Esta es una historia de un adiós sin despedida. Solo se van por un tiempo, pero siempre regresan. Unos vuelven por un profundo sentido de comunidad a devolver lo que un día allí recibieron; y, otros para decir gracias por haber creído en ellos, por el respeto, la compasión y el apoyo incondicional. Ahora son ellos, pero antes fueron sus padres los que vieron desde los pupitres de la escuela chárter Carlos Rosario un futuro sonriente como horizonte.
En la 1100 de calle Harvard en el Northwest, la escuela pone alas a las aspiraciones de los latinos, quienes suman el 70% del alumnado. El resto es africano, afroamericano y asiático. En Washington es la única escuela para adultos, tiene 2.200 estudiantes, 200 docentes y dos campus que funcionan en tres horarios, incluidos los sábados. La educación es gratuita si viven en DC.
Como escuela chárter, nació en 1998. Sus pasillos y aulas albergan historias de seres humanos que, sea por la pobreza, la maternidad o falta de tiempo postergaron su bachillerato, pero al final lograron su diploma.
Bachillerato. Carlos Rosario es un modelo de educación para adultos y es la única en su tipo que existe en la ciudad. | Foto: Cortesía Donald Ndebeka / C. Rosario C. S.
En estas instalaciones impecablemente limpias, en una mañana de viernes, estudiantes que tienen dos y hasta tres trabajos aprenden a tomar la presión en su clase de salud; otros alumnos que superan los 60 años bregan con el manejo de una computadora; y, otros durante el recreo van a la cafetería por un snack.
COMPUTACIÓN. En la clase de computación, la mayoría de alumnos son mayores de 60 años.
Foto: Cortesía Donald Ndebeka / C. Rosario C. S.
Elsa Cerros está preparándose para obtener su GED (certificado de bachillerato) “Mi meta es terminar la secundaria y un día graduarme de maestra de prekinder”, dice. Su compañera Luz Flores quería estudiar inglés pero se dio cuenta que primero debía aprender español. “Gracias al profesor Edwin y la maestra Celina leo un poco mejor. Leí Como agua para chocolate y La vida es sueño”. Complementan su aprendizaje asistiendo a presentaciones en el Teatro GALA.
Hay mucha camaradería entre alumnos y un trabajo en equipo entre maestros, asistentes y autoridades. “Esto es más que una escuela, somos como una familia que muestra respeto y cariño por el otro. Queremos dar lo mejor a nuestros estudiantes inmigrantes y para todos los que trabajamos aquí”, dijo Allison Kokkoros, directora ejecutiva de Carlos Rosario. Un botón de muestra: Edwin Alvarado. Él empezó aparcando carros en la escuela, le dieron oportunidad de estudiar y ahora es asistente del programa de GED.
SALUD. La clase de quinto nivel de inglés pone énfasis en temas y vocabulario de salud.
Foto: Cortesía Donald Ndebeka / C. Rosario C. S.
Es ese compañerismo que los hace volver y sentirse como en casa. Así es para el venezolano Carlos Loureiro quien obtuvo su bachillerato en la Carlos Rosario en los 90s, después se fue a Motgomery College y se graduó como administrador en educación para adultos. Ahora es asistente principal nocturno. “Esta es mi casa y es mi familia”, dice.
La misma historia de Kokkoros es una muestra de que cuesta despedirse. Empezó desde muy jovencita como profesora de inglés a medio tiempo, bajo la dirección de Sonia Gutiérrez. Las dos se entregaron a la tarea quijotesca de conseguir una casa propia para la escuela y donde otros vieron unas instalaciones inservibles, ellas vieron el edificio acogedor para educar a los inmigrantes; y donde unos vieron lo imposible ellas vieron lo posible y junto con sus estudiantes recaudaron 18 millones de dólares e hicieron de Carlos Rosario un modelo de educación para adultos.
Diversidad. El 70% de los estudiantes de la escuela chárter Carlos Rosario son de origen latino.
Foto: Cortesía Donald Ndebeka / C. Rosario C. S.
Personal. El personal y los instructores también son una muestra de esa diversidad racial y de procedencias. | Foto: Cortesía Donald Ndebeka / C. Rosario C. S.
Javier Márquez es asistente principal, sus padres estudiaron allí y ellos solo decían cosas buenas de su escuela. Es la misma experiencia de la directora de servicios estudiantiles, Karina Ortez. Sus padres y su esposo allí obtuvieron el pasaporte a una vida laboral sin tantos aprietos.
Por los pasillos se cruza Monika Copelmayer, profesora del quinto nivel de inglés con énfasis en salud. “Reforzamos la enseñanza del vocabulario y las bases de salud en inglés, porque mis estudiantes tienen interés de continuar sus estudios en enfermería, asistentes, técnicos o nutricionistas”. Las otras áreas a escoger son: restaurantes y hotelería, y destrezas de vida. Además ofrecen clases para obtener la ciudadanía y para este programa hay una lista en espera.
Keith Juárez es el profesor de hospitalidad que engloba hotelería y restaurantes. Explica que los estudiantes vienen de esos ambientes laborales y lo que él les enseña a construir relaciones, a perfeccionar el tratamiento al cliente y respetar las diferencias. La escuela tiene más de 12 programas académicos.

BIENVENIDA. Ronald King, Gwen Ellis, Gabriela Bonilla, Gigi Alvarado y la directora, Allison Kokkoros dan la bienvenida a estudiantes. | Foto: Olga Imbaquingo.
Falta de tiempo, de dinero para el transporte o maternidad no pueden acabar con los sueños de estudiar. Para encontrar soluciones a estos factores está el departamento de servicio estudiantil. “La educación es poder y es la llave de las oportunidades, nosotros estamos aquí para que eso sea posible”, apostilló la directora de Carlos Rosario School, una institución que ha dado educación y esperanzas a más 20 mil inmigrantes, razones suficientes para siempre volver.
DIVERSIDAD E INCLUSIÓN
Multicultural. Hablando de países, en la Carlos Rosario el más representado es El Salvador, seguido de Etiopía. Es como en las Naciones Unidas: hay estudiantes de más de 80 naciones y se hablan unas 50 lenguas. Aparte de las clases de GED en español, el resto de la enseñanza es en inglés.
Comedor. En la cocina se preparan a diario unos 300 almuerzos para los empleados y estudiantes. Los alumnos pagan precios preferenciales, porque la mayoría viene directamente del trabajo a las clases.
Entrenamiento. En el campus Sonia Gutiérrez de la escuela Carlos Rosario se enseña inglés más avanzado y entrenamiento laboral en diferentes áreas, uno de ellas es para ayudantes de enfermería. Los resultados muestran que después de dos semestres, los alumnos mejoran sus ingresos en un 30%.