Testificar el drama de lo cientos de migrantes centroamericanos que a diario intentan ingresar por la frontera sur de Estados Unidos de manera irregular es una constante en el trabajo de la monja Norma Pimentel, quien llegó a Washington para compartir su experiencia en la línea fronteriza y las necesidades urgentes de las familias que intentan ingresar al territorio en un entorno cada vez más hostil.
La religiosa participó el pasado martes en un panel auspiciado por la Fundación de la Herencia Hispana, en colaboración con el Centro Católico Hispano y los Servicios de Inmigración y Refugiados. En este espacio los especialistas pusieron en perspectiva el tema de la inmigración desde diferentes lecturas.
Pimentel ha llegó a la capital nacional para recibir un reconocimiento durante la gala de la Fundación por el trabajo realizado en la frontera para socorrer a las familias migrantes.
“Son muchas las necesidades con las que llegan, pero en los ojos de estas mujeres, hombres y niños hay esperanza de tener una vida mejor y así les acogemos”, relató la religiosa.
En la mesa, además de la hermana Pimentel, también estuvieron David Cronin de los Servicios Católicos; Ashley Feasley, de la Conferencia de Obispos para Migración y Refugiados; y Rebecca Bill Chávez, profesora de leyes y diplomacia. El panel fue moderado por la periodista Tsi-tsi-ki Félix.
El detonante del problema
RAÍZ. La profesora Rebecca Bill Chávez opinó que la situación de los países del Triángulo Norte de Centroamérica causa la actividad migratoria irregular.
Para Rebecca Bill Chávez, el mayor detonante del problema es sin duda la situación de los países del llamado Triángulo Norte de Centroamérica que incluye Guatemala, Honduras y El Salvador, países sumidos en una espiral de inseguridad ciudadana y falta de oportunidades.
La especialista explicó que en la actualidad con la presión del combate al tráfico de drogas por las vías marítimas y el paso por el Caribe, la mayor parte de los cargamentos de narcotráfico atraviesa el estrecho istmo centroamericano dejando a su paso una ola de violencia e inseguridad, aunado a los problemas ya existentes en la región norte centroamericana como las pandillas.
A esto se suma la falta de pulso desde la Casa Blanca, que de manera desproporcionada inflinge castigo y presión a esos países, en especial a aquellos que tienen población de inmigrantes que son beneficiarios del Estatus de Protección Temporal, TPS; con la cancelación del beneficio a cerca de 200 mil salvadoreños y unos 60 mil hondureños, ahora el estrés aumenta en familias no solo los que intentan hacer viaje a Estados Unidos sino los que están dentro y han creado familias en este país, explicó.
En ese punto también la Conferencia de Obispos tiene una gran preocupación por la incertidumbre generada, ya que el efecto de separación de familias en la frontera desde principios de este año, tendría una versión similar con los beneficiarios del TPS que enfrentarían procesos de deportación, sino hay una solución definitiva al finalizar las actuales prórrogas; 9 de septiembre de 2019 para los salvadoreños y 5 enero de 2020 para hondureños.
Los panelistas coincidieron que en este caso, la ruptura de familias surgiría a la inversa porque solo los salvadoreños beneficiarios del TPS tienen un aproximado de 192 mil hijos nacidos en Estados Unidos y por lo tanto ciudadanos con pleno derecho en esta nación.
Diplomáticos opinan
En la conferencia también estuvieron representantes diplomáticos como el embajador adjunto de El Salvador en Washington, Warner Romero. Según Romero, la Iniciativa Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, impulsada en 2014 bajo el liderazgo del presidente Barack Obama, presenta varias líneas estratégicas de mediano y corto plazo, para reducir las migraciones. Pero dejó claro que dado el contexto actual la prioridad como misión diplomática y gobierno es proteger a las familias migrantes.
Por su parte el diplomático estadounidense John Feeley, quien renunció a su cargo en el Departamento de Estado con el rango de embajador, en repudio a las políticas migratorias de Donald Trump, aseguró que el otro problema al pie de las migraciones irregulares es la desinformación de las personas tanto en los países de origen, como de los mismos migrantes en Estados Unidos.
“Durante la crisis de los niños migrantes, todo comenzó por rumores para beneficio de los coyotes, que si los inmigrantes eran mujeres y niños tendrían derecho a visas o asilo. De igual manera el fenómeno se ha seguido multiplicando, porque muchos inmigrantes que ya están en Estados Unidos al escuchar esos rumores piden que les envíen a sus hijos a Estados Unidos de manera irregular, y eso complica más la situación”, acotó.