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Estados se preparan para enfrentar al zika, con recursos en peligro

El zika, el virus trasmitido por mosquitos que disparó una alarma de salud pública el verano pasado, casi ha desaparecido del ojo público. Pero expertos dicen que esperan que sea una amenaza de nuevo este año.

¿Cuán grande será esta amenaza? Ahí es donde el tema se pone difícil.

No se han reportado casos de trasmisión local del virus este año en los Estados Unidos. Pero a medida que las agencias de salud pública se preparan para la temporada de mosquitos, crece la incertidumbre sobre los recursos que los estados pueden necesitar, y si recibirán el apoyo federal adecuado. Además, los investigadores todavía tienen preguntas sobre cómo se comporta el virus y sus efectos a largo plazo. Todo esto podría complicar los esfuerzos para rastrear los brotes y proporcionar información precisa sobre la prevención y tratamiento de la infección.

“Todavía tenemos mucho que aprender. Y aún queda mucho por hacer”, dijo hace pocos días Lyle Petersen, director de la División de Enfermedades Transmitidas por Vectores de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en una audiencia del Subcomité de Energía y Comercio de la Cámara Baja.

El zika, que puede causar defectos de nacimiento en bebés si lo contraen mujeres embarazadas, se transmite principalmente por la picadura de un mosquito, que se encuentra más comúnmente en el sur del país: la costa del Golfo de México, Texas, Florida, el sur de California y Louisiana, todas áreas consideradas de alto riesgo en 2016. El virus llegó a las Américas en 2015 y “aterrizó” en los Estados Unidos a través de viajeros infectados.

El año pasado, se reportaron 5.102 personas en los Estados Unidos con la enfermedad, la mayoría de ellas contrajo el virus durante viajes a Centro y Sudamérica. Sesenta y cuatro bebés en los Estados Unidos se han visto afectados desde que el gobierno comenzó a informar sobre los resultados en junio pasado. En raras ocasiones, las personas que no habían viajado al extranjero contrajeron el zika a través de un mosquito local o por contacto sexual. Puerto Rico, un territorio de Estados Unidos, registró 34.963 casos en 2016.

Otra vez este año, determinar si las áreas están experimentando la transmisión activa del zika requerirá vigilancia constante y pruebas, tanto de los mosquitos como de las personas potencialmente expuestas. La mayoría de las personas que contraen el virus no muestran síntomas visibles.

La implementación de esas pruebas es un reto, dijeron expertos.

“¿Se debería comenzar a realizar exámenes universales en comunidades que están en riesgo?”, se preguntó Jeff Engel, director ejecutivo del Council of State and Territorial Epidemiologists, entidad que representa a los especialistas que trabajan en los departamentos de salud pública. “Esa es una pregunta difícil y probablemente no es factible”.

El año pasado, el Congreso destinó $1.1 mil millones para luchar contra el zika. Ese dinero se repartió entre la investigación, la respuesta en el extranjero y los esfuerzos estatales de salud pública. En abril, los CDC advirtieron a los funcionarios estatales que los dólares federales se estaban agotando. Se proyecta que durarán hasta finales de este año fiscal, es decir septiembre.

Mientras tanto, el presupuesto de la Casa Blanca que se dio a conocer el martes 23 de mayo propone establecer un fondo de emergencia para financiar las respuestas a brotes como los del zika. Pero también pide un recorte de $1.300 millones a los CDC y recorta $838 millones del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, la agencia que respalda el desarrollo de vacunas. Hasta ahora, ha habido poca discusión en el Congreso para aprobar fondos adicionales.

“El financiamiento del Congreso ha sido crítico para nuestra respuesta al zika. Sin embargo, se necesitará apoyo adicional”, dijo Rick Bright, director de la Biomedical Advanced Research and Development Authority, una subsidiaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de los Estados Unidos.

Algunos defensores también advierten que el congelamiento en curso de las contrataciones en el HHS podría limitar la capacidad de la agencia para apoyar una respuesta al zika.

“Obviamente vivimos tiempos difíciles cuando se trata de restricciones presupuestarias”, dijo Tom Skinner, vocero de los CDC. “Y tenemos que encontrar maneras creativas de hacer lo mejor que podemos con lo que nos dan”.

