La crisis migratoria no cesa. Los grupos que en 2018 pusieron rumbo hacia Estados Unidos encontraron el rechazo por parte del gobierno de Donald Trump una piedra en el camino.
Para el mandatario norteamericano, el ingreso de indocumentados afecta la calidad de vida en su país, un tema en el que se le ha aplaudido, pero también criticado.
Mientras, los albergues ubicados en las ciudades fronterizas con México encuentran en el presente un número que colma la capacidad de sus puestos, obligando a las autoridades a tomar cartas en el asunto.
De acuerdo con información de la agencia de noticias EFE, Jonathan Rothschild, alcalde de Tucson (Arizona), lo que se vie en la zona es “una verdadera crisis humanitaria en la frontera”.
La situación ya convertida en problemática ha obligado a las autoridades de la región a improvisar refugios, pero la ayuda tarda en llegar, lo que complica el panorama.
No obstante, la respuesta de estos ha estado enfocada en brindar apoyo a los migrantes liberados por la Patrulla Fronteriza: “no podíamos permitir que 100 o más personas fueran dejados solos en las calles”, aseguró Rothschild.