
ACCIÓN. Una clase de actividades arrtísticas.
“Mr. A, Mr. A!”, es el grito de bienvenida de los niños apenas Dante Alburqueque abre la puerta de su clase, en la escuela Mary McLeod Bethune Day Academy Public Charter School, en DC. Alburqueque, Mr. A (“Ei”) lleva 8 años trabajando como maestro de español en esta escuela.
“Ser maestro me ha dado la oportunidad de asumir la tarea de la enseñanza con mucho repeto y responsabilidad”, dice el joven profesor a El Tiempo Latino. “Soy consciente que en mis manos está la formación de los niños, parte de su futuro, como personas de bien”.
Su receta para cumplir con su tarea es simple y complicada a un tiempo, explica: “Un buen maestro debe ser principalmente amigo de sus alumnos, pero eso no significa que se les permita todo, sino que como maestro debemos estar interesados por su salud y bienestar, aconsejándolos y manteniéndonos alerta sobre cualquier crisis que puedan sufrir”. Los alumnos de preescolar suelen tener problemas para manejar sentimientos como el enojo o la tristeza. “Usualmente me torno en una persona solidaria y hacer de papá y mamá es tarea de todos los días”, expresa sonriente Alburqueque.
Una de las cualidades de un buen maestro, eso que le ayudará a obtener buenos resultados – dice- es la experiencia en la enseñanza con niños pequeños. “Haber trabajado con diferentes maestros aquí en la escuela y recibir buenos consejos de otros, todos estos años, me ha dado conocimientos valiosísimos para realizar mucho mejor mi trabajo”, indica.
Cuando el maestro entra a su clase, lleno de pequeños, saltando, gritando, corriendo, la gran prueba que se impone a diario es cómo manejar la clase sin inculcarles temor, pero a la vez darles una imagen de autoridad.
“Tengo que organizarme de manera que la clase sea entretenida, divertida, sin descuidar lo esencial: lo educativo”, explica.
“Siempre apoyo las buenas ideas de mis niños y promuevo actividades que busquen la creatividad, la curiosidad y el aprendizaje utilizando ayudas visuales, como dibujos y caricaturas, o auditivas, como sonidos o música… De hecho trabajando con ellos he descubierto cosas de mí mismo: ¡No sabía que tenía tantas cualidades artísticas para realizar proyectos donde los niños vuelcan toda su creatividad y talento!”, comenta.
El “dinamismo y la creatividad” es lo que Alburqueque considera esencial en el aula de clase con sus pequeños. “Me ha tocado transformarme en oso, en árbol o en galleta, con el fin de hacer mi clase más divertida, y transformar el salón de clase en un lugar donde se aprenda jugando”, afirma.
Otra clave: promocionar la autoestima de los pequeños.
“Cuando el maestro confía en ellos y en su talento, les ayuda a confiar en si mismos”, dice y apunta a lo que considera esencial en el proceso educativo: la relación con los padres.
“Me comunico abiertamente con los padres presentando informes formales del niño, identificando cuáles son las áreas a mejorar o a solucionarse”, dice. “Me gusta reunirme con los padres de mis niños, y me alegra aún más saber que los padres se involucaran en las actividades de la escuela, visitan las clases buscando otras formas de cooperar y mantenerse informados del progreso de sus niños”.
La enseñanza preescolar no es nada facil, asegura Alburqueque: “Requiere paciencia, compasión, experiencia, dedicación… Siento que aún me falta mucho que aprender, pero buscaré siempre la responsabilidad de ofrecer a mis niños un lugar seguro y un ambiente lleno de diversion donde ellos puedan dar rienda suelta a sus sentimientos con mucha creatividad y confianza en sí mismos. Pienso que escogí la carrera perfecta”, concluye el joven maestro.
Más información sobre la escuela en http://www.mmbethune.org