Expertos advirtieron que, si esas limitaciones frustran los esfuerzos de vigilancia este año, será más difícil saber exactamente cuándo impacte el zika. Ese punto ciego pone a las mujeres en edad fértil, para las que las consecuencias del virus son más dramáticas, en mayor riesgo. Los informes destacan la microcefalia como una consecuencia significativa, pero un creciente campo de investigación sugiere que su impacto en los niños puede ser más amplio, y puede manifestarse años después del nacimiento.

“Sin vigilancia activa, me preocupa que hayamos perdido [muchos casos de] zika el año pasado y vayamos a perder [casos] este año”, dijo Peter Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Baylor College of Medicine, en Houston. “Si usted es una mujer en edad reproductiva, vive en la Costa del Golfo de los Estados Unidos, o Arizona o el sur de California, y está embarazada o podría estar embarazada, realmente no sabe si el zika está en su área o no”.

Texas, que experimentó seis casos de transmisión local de zika el año pasado, ha identificado condados que considera más vulnerables. En esas áreas, se aconseja que todas las mujeres embarazadas se hagan la prueba del zika como parte de su atención prenatal de rutina. El estado trabaja con los CDC para controlar cuántas mujeres embarazadas resultan positivas y tiene la intención de monitorear a los bebés nacidos de madres que estuvieron infectadas.

Sin embargo, el seguimiento a largo plazo probablemente requerirá más financiamiento, señaló Chris Van Deusen, portavoz del Departamento de Servicios de Salud de Texas. Y el aprovechamiento de la atención prenatal para impulsar las pruebas del zika tiene sus propias deficiencias. Van Deusen señaló que muchas mujeres que corren mayor riesgo son de bajos ingresos y, por lo tanto, tienen menos probabilidades de interactuar con el sistema de atención médica o de recibir atención prenatal. A esas personas no se les realizará pruebas o no se las contará en los esfuerzos de rastreo del zika en el estado.

Hotez resaltó que eso compromete la habilidad de las autoridades para descubrir el momento en el que impacte el zika y lanzar la alerta. “La única forma en que identificamos brotes de zika como [el año pasado] en el sur de la Florida es por casualidad”, dijo.

La prueba es otra preocupación. Los test actuales no son confiables en la identificación del zika entre los pacientes previamente infectados con virus relacionados, como por ejemplo el dengue.

Los recursos limitados también podrían afectar la capacidad de los estados para procesar las pruebas de manera eficiente. El año pasado, el volumen de muestras de pacientes enviadas para la prueba del zika abrumó a los laboratorios en algunas zonas afectadas, dijo Kelly Wroblewski, director de enfermedades infecciosas en la Association of Public Health Laboratories.

El aumento se tradujo en retrasos para determinar si las mujeres tenían zika. Eso podría continuar este año, ya que las pruebas universales en las áreas afectadas son una carga y muchos de estos laboratorios no tienen los recursos para soportarla.

Si el virus se propaga, dijo Wroblewski, “podemos encontrar una brecha de capacidad”.

Muchos estados tampoco tienen la infraestructura necesaria para enfrentar un brote de manera adecuada. La vigilancia de las enfermedades transmitidas por mosquitos es prácticamente inexistente en muchos estados, según un informe de 2014 del Council of State and Territorial Epidemiologists. La vigilancia de los mosquitos en los estados cayó de 96% en 2004 a 80% en 2012. En muchas áreas, la erradicación de mosquitos se ha reducido junto con la disminución de los presupuestos de salud pública.

“Necesitamos mejores métodos de control de mosquitos, necesitamos una mejor vigilancia”, dijo Petersen en la audiencia reciente. “Necesitamos desarrollar más un enfoque nacional estándar para el control de vectores y las pruebas de laboratorio… Esto requerirá un esfuerzo sostenido para reconstruir la infraestructura”.

La escasez de recursos se agrava por el conocimiento limitado que tienen los científicos sobre el virus.

Debido a que las consecuencias a largo plazo de zika permanecen oscuras, los estados están tratando de controlar a los niños cuyas madres resultaron positivas. Más allá de Texas, Louisiana también está haciendo seguimiento de los niños por lo menos durante tres años, incluso si no muestran síntomas evidentes. Pero eso supone que un sistema de vigilancia es lo suficientemente robusto como para rastrear a todas las madres que portaron el virus. También asume recursos suficientes para mantener la vigilancia de los niños. Esos, dijeron los expertos, apenas están garantizados. Y todavía podría no ser suficiente.

“Se necesitará una generación de neurólogos pediátricos para estudiar y resolver esto”, dijo Hotez. “Este es solo el comienzo”.

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