ir al contenido

Las acusaciones de Salma Hayek contra Harvey Weinstein exponen cómo su abuso apareció en la pantalla

El miércoles, Salma Hayek se convirtió en la última mujer en presentar denuncias de acoso sexual e intimidación contra el productor Harvey Weinstein. En un artículo de opinión para el New York Times, ella escribió, “durante años, él fue mi monstruo”, y detalló cómo supuestamente le hacía propuestas una y otra vez.

“Con cada negativa vino la ira maquiavélica de Harvey”, escribió. “No creo que odiara alho más que la palabra ‘no'”.

Pero sus intentos de ejercer poder sobre Hayek fueron más allá de las demandas de masajes y sexo. Mientras estaba produciendo su proyecto soñado, la película de 2002 “Frida”, Weinstein insistió en que la estrella añadiera una escena de sexo sin guión con otra mujer, con desnudez frontal completa. Hayek creía que obedecer era la única forma en que obtendría la película, y como ya llevaba cinco semanas en la producción, le preocupaba decepcionar a todas las “personas talentosas” a las que había convencido para unirse a su proyecto, incluida Ashley Judd, Edward Norton y la directora Julie Taymor.

Entonces ella estuvo de acuerdo. Y con eso, Weinstein hizo que todas las personas que vieron “Frida” fueran testigos de su abuso.

Para Hayek, la escena fue una pesadilla para filmar. Ella hiperventiló en la mañana del rodaje y no pudo dejar de llorar; el estrés de todo eso la hizo vomitar, y tuvo que tomar un tranquilizante para superarlo.

“Para cuando terminó la filmación de la película, estaba tan angustiada emocionalmente que tuve que distanciarme durante la postproducción”, escribió.

Su historia es suficiente para que un espectador se replantee cómo y por qué la desnudez termina en las películas, y si esos desnudos se sienten facultados para rechazar a un productor cuyas demandas pueden tener menos que ver con la calidad del producto final que con sus propios fetiches.

Weinstein tenía un historial de tratar de meter sexo en sus películas, un hábito que nunca pareció tan llamativo hasta que una gran cantidad de mujeres comenzaron a presentar denuncias de agresión sexual, acoso y violación. Mientras producía la comedia romántica “La noche que nunca conocimos”, por ejemplo, Weinstein intentó intimidar al director Warren Leight para que hiciera que una actriz “mostrara las tetas”, recordó Leight.

Leight se negó, y ocasionalmente hay historias de Hollywood sobre actores que hacen lo mismo. En “Sicario”, se suponía que la actriz Emily Blunt saldría topless en una escena, pero se negó porque, como dijo en una entrevista con Howard Stern, “no estuvimos de acuerdo con eso” (aclarando que “nosotros” se refería a ella y sus pechos).

Pero Blunt es una actriz top poder de negociación, y en ese momento en el que Hayek estaba filmando “Frida” ella no lo era. Ella sintió que no tenía otra opción.

Se habla mucho sobre el desequilibrio de poder en Hollywood y la necesidad de narradoras, sin mencionar a los tomadores de decisiones. La sabiduría convencional dice que es que más directoras mujeres significan más mujeres con algo de opinión. La historia de Hayek, sin embargo, muestra cómo incluso una película que fue una creación de una mujer -sin mencionar dirigida por una y co-escrita por otras dos- todavía era adulterada por un hombre. Insistió en una escena de sexo gratuita, escribió, que era un juego de poder sobre una actriz que no podía tener, pero también era parte de un patrón que normalizaba la desnudez innecesaria.

Ahora que estamos nadando en acusaciones contra hombres en la industria y más allá, es imposible no ver sus trabajos en una luz ligeramente diferente. ¿Amazon Studios habría cancelado “Good Girls Revolt” si el supuesto abusador Roy Price no hubiera estado a cargo de la programación? ¿Cómo se supone que tomaremos “Wonder Wheel”, la última película de Woody Allen sobre un hombre que se enamora de la hijastra de su amante? Como escribió la crítica del New York Times Manohla Dargis en su reseña de la película, “tiendo a pensar que es una mala idea poner una película en el sofá, pero ¿y si sube al sofá y luego comienza a parpadear?”

Hayek señaló en su editorial que “Frida” encontró una audiencia y ganó elogios, sin mencionar dos Óscar, a pesar de las desestimaciones implacables de la película por parte de Weinstein y su falta de apoyo. El éxito debería haber allanado el camino para más funciones dirigidas por mujeres. No lo hizo, pero, por un tiempo al menos, fue un faro de esperanza. Hollywood rara vez hace películas sobre mujeres brillantes, especialmente por mujeres brillantes. Ahora sabemos que incluso el estándar de oro del progreso moderado puede verse manchado por los caprichos de un hombre enfermo.

(Traducción El Tiempo Latino/El Planeta Media)