la creación de una estrategia para servir a estos jóvenes que son el futuro de Estados Unidos”, expresa Aguilera con pasión contenida. “Trabajamos con los líderes del Congreso para ayudar a formar el nuevo liderazgo”, añade y explica que es su orgullo ver los resultados. Cuando ella se hizo cargo del CHCI, la organización ofrecía servicios directos a 50 jóvenes para venir a DC. Diez años más tarde, sirven a más de 1.700 estudiantes y se contabilizan más de un millón de sesiones al año en internet. Sólo en los pasados cuatro años, el interés en los programas que ofrece CHCI ha aumentado un 150 por ciento.

Y Aguilera quiere más.

“Es un trabajo personal y que da frutos para los jóvenes, para sus familias y para la sociedad”, dice y recuerda la historia de Ray Mateo, un joven dominicano que llegó a Estados Unidos y tuvo que crecer en vecindarios complicados, en compañía de un hermano, y criados por su mamá soltera en medio de muchas carencias.

“Él se mantuvo enfocado y cuando llegó a la universidad hizo el programa de internado del CHCI, un programa donde pagamos a jóvenes latinos y latinas para venir a Capitol Hill, y él entró a trabajar en la oficina de la senadora Clinton… Gracias a CHCI, Ray tuvo acceso y se le conectó con esa oportunidad… Hoy Ray es asistente del Fiscal General para el estado de Nueva Jersey y su estrella va en ascenso”.

Al narrar estas historias de “talento y oportunidad” parece surgir —en esa luz en los ojos de Aguilera— aquella niña inmigrante y, de entre su historia de superación personal, aparece la constructora de puentes, la formadora de líderes. “Cuando les damos esas oportunidades, ellos avanzan rápidamente… Eso es lo que debemos hacer… Es una inversión que hacemos como sociedad, como país”, insiste.

En una ciudad como el Distrito de Columbia, llena de tanques de pensamiento y de centros de poder político, se aprecia una mente estratégica como la de Aguilera. A esta mujer le han llovido reconocimientos: una de las 50 líderes más influyentes del país por HispanicBusiness.com, en base a su trabajo por el avance del liderazgo hispano y sus contribuciones comunitarias; una de las 90 mujeres destacadas en su papel de mentoría para el liderazgo, por Women of Wealth; uno de los 100 líderes hispanos más influyentes de Hispanic Magazine en 2006; o la Cruz de Isabel La Católica —uno de los mayores galardones civiles que otorga el reino de España— entregado a Aguilera en 2012.

Dice que la medalla que le entregó el embajador español ocupa un lugar muy importante en su corazón, pero enseguida nos recuerda que —al tiempo que la relacón bilateral entre la comunidad hispanounidense y España es esencial— también lo es la relación con México.

“He trabajado con el corazón y el convencimiento de que era importante tener más acercamiento entre los hispanos de Estados Unidos y España… En 1998 cuando trabajaba para el Hispanic Caucus organicé el primer viaje de congresistas hispanos de Estados Unidos a España para que se reunieran con sus colegas… Fue el inicio de otros programas que vinieron después… Es parte de nuestra raiz y nuestra herencia… Igual que he trabajado con NCLR cuando organicé el primer viaje de líderes hispanos a Los Pinos para reunirse con los representantes políticos mexicanos”.

Aguilera asegura que “apenas estamos comenzando” en el camino del liderazgo político hispanounidense. Un camino que ayuda a abrir una mujer obsesionada con materializar sueños.

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